La grave crisis económica, acentuada con la pandemia, ha abierto la puerta al trabajo infantil en el país, cuyos jóvenes alegan que deben salir a la calle a resolver para ayudar en casa con la comida. La crítica situación en múltiples ocasiones los empuja a pedir dinero o alimentos perecederos, pues los crujidos del estómago no entienden de falta de dinero en casa.
En los mercados municipales de Barquisimeto se ha vuelto común ver a niños y adolescentes con una bolsa plástica transparente, se pasean de puesto en puesto, pidiendo a los comerciantes un poco de su mercancía, algunos tienen suerte de recibir algo, otros no tanto.
Algunos acuden acompañados de sus padres para hacer diversos trabajos como vender comida, recoger basura, hacer fletes o limpiar parabrisas, cuyo pago es destinado para comprar rubros que alimentan a una familia completa. Sin darse cuenta, dejan a un lado poder jugar con sus amigos, patear un balón en la cancha de fútbol o reunirse en grupos para estudiar, y se convierten en el sostén de sus hogares.
«Y a ti, ¿qué te dieron?», es la pregunta que se hacen cuando alguno de ellos recibe algún tipo de verdura, mientras se pasean por ese ambiente hostil y lleno de peligro que se vive en el playón de Mercabar, al oeste de la ciudad.
Al acercarse un extraño, están muy pendientes. «Yo ando con mi mamá, que está por allá», dicen con cierto nerviosismo pues, según los comerciantes, por las tardes el playón parece un «kinder», por la cantidad de menores que van solos a buscar alimentos para poder llevarse un bocado a la boca.
«Muchos andan solos», aseguró uno de los comerciantes, quien dijo que aunque quisiera darles a todos, no podría porque se quedaría sin mercancía.
Otra realidad que se vive en medio de los mercados, son aquellos pequeños que deben amoldarse a la extenuante rutina de sus padres, quienes ante la falta de clases presenciales y poco poder adquisitivo para pagarles a una persona para que los cuide, se los llevan al trabajo, unos con el fin de pasar el rato, otros de que aprendan lo dura que es la vida y el por qué es importante trabajar.
Tal es el caso de Martín, un adolescente de 14 años que se va con su tío a Mercabar y pernocta semanalmente desde las 4:00 p.m. hasta las 12:00 p.m. del día siguiente, esperando la mercancía que va a vender.
«Eso lo hago para ayudar a mi familia», dijo Martín, asegurando que pese a que sus padres trabajan, el dinero no les alcanza, por lo que intenta ayudarlos con el dinero que percibe trabajando vendiendo aguacates.
Martín asegura que sólo vive con sus padres, cuenta que tiene al menos 10 hermanos, que en su mayoría emigraron a Colombia. «Quisiera estar en el liceo, porque todo era más fácil, además que me atrasé porque estuviese pasando para tercer año», dice con resignación.
Coordinadores de mercados, aseguran que los padres llevan a sus hijos a trabajar porque no tienen un adulto que los supervise en la casa.
«Hay comerciantes que vienen con sus hijos porque no tienen con quién dejarlos y ellos tienen que trabajar, porque cómo hacen para llevar el sustento a sus casas», comentó Emilio Hernández, coordinador del mercado popular Las Catacumbas, en Barrio Unión.
Aunque algunos van a trabajar acompañados de sus padres, hay otros jovencitos que van solos y hasta tienen su propia mercancía. Tal es el caso de Moisés, quien comenta que desde que tenía 11 años buscó trabajar al ver que su madre no podía mantener la casa sola.»Tengo 15 años y estoy trabajando desde hace 4 años, comencé vendiendo verduras, esto lo estoy haciendo por mí y para ayudar a mi familia, ahora estoy trabajando, pero sólo pasando el punto y además ya tengo mi propia mercancía», contó Moisés, resaltando que en ningún momento ha dejado sus estudios, ya que lo acaban de promover a 4to año de bachillerato.
Trabajo aumenta
El trabajo infantil en Venezuela para 2008, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), contabilizaba que 81.000 niños se estaban dedicando a trabajar, a través de este último boletín, la Central de Trabajadores Únete realizó un análisis en el que estiman que de 24 mil a 32 mil niños se incorporaron a cualquier forma de trabajo sólo en los últimos dos años, por lo que la cifra aumentó alrededor del 60%.
La Central Sindical pidió al Gobierno dejar la opacidad en la información oficial de las estadísticas sociales y además cumplir con el convenio sobre el trabajo infantil para atender esta «urgente» situación, que lleva a los sectores más vulnerables de la población, inclusive a ser presa fácil de bandas y la explotación sexual.
En el estado Lara, esta situación es confirmada desde el Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescente (Cpnna), que asegura que el trabajo infantil en la entidad aumenta diariamente.
«El trabajo infantil aumenta todos los días, pero la credencial de trabajo que se da es para trabajos que no sean riesgosos», manifestó Carlos Chávez, desde el Consejo de Protección, quien precisó que hasta el momento sólo han otorgado el 40% de las credenciales de trabajo.
Chávez resaltó que el abordaje que realizan desde el consejo se está haciendo en todas las parroquias del municipio Iribarren, destacando lugares como Mercabar, El Manteco, ferias de verdura, semáforos, entre otros.
«Aquellos niños que han trabajado desde temprana edad, ya como estado venezolano abordamos junto a la Fundación del Niño y el Sistema de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, y a través de programas de formación educativa junto al Consejo Municipal de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, quienes son los encargados de impartir las orientaciones», comenta, señalando que de la data interna que llevan un 60% son de orientaciones.
Como estos pequeños hay muchos en la entidad, quienes han tenido que sobrevivir y buscar cómo llenar sus estómagos diariamente, pues el hambre da todos los días.