Hoy, cuando en Venezuela se han registrado, de acuerdo con cifras gubernamentales, 77 casos positivos para COVID-19, 82 % de los venezolanos no tiene un suministro de agua de manera continua y la que recibe de manera esporádica es de dudosa calidad o no potable. Así se desprende del reporte de la Emergencia Humanitaria Compleja que elaboraron varias ONG, entre las cuales está la Fundación Aguas sin Fronteras.
Esta fundación destacó que entre estos 28.621.000 de venezolanos, se cuentan los más de cuatro millones de habitantes de zonas rurales, que han quedado desabastecidos de agua luego de que en 2007 se eliminara el Programa Nacional de Vivienda Rural con sus servicios conexos de agua potable y correcta disposición de excretas y aguas servidas.
El desabastecimiento de agua potable es cada vez más agudo. Regiones como Aragua, Carabobo y Cojedes, que dependen del suministro del Sistema Regional del Centro (SRC) y que se abastece de los embalses Pao-Cachinche, Pao–Las Balsa, Guataparo y Camatagua, respectivamente, padecen un grave déficit del servicio de agua potable, que en algunas comunidades lleva meses e inclusive uno y dos años.
Se calcula que seis millones de habitantes son atendidos con el SRC, o comúnmente conocido como el Acueducto Regional del Centro, junto con otros sistemas aislados, que también aportan agua a la ciudad capital, Caracas y a San Juan de los Morros, en el estado Guárico.
Hidrocentro, la empresa operadora del Sistema Regional del Centro (SRC I y SRC II), cuenta con una capacidad instalada para producir 19.280 litros por segundo (LPS) a través de 16 plantas potabilizadoras, 494 fuentes subterráneas (244 pozos en Aragua, 197 en Carabobo y 53 en Cojedes) y 15 fuentes superficiales. Con esta producción se generan 305 litros por día (LPD).
El Acueducto Regional del Centro operado por Hidrocentro -explica el ingeniero Jesús Castillo, presidente de la asociación civil- presenta fallas en la distribución, que ocasiona una disminución cercana de 40 % del agua que debe distribuirse en la región central.
Costear el llenado de un pequeño tanque de 2500 litros equivale a la compra de tres productos de la cesta básica. No puede pagar los 10 dólares que le cobran por suministrarle agua en su vivienda.
En algunos sectores del estado Aragua, el agua se recibe por tuberías cada 21 días, lo que obliga a cientos de familias, la mayoría de escasos recursos, a destinar 40 % de sus ingresos para adquirir agua, muchas veces de dudosa procedencia.
Según una encuesta realizada, «3 de cada 4 caraqueños no recibe agua regularmente y solo 18 de cada 100 reciben agua a diario. Asimismo, 58 % de los consultados indicó que reciben agua en un período que oscila entre 2 o 3 días, hasta 1 vez por semana y al menos 5 % la reciben con una periodicidad de un mes o más. Es decir que 63 % de los consultados tienen un racionamiento de agua entre mediano y alto».
Venezuela es el país con las mayores reservas de agua dulce del mundo. Cuenta con alrededor de 90 cuencas hidrográficas, con un potencial hídrico superficial que supera 1 millón de millones (1.000.000.000.000) de mᶟ/año y más de 8000 millones (8.000.000.000) de mᶟ/año en potencial hídrico subterráneo. La descripción está en el artículo «La gestión de los recursos hídricos: un factor en la crisis humanitaria en Venezuela», del ingeniero Luis Alejandro Padrino, que fue publicado en la revista web la iagua.es.
Aunque un país rico en recursos hídricos, paradójicamente, desde 2014, en todo el país existe un grave problema de déficit del servicio de agua potable. El Gobierno se lo atribuye a los períodos de sequía y a los efectos de El Niño.
Los expertos en materia hídrica coinciden en que la mayoría de los embalses de Venezuela, y en particular los de la región central del país, se encuentran en franco deterioro, producto de una total desatención por parte del Estado.
Según información presentada por la comisión mixta de la Asamblea Nacional en el período 2010-2015, el Gobierno gastó $42 millardos en una nueva infraestructura eléctrica. Pero la crisis del Sistema Eléctrico Nacional quedó en evidencia cuando en marzo del 2019, Venezuela vivió un apagón general.
En este momento, cuando el acceso al agua es más urgente para evitar y prevenir cualquier contagio por el COVID-19, en Venezuela el desabastecimiento de agua es la principal causa en el incremento de enfermedades de origen hídrico.
El almacenamiento del agua constituye un foco de crecimiento de vectores de enfermedades como zika, dengue y chikungunya, entre otras.
Y mientras el gobierno de Venezuela ha dispuesto 46 hospitales centinelas para la atención de casos de COVID-19 que se confirmen en el país, la Encuesta Nacional de Hospitales 2019 refiere que 78 % de los centros de atención de salud pública reportaron fallas en el servicio durante el año pasado.
El 70 % de los hospitales reportan intermitencias en el servicio y 20 % reportan que nunca reciben agua durante la semana.
Con información de Crónica Uno.