Yulai Figueroa tomó el pendón que dice “yo soy presidente” —uno de esos que Nicolás Maduro desplegó por las avenidas de Caracas para reafirmar que el 10 de enero él seguía siendo el presidente—, tachó la frase y la sustituyó por “yo soy docente”. En la franja roja de la bandera escribió “paro nacional ya 15-E”. Salió de la Catedral de Caracas con la bendición de Dios tras la ceremonia religiosa por el Día del Maestro, con su emblema al frente comenzó a marchar, junto con sus colegas, hasta el Ministerio de Educación en Carmelitas.

El grito de “ministro, presta atención. Tú eres el que niega el derecho a la educación”, rompió filas. Yulai extendió su pendón y se unió al coro de unas 150 personas que fueron convocadas por la Coalición Nacional Sindical de Maestros en protesta a la violación de la segunda convención colectiva que el ministro Aristóbulo Istúriz mantiene desde agosto del año pasado.

Se le atarugan las palabras cuando intenta enumerar las deudas pendientes que Istúriz tiene con los maestros. Las tablas salariales se perdieron, el docente VI, por ejemplo, pasó de percibir 12,57 salarios mínimos a 1,48 tras la reconversión monetaria, a las escalas las dejaron sin efecto.

Sin HCM ni seguro funerario, adeudan un aumento de 40% correspondiente al mes de octubre de 2018 y uno de 60 % que debería entrar en vigencia este mes, comienza a detallar Yulai. “Nos están pagando un salario único, pero cada vez nos exigen más. Hasta nos ponen represalias por protestar. Los niños tienen la educación, pero si nos tienen mal pagados, no podemos dar educación de calidad a nadie”.

La quincena de Yulai se agotó el mismo día que la recibió. Fueron 4500 bolívares, “un 4, un 5 y tres 0”, dice. “¿Qué hace un docente con eso? Qué como, cómo pago el pasaje. Mi esposo también es docente. Imagínate cómo es mi casa de precaria”.

Los maestros están olvidados, pero este martes recordaron en las puertas del Ministerio de Educación que existen como gremio. Incluso, desde el pasado 7 de enero, los docentes de unas 15 escuelas públicas en Caracas se mantienen en paro técnico y en asambleas permanentes. “Ah, cerraron las puertas del ministerio”, se queja Yulai.

“Pusieron a trabajar a los policías”, dice otra maestra cuando ve desplegarse en la entrada a un contingente de la Policía Nacional Bolivariana. Yulai se sorprende y no duda en citar el artículo 68 de la Constitución: “Tenemos derecho a la protesta, de manifestar de forma libre”. Toma agua y replica: “Paro nacional ya. El paro es en la escuela”.

A ratos los maestros miraban hacia arriba, buscaban reconocer en los ventanales del edificio algún rostro que les diera respuesta. Algunas caras se asoman de reojo, Yulai los saluda: “Hola a todos los que están arriba”. Los maestros le gritan a una edificación que también muestra grietas y filtraciones en sus ventanas.

Luego de unos minutos, dos funcionarios bajan. Piden formar una comisión de cuatro docentes para que suban a hablar con la dirección de Recursos Humanos del ministerio. “Que baje, que baje”, fue la respuesta al unísono. El jefe de División y Seguridad del Despacho, Cesar Verde Martínez, le dice al oído al hombre que pide la comisión: “Que se organicen, nadie va a bajar”.

Al final subieron los maestros y los funcionarios les pidieron la cédula laminada. Entre esos, Elvia Ochoa, del Sindicato Nacional Fuerza Unitaria Magisterial: “El patrón se ha olvidado de nosotros y como no nos hacemos sentir, nunca nos escuchan. Pero hoy el maestro tomó conciencia y salió unido en defensa de nuestros derechos contractuales”.

Con información de Crónica Uno

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