El 450 aniversario de Caracas encuentra a la capital sumida en la peor de las crisis de salud que haya atravesado: falta de planificación y de atención para áreas prioritarias, disminución de camas hospitalarias y de quirófanos, pero, sobre todo, reducción de la confianza de los ciudadanos en la salud pública.
María Rodríguez creció en La Palomera, una zona popular del municipio Baruta. Cuando tenía 13 años, en la década de 1980, hubo que operarla a corazón abierto en el Hospital Universitario de Caracas. No recuerda que en ese entonces su papá haya tenido que comprar algún insumo para que la pudieran atender y su paso por el hospital no dejó mayor recuerdo que el trauma de una intervención que hurgó dentro de su pecho con la tecnología de la época.
Varios lustros después, María ya no vive en un barrio, sino en una casa en Manzanares, una zona que antes de la crisis que consume a Venezuela era de clase media. Hace dos años se encontró con que a su hija, que ahora también tiene 13 años, le diagnosticaron un padecimiento cardíaco llamado síndrome QT prolongado, que afecta los latidos de su corazón.
“Su vida depende de una pastilla, que no consigo, y sin eso, se puede morir. Ya no vivo en una zona popular, pero lamento mucho no poder darles a mis hijas la atención que yo recibí”, dijo en medio de una manifestación opositora.
Habla con propiedad, a su hija la remitieron al Cardiológico Infantil, una institución con infraestructura del primer mundo, pero sin especialistas.
“Allí no hay médicos, sino técnicos. Cuando fui para allá estallé en llanto. Había una sola doctora rodeada de seis ‘técnicos’ y ninguno entendía los términos médicos que ella utilizaba. Yo habría preferido que mi hija estuviera en una camilla destartalada, como en la que yo estuve, pero con la mejor atención médica posible. Quería salir corriendo”. La única doctora disponible le confesó que estaba allí como un voluntariado.
A partir de los años 50 de la década pasada, los hospitales caraqueños, tal y como se les conoce ahora, comenzaron a levantarse –como el Hospital Universitario de Caracas- o en algunos casos a restaurarse –como el Vargas, inaugurado en 1891. Todos, nuevos y viejos, se quedaron sin insumos y hasta sin camas.
En 2012, de acuerdo con las últimas cifras no divulgadas del Ministerio de Salud, los 16 hospitales del Área Metropolitana de Caracas, que hoy deberían estar celebrando los 450 años de la ciudad que los acoge, contaban con una capacidad arquitectónica para albergar 4.862 camas. Solo funcionaban 2.717, poco más de la mitad.
El Cardiológico Infantil, la obra hospitalaria más reciente de la capital, y aquella a donde fue a parar la hija de María, es subutilizado con la ocupación de solo 42% de sus 142 camas. Solo 60 niños son hospitalizados al mismo tiempo.
Otra cifra demuestra el declive del sistema de salud en Caracas: en 2008, cuando la exministra Luisana Melo era directora de Salud de Caracas, había 84 quirófanos instalados y menos del 50% estaba en operaciones.
“En los últimos 30 años, con excepción del Cardiológico Infantil, Caracas no ha tenido aumento de camas hospitalarias. Hay una situación estructural, especialmente en hospitales muy especializados, que se concentra en Caracas y que cada vez el país se ha vuelto más dependiente de la capital. El Cardiológico es un ejemplo de mala planificación. Lo ideal era hacer cuatro o cinco centros en todo el país y no centralizar”, advierte José Félix Oletta, exministro de Salud.
No solo la atención cardiológica del país se centralizó en Caracas, sino que dentro de la propia ciudad se le arrancó el apoyo a los servicios del Hospital de Niños, el Hospital Militar y el Universitario y se centraron los recursos en el Cardiológico Infantil.
jm-de-los-ríos-piso-3 Foto: Piso 3 del Hospital de Niños J. M. de los Ríos | María Emilia Jorge M.
“Y terminaron deteriorándose todos los servicios. Ahora la paradoja es que se generó todo un caos porque 70% del Cardiológico está en desuso, se desmanteló por limitación en recursos humanos y tecnológicos”, asevera el médico. Más centros privados
La descentralización hospitalaria que había comenzado en 1990 se echó completamente para atrás luego de la reestructuración de Caracas y la conformación del Distrito Capital.
La distribución de los centros de salud es desigual y la situación no ha sido tomada en cuenta por los gobernantes locales de turno ni por los 16 ministros de Salud que han desfilado por el despacho durante la era chavista.
El municipio El Hatillo, por ejemplo, tiene más de 100.000 habitantes y ni un solo hospital público. En cambio, tiene clínicas privadas, que han crecido exponencialmente en toda Caracas.
En 1998, solo 5% del total de consultas se hacía en el sector privado, en 2011 subió a 35% y en 2013 a 56%, de acuerdo con datos que maneja Oletta.
Las 10 grandes clínicas de Caracas, a excepción del Centro Médico, se construyeron en los últimos 50 años, recuerda Cristino García, de la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales. El Ávila, Metropolitana, Leopoldo Aguerrevere, Santa Sofía. Clínicas de referencia que tienen menos de cinco décadas.
Esos centros han sido pioneros en la adquisición de tecnología de punta en cuanto a evolución de tratamientos y métodos diagnósticos. “Las resonancias tienen 15 años, las tomografías 20 como máximo”.
García encuentra que, en los últimos 10 años, el deterioro del sistema público de salud ganó adeptos para las clínicas privadas. El desvío de fondos que antes eran del Ministerio de Salud para crear Barrio Adentro, la reducción de la inversión en el sector que pasó de 8,3% del PIB en el 2000 a 5% en 2016, y la debilitación de los procesos de mantenimiento preventivo de equipos e infraestructura minaron la confianza de los caraqueños en sus hospitales y los obligaron a migrar a los centros de atención médica privada.
El otro aliciente para la creación de clínicas fueron las cláusulas de hospitalización en centros privados que comenzaron –antes de los gobiernos chavistas- a otorgar las contrataciones colectivas de los empleados públicos, indica Carlos Walter, director del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela.
“Las empresas aseguradoras solían estar en el del sector privado. Con Chávez, el Estado creó empresas aseguradoras que prácticamente son del Estado y bajo las pólizas de esas empresas se amparó a más empleados públicos y su grupo familiar”, detalla.
El problema: con más de 85% de escasez en insumos y medicamentos, de acuerdo con la Federación Farmacéutica de Venezuela, y la necesidad de importar más del 90% de las medicinas y las materias primas para fabricar las pocas que se hacen en el país, las clínicas se han convertido en las únicas con músculo económico suficiente a costa de unas facturas altísimas a las que pocos ciudadanos pueden seguir el paso.
Medicina de guerra, problemas de salud pública y propuestas
Los problemas de salubridad que se ponen de manifiesto en el interior del país, se replican al calco en el Área Metropolitana de Caracas.
La imposibilidad de disponer de agua potable de manera continua, los asentamientos improvisados en cerros y pendientes –que ni siquiera tienen manejo de aguas negras y de basura- y la poca planificación para la urbanización en áreas en las que proliferan vectores transmisores de enfermedades agravan el panorama de la salud en la capital.
Ampliación de la Maternidad Concepción Palacios. A inicios de los años cincuenta la creciente población de la capital requería de nuevos centros dedicados a la salud, la antigua maternidad Concepción Palacios ya no podía atender la demanda por lo cual se hizo necesario planificar una ampliación que permitiera una atención adecuada para los caraqueños. Para 1956 estaban listos los planos y diseños del nuevo edificio de 8 pisos y 496 camas, el cual estuvo listo para 1957 pero no fue sino hasta el 4 de Enero de 1959 cuando sería inaugurada por el presidente Doctor Edgar Sanabria. El nuevo edificio llevo la capacidad de la Maternidad Concepción Palacios a 640 camas, adicionalmente se agregaron espacios para el cuidado de neonatales, atención de enfermades ginecólogicas, medicina interna, cirugía, urología entre otras. En sus inicios la MCP contaba con murales de Mateo Manaure a sus lados los cuales fueron eliminados en años recientes. En el año 1972 la Maternidad Concepción Palacios obtuvo el récord mundial como el hospital con más partos en un solo año a nivel mundial con un total de 47.757 casos registrados. #Maternidad #MaternidadConcepcionPalacios #ConcepcionPalacios #SanMartin #Caracas #MateoManaure #OldBuilding #Architecture
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Y a eso hay que añadirle el drama más transversal de todos los venezolanos: la inseguridad.
“El Ministerio de Salud no ha acometido el problema de la violencia como un problema de salud pública, como parte de las políticas sanitarias, ni a nivel nacional ni a nivel local. Por lo tanto, no se pueden atender las emergencias de forma apropiada, no hay adecuada atención prehospitalaria, y en la práctica el sistema de emergencia está en el suelo”, critica Oletta.
Los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establecen que por cada 25.000 habitantes debe haber una ambulancia. Según eso, la Gran Caracas, con casi cinco millones de residentes -según el último censo del Instituto Nacional de Estadística de 2011- necesitaría al menos 200 unidades. El registro que tiene la Sociedad Venezolana de Salud Pública indica que la flota no sobrepasa las 10 ambulancias en toda la ciudad.
“Nuestros hospitales públicos se han transformado en hospitales de guerra. Departamentos quirúrgicos, 70% de las emergencias son derivadas de violencia por heridas de arma de fuego, armas cortantes, y eso resta capacidad de atención a emergencias naturales y se lleva también los recursos, pues después no hay material médico quirúrgico para cirugías electivas”, completa el exministro.
En los últimos años, Oletta ha preparado una serie de propuestas para Caracas. Lo repite de nuevo, con la esperanza de que al apagar las velas por vez número 450, el sistema de salud de la capital dé un golpe de timón.
Sugiere que se descentralice la provisión de salud y haya organización mancomunada de los municipios del Área Metropolitana; se implementen fases que contemplen los déficits de infraestructura, las diferencias en el estado de salud de la población según municipios y los niveles de organización; se elaboren nuevos modelos de gestión; y se aumente la capacidad de respuesta del sistema de asistencia médica ambulatoria y de hospitalización ajustadas a las necesidades epidemiológicas y demográficas de los próximos 10 años en la ciudad.
Fuente: El Estìmulo
Fecha: 25 de julio de 2017