La escena se repite y es desgarradora. Miles de familias se despiden de sus seres queridos en busca de un futuro que no encuentran en su Venezuela natal. Es que la histórica crisis que vive el país caribeño provoca que miles de personas dejen Venezuela para conseguir oportunidades de progreso en algunos casos, y en otros más extremo, la posibilidad de comer y sobrevivir.
Quienes se quedan, lo hacen con la angustia de no saber cuál será su futuro. Los que se van, deben comenzar una nueva vida en países como Colombia, Argentina o Estados Unidos.
Desplazados por la crisis financiera y social, además del aumento vertiginoso de los niveles de delincuencia y una recesión paralizante, cada vez más venezolanos toman la misma decisión todos los días. Al huir del que alguna vez fue el país más rico de América Latina, personas que antes trabajaban como médicos e ingenieros, choferes de camión y fisioterapeutas, ahora se ganan la vida en supermercados de Londres, como mucamas en Madrid, conducen para Uber en Miami, pintan casas en Bogotá, limpian mesas en Buenos Aires o lavan ventanas en San Pablo.
Los jóvenes parecen ser quienes se van en mayor cantidad. En las terminales de ómnibus -el medio más utilizado por quienes emigran- la escena se repite: madres, hermanos, familiares y amigos que, en medio de la angustia y desesperación, despiden a sus seres queridos.
Por ejemplo, quien fuera el secretario de educación del estado Miranda, Juan Maragall, dijo que solo en esa entidad unos 10.000 menores abandonaron las aulas este año: un 9% de la matrícula de primaria y un 13 % de la secundaria.
El primer día de clases, el promedio de asistencia de alumnos en Miranda fue del 17%. En todo el país, el año escolar comenzó con 251.180 alumnos de inicial, primaria y secundaria menos, de acuerdo con la cifra ofrecida por el ministro de Educación, Elías Jaua, que ubicó en 7.195.335 el número de inscriptos, y que contrasta con los 7.446.515 reportados en enero por su antecesor, Rodulfo Pérez.
El panorama en las universidades es similar. La Universidad Central de Venezuela produce cerca de 400 documentos diarios como notas certificadas a estudiantes que planean emigrar y probar suerte en otros países.
El éxodo es la dimensión humanitaria internacional de las diversas crisis internas de Venezuela. Hasta 2.2 millones de venezolanos, de un total de 30 millones, hoy viven en el extranjero y las cifras aumentan con rapidez a medida que el país se hunde en la hiperinflación, la crisis de la deuda y el autoritarismo.
La Organización de las Naciones Unidas documentó que las políticas del gobierno buscan “reprimir sistemáticamente… e infundir temor” a casi 80,000 venezolanos quienes solicitaron formalmente asilo en 2017.
Escapan a todos lados. En Estados Unidos, ahora los venezolanos se encuentran en el tope de la lista de personas que solicitan asilo, por delante de México, China, Guatemala y El Salvador. En España, las solicitudes de venezolanos superan a las de Siria y Ucrania.
La economía de Venezuela, desgarrada por una gravísima escasez, se redujo en un tercio en cinco años, una contracción peor que la que sufrió EEUU durante la Gran Depresión. Este año, el Fondo Monetario Internacional pronostica una nueva contracción de 6% y una inflación de 2,000%.
La migración es un claro cambio para Venezuela, un país que tuvo y mantiene las reservas de energía más extensas del mundo. Un país tradicionalmente de inmigrantes, sobre todo de Europa.
El cambio es en especial duro para los ciudadanos colombianos que vivían en Venezuela. Muchos de ellos alguna vez escaparon del conflicto civil en su país impulsado por las drogas y la violencia, para buscar la prosperidad en Venezuela, una nación rica gracias al petróleo. Ahora regresan desesperados.
Publicado por Infobae
04/01/2018