Quinientos veintiocho. De acuerdo con la Organización No Gubernamental Foro Penal, ese es el número actualizado de presos políticos en Venezuela, quienes, aseguran sus familiares, son sometidos por funcionarios del Gobierno de Nicolás Maduro a múltiples tratos crueles e inhumanos, prohibidos en el numeral 2 del artículo 46 de la Constitución.

Sus muñecas están rotas, perdieron la audición y no tienen noción del tiempo. Fueron detenidos sin orden judicial, desaparecidos por días y presentados en tribunales a destiempo. Esta es la situación de los presos políticos a los que se les aplica un patrón de violencia por oponerse políticamente al “proyecto revolucionario” del chavismo.

El Gobierno los llama traidores a la patria, pero es incapaz de presentar pruebas que lo certifiquen; por el contrario, los somete a un retardo procesal y a una situación de incertidumbre que trastoca su círculo familiar.

Según Foro Penal, de los 528 presos políticos, 483 son hombres. Aquí se cuenta la historia de cuatro de ellos, dos civiles y dos militares, a quienes el Estado les ha negado la atención médica, el derecho a la defensa y la visita familiar.

Vasco Da Costa

Poco más de cinco meses en libertad tenía Vasco Da Costa cuando fue detenido por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). Sin orden de allanamiento ni de aprehensión, entraron a la fuerza a la vivienda de Da Costa el 16 de abril de 2018, lo golpearon y lo trasladaron a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), en Boleíta Norte, donde fue torturado durante 10 días.

Golpes en los oídos que lo aturdían fueron los primeros tratos crueles e inhumanos que recibió. Según el relato de su hermana, lo mandaron a desnudarse y lo patearon en el abdomen para obligarlo a evacuar y luego ensuciarle el rostro con sus propias heces. Lo colgaron hasta que se desmayara y, posteriormente, lo despertaron a patadas. También golpearon su cabeza contra el piso, le colocaron agujas en el tórax y lo conectaron a cables para darle corriente. Este ciclo lo repitieron una y otra vez.

Como consecuencia de las torturas, relata su familiar, el líder del Movimiento Nacionalista presentó un enrojecimiento en el ojo izquierdo, y en mayo de este año le diagnosticaron un tumor que, al momento de ser operado, el 10 de julio, medía 12 centímetros y estaba muy pegado al globo ocular.

Yorfran Quintero

A Yorfran Quintero le quitaron seis dientes con un alicate en la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). Está detenido desde el 15 de abril de 2018 y fue acusado de instigación a la rebelión y ultraje al centinela, los mismos delitos que le imputaron a Vasco Da Costa, a quien conoció estando en la cárcel.

Sus familiares aún no identifican qué cuerpo de seguridad lo apresó, solo afirman que fue a visitar a su pareja, quien se encontraba detenida desde el 27 de febrero en el Comando de la Guardia Nacional, ubicado en Altamira, por protestar. A Quintero solo le pidieron la cédula de identidad y se lo llevaron de forma arbitraria a la Dgcim.

Aunque Quintero no ha sido torturado físicamente en Ramo Verde y le permiten visitas regulares, su caso está paralizado, porque no tiene un tribunal militar de juicio y no ha recibido atención médica para tratar una úlcera. Sus familiares aseguran que desde hace varias semanas Quintero evacúa y vomita sangre.

Luis Humberto De La Sotta

Desde hace 14 meses está encerrado en el sótano de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) por supuestamente preparar un golpe de Estado, junto a María Corina Machado, dirigente de Vente Venezuela.

No obstante, previo a la detención arbitraria, De La Sotta denunció que el vicealmirante Edward Ojeda Sojo, segundo comandante de la Infantería de la Marina, utilizaba los vehículos de la Unidad de Acción de Fuerzas Especiales de la Armada para trasladar materiales con los que construía una vivienda. Además, se estaba quedando con el alimento destinado para la tropa y con los recursos para reparar unos equipos de la unidad.

Su hermana, Molly De La Sotta, denunció que los primeros cuatro días estuvo en una celda de castigo, llamada “El Tigrito”, donde le aplicaron asfixia mecánica, lo amarraron, golpearon sus oídos y rompieron las muñecas.

De La Sotta denunció ante la jueza los malos tratos que había recibido, pero ella solo respondió que no era su competencia atender el reclamo y procedió con la juramentación de un defensor público.

“El cuarto de los locos”, otra celda oscura en la que ni siquiera podía verse las manos ni hacer sus necesidades fisiológicas, fue su destino al salir del tribunal. Los golpes, la asfixia mecánica y el aislamiento continuaron hasta el día 36 de detención, cuando su madre pudo verlo y notar que había perdido la audición en un oído, tras las golpizas. Sus familiares ya habían denunciado ante la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio Público la desaparición forzada y solicitaron al defensor público impuesto, Enrique Simeone, que pidiera a la Dgcim una fe de vida, la cual nunca se obtuvo.

Igber Marín Chaparro

Veinte kilos ha perdido el teniente coronel del Ejército Ígbert Marín Chaparro durante 17 meses. Desde el 2 de marzo de 2018 se encuentra recluido en el sótano de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim) en Boleíta. Su delito fue decirle al entonces comandante del Ejército, Jesús Suárez Chourio, y al ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, que la crisis económica estaba alcanzando a la tropa del 312 Grupo de Caballería Motorizada General de Brigada Juan Pablo Ayala, la cual comandaba.

Su esposa Yocelyn de Marín argumenta que al Estado le incomodaba la aceptación que tenía el teniente coronel en las filas de la Fuerza Armada Nacional y por ello lo han torturado durante un año y cinco meses.

En los primeros 67 días de detención arbitraria, Marín Chaparro estuvo encerrado en una celda con sus manos esposadas y sin la posibilidad de que sus familiares pudieran conversar con él o conocieran cómo se encontraba su salud. Fue sometido a asfixia mecánica, descargas eléctricas, golpes en la cabeza y a torturas psicológicas, que posteriormente le provocaron un temblor en sus manos. De acuerdo con el testimonio de su esposa, el oficial no puede respirar bien y tiene la piel grisácea.

Con información de El Pitazo

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