Para “combatir el crimen y el terrorismo”. Ese fue todo el concepto que Nicolás Maduro le dio, el 14 de julio de 2017, a la recién creada Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) para que comenzara a operar como parte de una división de la Policía Nacional Bolivariana (PNB); y que en apenas dos años se ha convertido en la segunda fuerza policial más letal del país, después del Cicpc.

Las FAES nacieron sin siquiera contar con un perfil de formación que fue definido dos meses después, en septiembre de 2017, cuando formalmente inició el proceso de captación y selección del Programa Nacional de Formación (PNF) para el curso de formación policial en operadores FAES, que se dicta en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES) en el centro de formación ubicado en El Junquito.

La oferta para que se inscribieran los nuevos funcionarios delimitaba un perfil bastante básico y sin mayores exigencias: “bachilleres de 18 hasta 25 años, solteros, sin hijos, ni tatuajes”.

Ese uniforme se ha convertido en el primer identificador que los separa del resto de sus compañeros de la PNB: el ahora temido uniforme negro camuflado al estilo Rambo, arma de guerra cruzando el pecho, casco y capucha para taparse el rostro y algunas llevan el sello de la letalidad marcado con una calavera.

En un año los aspirantes deben obtener su certificación después de 836 horas académicas, lo que les permite un boleto directo al entrenamiento en armas “especiales”, que les correspondería como grupo táctico, según el artículo 4 de las Normas para la adquisición, registro y control de armamento, municiones equipos y accesorios para los cuerpos de policía y órganos de seguridad ciudadana que prestan el servicio de policía.

Poco se sabe del fundamento académico impartido. En la página oficial de la UNES solo se presenta a grandes rasgos una definición de todos los Programas Nacionales de Formación (PNF) y afirma que el objetivo “es convertirlos en instituciones humanistas, imparciales, transparentes y confiables”.

Lo que sí se sabe es que a jóvenes que no llegan a 25 años, además del armamento básico de todo PNB conformado por pistolas 9 milímetros y escopetas, se les da licencia amplia para el uso de fusiles de francotirador calibres 5,56 mm (.223) y 7,62x51mm (.308), con cargadores hasta de 5 cartuchos; carabinas de asalto calibre 9X19 mm y 5.56 mm (.223); y sub-ametralladoras calibre 9X19 mm con cargadores de 30 cartuchos.

Material pa’ FAES

“No todo el mundo tiene material para FAES”, dice un funcionario de la PNB, egresado en 2016 del Programa Nacional de Formación en Servicio Penitenciario. Pero no se refiere a la exigencia para poder formar parte de esta división y lo deja claro: “tiene que gustarte mucho echar tiro, pero en serio, porque sabes que vas a matar gente”.

Esa característica no está escrita en ningún perfil pero sí en el entorno. “No hay un proceso de selección demasiado exigente porque puede ser que en una cohorte de recién graduados de PNB, llegue el director y decida que se va a llevar a un grupo directo para el reentrenamiento en El Junquito y resulta que son un montón de carajitos que tienen en promedio 20 años. Y entonces les dan aquel armamento y la pinta, y ellos saben que como son FAES van a estar en ‘la jugada’ y por supuesto le disparan a lo que sea”, agrega el funcionario que reservó su identidad.

Otro funcionario que egresó de la PNB en el PNF de Servicio Policial explica que otra manera de llegar a convertirse en FAES es que los jefes postulen algunos candidatos a los que “les ven material”. Por ejemplo, “si haces un procedimiento de alta envergadura, agarras a un tipo muy buscado o en un enfrentamiento mataste a cinco ‘este es pila, es bueno pa’ eso“. El “eso” al que se refiere es disparar.

A pesar de que en el informe presentado el 5 de julio por la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dedicó un capítulo especial a las FAES y recomendó que el régimen de Nicolás Maduro disolviera de manera inmediata esta división de la PNB calificada como “un grupo exterminio”, dos semanas después la respuesta de Maduro fue asignarles más recursos y darles un respaldo público que de manera directa avala sus acciones.

Las acciones de las FAES una y otra vez describen una especie de modus operandi: los operativos ocurren de noche o en la madrugada, con allanamientos sin orden judicial a viviendas en zonas populares, los funcionarios se cubren el rostro y no tienen identificadores en el uniforme que permitan ver sus nombres o apellidos; los funcionarios hacen el levantamiento de los cuerpos sin esperar a los miembros del Cicpc (único órgano con competencia forense); la toma de los barrios es agresiva y se hace al estilo militar como si estuvieran “cazando” objetivos, por eso los procedimientos son calificados como ejecuciones y no como comúnmente es reseñado en la minuta policial: enfrentamientos, debido a que hay una asimetría en el uso de la fuerza.

Datos de criminalistas y organizaciones defensoras de DDHH revelan que en el país por cada policía fallecido en un enfrentamiento, 122 civiles son asesinados.

Con información de Tal Cual.

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