“¿Nos van a tomar fotos? ¿Vamos a salir en televisión? Y yo que me vine sin maquillaje”, comenta nerviosa Maribel Cruz. Una de las cinco madres con hijos bajo tratamiento en el Cardiológico Infantil Latinoamericano, y que están presentes en una reunión de la subcomisión de salud de la Asamblea Nacional para exponer la crítica situación del hospital.
Una por una tomarán la palabra y con verbo fuerte, informarán sobre lo que se oculta detrás de una estructura enclavada entre las montañas del suroeste de Caracas, en la urbanización Montalbán, que luce muy bien mantenida por afuera pero que se tambalea como una casa de palitos chinos por adentro.
Enith Romero. 42 años
Enith es de Valencia, centro de Venezuela, y su lucha comenzó hace nueve años cuando nació Angely , su hija menor. La pequeña nació con una falla en el ventrículo izquierdo del corazón. Básicamente, no recibe el suficiente flujo de sangre para funcionar correctamente. Lo que afecta su desempeño físico, el accionar de sus órganos y disminuye su calidad de vida. Angely quiere bailar, cantar y ser toda una artista; pero cada vez que sube las pocas escaleras que conectan la planta baja con la superior de su casa, se agota sin remedio.
“Ella es una niña muy jovial, alegre, que quiere hacer muchas cosas. Yo procuro darle la mejor calidad de vida posible y no tratarla como si tuviera algún desperfecto. Ella merece todas las oportunidades del mundo”, comenta Enith mientras aguanta las ganas de llorar. Recuerda que su hija debe tomarse unas pastillas que no se consiguen en el país -anticonvulsionantes-, y necesita una operación para mejorar el flujo de la sangre hacia su corazón, que no es posible practicar en Venezuela.
“En el Cardiológico hay un solo cirujano y no se da abasto. Y, además, los equipos necesarios para operar en el quirófano están dañados. Yo he investigado para ver cuánto cuesta hacer el procedimiento en Colombia, y el precio ronda entre los 21 y 28 mil dólares. No tengo ese dinero”.
Cada vez que Enith habla sobre todo el proceso que ha padecido su hija desde que nació para mantenerse viva una mezcla de rabia y dolor surge de su voz. Sentimientos que sirven de gasolina para que no deje de trabajar por Angely. “Ella necesita esa operación urgente. Y aquí estoy, con las demás madres, luchando para que las autoridades del país se den cuenta de lo grave que están nuestros hijos. De lo grave que está el Cardiológico”. Su niña es una de las que está en lista de espera.
Maribel Cruz. 33 años
Maribel es ama de casa a tiempo completo. Tomó esa decisión hace cuatro años cuando nació su hija Luinmary. Su esposo es mensajero para una institución pública, y el poco dinero que gana al mes se divide entre las medicinas que requiere la pequeña, pagar los gastos de la casa, comprar comida y proveer una especie de calidad de vida que siempre está amenazada por la escasez, la inflación y el vaivén económico de Venezuela. “Estoy pensando en volver a trabajar. Ya no nos alcanza el dinero”, dice esta madre. Está decidida a que su descendencia no padezca.
Luinmary nació en la Maternidad Concepción Palacios, al oeste de Caracas. Durante el control de su embarazo a Maribel no le informaron que la bebé venía con una condición cardíaca. Las principales venas que llevan sangre a los pulmones y al corazón se sobreponen, lo que complica el flujo sanguíneo, haciendo que el corazón se debilite con cada latido. “A los trece días de nacida la noté con una respiración entrecortada, y se estaba poniendo morada. La lleve al Hospital Militar y de ahí me la remitieron al Cardiológico”, cuenta Maribel.
La primera operación fue al día siguiente del ingreso de Luinmary al Cardiológico. Tenía quince días de vida.
“Durante su primera operación la trataron como a una reina. Tenía enfermera dedicada a ella las 24 horas del día, una cuna privada y todos los aparatos que necesitaba funcionaban. La segunda operación fue más complicada y la niña tuvo momentos difíciles. Estuvo varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos”, apunta a la vez que no se puede sacar una idea de la cabeza: su hija necesitará a futuro una tercera operación. Un cateterismo. Una operación que actualmente no está realizando el Cardiológico Infantil por falta de insumos.
“Yo estoy mentalizada en que mi hija tenga una vida normal. Pero no dejo de luchar ni de levantar mi voz ante la crítica situación que padece el Cardiológico. Mi hija va a revisión semestral con su cardióloga en una consulta privada. Cada consulta ronda los diez mil bolívares. Es un sacrificio que hago por ella, pero sé que si el hospital estuviera funcionando como debe, no tendría que pagar ni un céntimo”.
Iris Petra. 31 años
Iris es la menor del grupo de madres que hablan ante la subcomisión de salud de la Asamblea Nacional. Sus manos y su cuello aún denotan el brillo de la juventud. Su hija, Isis, tiene cuatro años. Nació con el ventrículo derecho más pequeño que el izquierdo. También, las venas que van a su corazón se sobreponen.
“A los seis meses del embarazo me dijeron que la niña nacería con esa condición. Desde entonces me he estado preparando para esta lucha”.
Iris cuenta que su niña recibió una primera operación en 2013. La trataron muy bien en el Cardiológico, y su control funcionó al día hasta finales de 2014. “Luego, me dijeron que mi niña podría necesitar un cateterismo en el futuro. Pero el hospital no está haciendo esa operación porque no cuentan con insumos. Eso me tiene preocupada. Por eso, desde este momento, estoy moviéndome por todos lados para que cuando llegue el momento, estar preparada”.
Ellas viven en el barrio La Unión de Petare en Caracas. Conviven entre los conductores de Jeeps que se van a protesta, a cada rato, para aumentar el precio del pasaje. Y las discusiones con el consejo comunal para conseguir la bolsa de comida subsidiada que venden de los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción (Clap). La niña toma aspirinas, y sólo las consigue con una tía que se las trae de Colombia. “Antes nos la daban en el Cardiológico. Eso se acabó hace dos años”.
Un poco de historia contemporánea
El 28 de agosto de este año, en El Estímulo publicamos “El Cardiológico Infantil Latinoamericano dejó de ser la joya del chavismo“. Una crónica que generó una reacción bastante dispar de la directiva. Extraoficialmente conocimos que la directora, Isabel Iturria, sólo reclamó que ella “no llega con guardaespaldas” al lugar.
No habló nada sobre el único cirujano cardiovascular en el hospital, o los tres anestesiólogos, cinco intensivistas, seis médicos adjuntos y siete residentes disponibles. Al principio, se quería que estudiantes de medicina de todos los países de América Latina vinieran al Cárdiológico para especializarse. Hoy sólo hay dos: un cubano y un uruguayo.
Hay veinte camas para hospitalización y un solo quirófano. El resonador tiene cuatro años dañado, el tomógrafo tres y para los Rayos X sólo funcionan dos máquinas: una portátil y otra fija. Antes había seis para tomar radiografías.
Cifras que recortan los latidos.
FUENTE: EL ESTÍMULO
FECHA: 07 DE NOVIEMBRE, 2016