Todo el mundo pudo verlo: Nicolás Maduro dijo bien clarito en un video que dos guerrilleros como Iván Márquez y Jesús Santrich, miembros de aquellas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que el Tratado de Paz logró desmovilizar, eran bienvenidos por él y por su dictadura.
Y apenas unos días después, como si todo formara parte de la misma farsa, ambos sujetos aparecen liderando una supuesta disidencia de las FARC desde la frontera, leyendo un manifiesto lleno de ribetes y exageraciones, imagino que producto del delirio y el trasnocho de quienes no tienen argumentos políticos y optan por seguir la ruta de la violencia.
Sin embargo, el mundo entero sabe que esos hombres ahí lo único que estaban diciendo era que tienen pensando seguir matando y seguir extorsionando, mientras se benefician del narcotráfico.
¡Así que con razón el usurpador Nicolás Maduro se adelantó a darles la bienvenida!
Si lo revisan con atención, se darán cuenta de que ambos tienen prácticamente el mismo modelo de negocio: tanto el régimen como las FARC han decidido sobrevivir políticamente a punta de amenazar con la muerte, apoyar al narcotráfico y enriquecerse junto a quienes les alcahueteen el camino. Y lo más importante: disfrazándolo todo de una supuesta revolución.
¿Y quiénes salen beneficiados de todo esto? Es evidente que aquellos que pretenden desestabilizar la región y volver a inyectarle la dosis de zozobra que necesitan para que la cantidad de Estados y democracias serias que apoyan el cese de la usurpación crean que en Miraflores se han robustecido.
Sin embargo, ya nadie les compra el cuento. Sobre todo porque lo que está pasando con las FARC es demasiado evidente, al mismo tiempo que vergonzante.
Maduro ha decidido ir en contra de la soberanía y le ofrece a las FARC las tierras venezolanas como su campamento, como su base y escondite. ¿Con qué intención? Dos más dos es cuatro. En medio de unas sanciones que tienen al dictador contra la pared, ambos se benefician de mantener las dinámicas del narcotráfico con las dos últimas herramientas que les quedan: la violencia y la sinvergüenzura de una camarilla que se benefician del negocio.
Más de uno sabrá también que esto no es primera vez que se pone en evidencia. Desde los tiempos de Hugo Chávez la supuesta revolución ha alcahueteado y financiado a las FARC, permitiendo incluso que pueblos enteros de nuestra frontera hayan sido arrasados por esas tropas asesinas.
¿Cuál es la diferencia ahora entonces? Más de uno me dirá que peco de optimista, pero estos no son los tiempos de Hugo Chávez comprando conciencias y financiando grupos irregulares, a punta de petróleo regalado y un barril a cien dólares.
Esa manguangua se les terminó. A Maduro y a sus cómplices.
No solamente por las sanciones impuestas por varios países, que han hecho que a esta dictadura le deje de entrar el dinero que les permitiría seguir financiando su modelo hambreador.
También se les acabó porque destrozaron PDVSA y ya no tienen la liquidez de cuando los movimientos populistas de la región veían a Venezuela como a un vecino rico que iba por ahí financiando a los corruptos generadores de miseria durante más de una década.
Yo soy un líder que cree en la democracia. Creo que las democracias hay que cuidarlas, vigilarlas y blindarlas contra la demagogia y su manera de conducir los pueblos al totalitarismo. Y por eso sé que esto que pretende generar Nicolás Maduro en Colombia no funcionará.
Cuando uno lee que opiniones y voceros tan contrarios, como los ex presidentes Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, se refieren a estos disidentes de las FARC como un factor que debe ser anulado, se entiende que Colombia está decidida a defender su estabilidad y con eso la de la región.
Así que cuando el excomandante de las FARC, Rodrigo ‘Timochenko’ Londoño, dice que “a pesar de los obstáculos y dificultades, estamos convencidos que el camino de la paz es acertado”, condenando a la disidencia, uno puede intuir que Iván Márquez sabe muy bien que ya nadie les compra el argumento de “levantarse en armas contra la opresión”, porque es sabido que están ahí por el billete.
Un billete que se mantiene gracias a Nicolás Maduro y al modelo de negocio de la extorsión, el secuestro y el narcotráfico. Sin embargo, eso les llega hasta ahí: destrozaron PDVSA y el aparato productivo, no tienen cómo hacer gasolina para comprar políticos, perdieron la confianza de los bancos, hasta países como Turquía y Arabia Saudita le empezaron a sacar el cuerpo, en la región ni los nombran, nadie quiere una foto con ellos sino un grupito de asesinos disidentes, incapaces de hacer política de una manera valiente y comprometida.
Es evidente que también intentarán meterse a desestabilizar en Argentina, viendo cómo meten sus garras allá. Y por eso me voy a permitir pedirle algo a los venezolanos que me leen y viven en Argentina, porque sé que son bastantes.
Aunque el kirchnerismo esté cantando victoria antes de las elecciones, háganle algunas preguntas a quienes conozcan y crean que las cosas van a mejorar con el ascenso de Cristina Kirchner al poder, con esa máscara lamentable en la que se ha convertido Alberto Fernández.
Ahora que tuvieron que reconocer que su cómplice de otros tiempos es un dictador, pregúnteles si creen que el kirchnerismo va a poder hacer lo que hizo alguna vez sin que Venezuela tenga cómo regalarles gasolina para subsidiarla.
Pregúntenles si ya olvidaron que Hugo Chávez, con el dinero de los venezolanos, compró los bonos de la deuda argentina a cambio de que la aplaudieran sus gracias de totalitario. Y luego háganles saber que sus aplausos convirtieron a Venezuela en esta dictadura asesina y que ya ese dineral no existe.
Díganles que ya nadie les va a cambiar petróleo por soja. Díganles que ya no somos aquellos primos ricos. Díganles que eviten caer en esa trampa, porque esta vez el kirchnerismo les exprimirá el dinero a ellos como alguna vez lo hizo con nosotros.
El apoyo a Venezuela y a la Presidencia Encargada de Juan Guaidó por parte de los países de la región ha puesto en evidencia una cosa: aquellos tiempos de los discursos tramposos y demagógicos mantenidos en el poder gracias a las mafias está llegando a su fin.
Son muchas las cosas que hay que revisar y corregir en nuestras democracias, empezando por la justicia social y el progreso de quienes menos tienen, pero la misma voluntad democrática del continente que ha apoyado a Venezuela sabrá apoyar a Colombia en este momento.
Los procesos de paz son muy complejos y creo, personalmente, que esta no será la única crisis que vivirá la paz en Colombia. Sin embargo, los demócratas debemos estar a la altura de las circunstancias y entender que la estabilidad de la región vale lo suficiente como para evitar el ascenso de los demagogos, de la violencia y del totalitarismo.
Y por eso estamos en esta lucha juntos, como un mismo cuerpo, entendiendo que es momento de que América Latina viva la Libertad y la Democracia que sus pueblos merecen. Cuentan con nosotros y nosotros contamos con ustedes.
¡Que Dios bendiga a nuestros países y a nuestra Venezuela!