Los casos de diarrea aumentan en el país y especialmente en Caracas, y no parecieran tener expresión localizada ni estrato social particular.

Saturnino Fernández, jefe de cátedra y del servicio de Gastroenterología del Hospital Universitario de Caracas, ha visto un incremento en el número de consultas por infecciones intestinales. La situación no solo se repite en el hospital, en la Universidad Central de Venezuela, sino también en la clínica La Floresta, en Altamira, y el Centro Clínica Vista California, en La California.

“Estamos viendo un aumento en la incidencia de diarreas, no solo por bacterias convencionales, sino por otras menos comunes y de protozoarios patógenos emergentes, como microsporidios o campilobacter. No son más agresivos, pero como no son comunes no se piensa en ellos y el diagnóstico tarda un poco más, antes los veíamos sobre todo en personas inmunosuprimidas”, explica Fernández.

La suspensión de la publicación del Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud complica el monitoreo de las enfermedades transmitidas por agua, que se encuentran entre las 72 que son de notificación obligatoria. Sin embargo, la Sociedad Venezolana de Salud Pública tiene acceso a las planillas EPI-12, en las que se proporcionan los datos con los que se elabora el boletín.

“En 2016, entre las semanas 1 a la 29, el número de casos semanales de diarrea aguda oscila entre 41.000 y 45.000. Los casos de amibiasis intestinal entre 2.000 y 2.500”, dicen en un comunicado.

José Félix Oletta, miembro de la sociedad y ex ministro de Sanidad, realizó cálculos propios para proyectar el número de pacientes con diarrea aguda que se presentarán durante este año: entre 2.132.000 a 2.340.000 enfermos, lo que equivaldría a un aumento con respecto a 2015 de entre 17,20% y 28,63%. La amibiasis y la hepatitis A, ambas transmitidas por el agua, también han aquejado a los pacientes de Fernández.

“Estamos teniendo problemas serios con el tratamiento. A veces los tratamos con alternativas y no con los medicamentos primarios. La medicación de la hepatitis A es sintomática para calmar la fiebre y las náuseas. Pero las bacterias sí necesitan antibióticos y la mayoría no están disponibles. No hay lactobacilos para reponer la flora intestinal, no hay metronidazol, antibiótico para la amibiasis. Eso disminuye la calidad de vida y prolonga el tiempo de tratamiento del paciente”, asegura el médico.

La diarrea y la gastroenteritis se encuentran entre las tres primeras causas de muerte en el mundo y en la región latinoamericana. “El agua no segura para beber y la contaminación a través de la disposición inadecuada de aguas negras son responsables por la gran mayoría de estas muertes”, advierten en el libro Desafíos del Agua Urbana en las Américas, capítulo Venezuela, publicado en 2015 por la Red Interamericana de Academias de Ciencias.

La Organización Mundial de la Salud, en el documento 12 hojas de información sobre sustancias químicas, advierte sobre los efectos nocivos de algunas sustancias cuando superan ciertos niveles de presencia en el agua.

Sobre el amoníaco dicen que pudiera ser indicador de contaminación con bacterias o con residuos. Sobre el aluminio, advierten que puede conferir color y turbidez al agua, además de mencionar la hipótesis de que la exposición a este metal pudiera ser un factor de riesgo para la aparición del alzhéimer. Sobre el hierro, mencionan su capacidad de manchar ropa lavada y accesorios de fontanería.

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