En vista de que hay personas buscando razones para entender por qué hay que salir a las calles a expresarnos este 1 de mayo, les propongo que evaluemos un solo punto que suele generar reflexiones durante estas fechas tan importantes para los trabajadores: el salario mínimo.
Es una historia vieja que ya hemos visto repetirse una y otra vez. Desde 2013, el régimen de Nicolás Maduro ha tenido que aumentar el salario mínimo un promedio de cuatro veces por año. Y, como parte de su crueldad, cada vez que lo hacen han pretendido contarlo como una buena noticia, para engañar a esos pocos que todavía les creen sus cuentos.
El asunto es que desde hace rato la mayoría del Pueblo no les compra ese embuste, porque saben que cada vez que en Miraflores se ven obligados a aumentar el salario mínimo están reconociendo que ya a la gente no le alcanza el dinero.
Y la gente también sabe que la culpa de ese comportamiento que lleva años repitiéndose no la tienen ni las sanciones, ni la oposición, ni Trump, ni la falacia de «guerra económica» ni ese fantasma que se inventaron en Miraflores y llaman «la derecha». La culpa de todo este infierno económico la tienen unas políticas públicas que se hicieron para darle papaya al grupito de corruptos que han sabido robar a manos llenas desde que llegaron al Poder.
Eso es lo único que hay detrás de los aumentos del salario mínimo que ha hecho el usurpador: una confesión de fracaso que ha repetido en 26 ocasiones durante los últimos seis años que lleva en Miraflores, pero que su enorme y costoso aparato de propaganda ha intentado transformar en otra cosa.
Ahora bien, desde el territorio político, ¿qué es lo que pretenden cuando se tiran un aumento, sin un respaldo de políticas sociales y sin importarle las consecuencias? Pues uno de los objetivos más crueles que ha tenido la mal llamada «revolución bolivariana» desde el primer día: destrozar el aparato productivo nacional y hacer que las familias que menos tienen dependan más y más del régimen.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que cuando un régimen así de cruel, así de indolente y así de asesino aumenta el salario mínimo está haciendo mucho más que comprometer la inflación y la capacidad de compra del venezolano.
Está promoviendo que las mafias de los importadores de alimentos enchufados a negocios como el CLAP se sigan llenando mientras el Pueblo come de la basura. Y lo hacen porque quieren hacernos más dependientes.
Están intentando estimular el egoísmo en los venezolanos, para que cada quien busque cómo resolver «lo suyo», en lugar de salir a protestar unidos en nombre de lo público. Y lo hacen porque quieren apaciguar nuestra capacidad de protesta.
Están apuntando a la idea de atornillarse más al Poder, apaciguando al Pueblo y haciéndole creer a los más débiles y vulnerables que aquí ya no hay salida. Y lo hacen porque saben que un Pueblo unido y esperanzado, con una estrategia clara y disciplina política, los puede sacar de Miraflores incluso antes que cualquier ejército.
Y por eso hay que saber leer las diferencias políticas que hay en este nuevo aumento del salario mínimo que seguramente será anunciado en los próximas horas. En lo particular, me interesa que prestemos atención a tres singularidades de lo que sería una nueva irresponsabilidad económica y fracaso reiterado de Nicolás Maduro.
La primera es que el perverso aparato de propaganda puso a circular el viernes pasado una supuesta edición de la Gaceta Oficial con lo que sería el decreto de incremento. Ese mismo día pasó pena con un docente que le reclamó que la plata no le alcanzaba. Eso es un elemento sintomático que debe estar siempre en el análisis: desde que el Pueblo se atrevió a protestar a una cuadra de Miraflores y las zonas populares de todo el país decidieron evidenciar su descontento, Nicolás Maduro le huye a las apariciones públicas y deja que su artefacto comunicacional mida el impacto y la popularidad de las acciones antes de atreverse a gobernar dando la cara. Por eso ponen a circular gacetas falsas y eso no es otra cosa que un inmenso culillo a la fuerza del Pueblo organizado.
La segunda es que aquella payasada del Petro, que más de uno debe haber olvidado, terminó de ser desenmascarada por ellos mismos. Aquella torpeza del anclaje y la supuesta interdependencia entre el salario mínimo, el dólar y esa criptomoneda que sólo existe en los delirios del usurpador son de esas cosas vergonzantes que sus lavadores de cerebros querrán que se nos olviden.
Y la tercera es que desde hace rato el patético discípulo superó a su maestro: durante 13 años de gobierno de Hugo Chávez el salario mínimo se aumentó 21 veces. Si aquello ya era considerado un desastre y un claro fracaso económico, ¡imagínense lo que significa que en lo que va de 2013 hasta acá el usurpador haya tenido que aumentarlo 26 veces!
Fueron tres veces en 2013 y tres veces más en 2014. Cuatro veces en 2015 y cuatro más en 2016. En 2017 tuvo que subirlo cinco veces y en 2018 fueron seis. De modo que con esta nueva perlita van a ser 26 fracasos económicos confesos, en forma de aumento del salario mínimo. Basta ver lo que representa hoy, ¡menos de 4 dólares al mes! ¡Sí, al mes! ¡El peor salario de toda América!
¿Y saben qué hacen los corruptos y ladrones mientras la hiperinflación se come el salario mínimo? Pues buscan la manera de cuidar ese montón de plata que se han robado. ¡Y lo confiesan sin vergüenza alguna! Quien no lo crea, que busque las declaraciones de Jorge Arreaza en la ONU, donde confesó que están viendo cómo burlar las sanciones, aprendiendo de países como Cuba, Irán, Rusia, todas naciones donde no existen las libertades y la plata y los negocios pertenecen al mismo grupito de criminales que le impide al Pueblo elegir su destino.
Dicho más claro: mientras te hacen creer que tu sueldo te alcanza, ellos buscan la manera de recuperar los dólares que el sistema bancario internacional les tienen bloqueados, al saber que son producto de la corrupción y la malversación.
Entonces, señoras y señores, ¿hay o no hay razones para llenar las calles de Venezuela este 1 de mayo? Salgamos todos para que el régimen nos sepa movilizados y comprometidos con la Libertad, la democracia y el futuro de Venezuela.
Y para quienes necesiten además razones históricas, entonces les tocará recordar que no es la primera vez que una dictadura se tambalea en Venezuela un 1 de mayo. En 1957, justo en esa fecha, se leyó el documento que pasó a la historia política de Venezuela como la Carta Pastoral, después de que la Juventud Obrera Católica se encargara de investigar y conocer las condiciones en las cuales vivían los venezolanos durante la dictadura perezjimenista. Después de mes y medio de trabajo, se logró llegar a un documento que fue leído en cada púlpito y en cada homilía que se hizo en Caracas el 1 de mayo de 1957, dando comienzo a un proceso que decantó en el 23 de Enero de 1958.
Hoy las palabras que deben verse juntas no estarán en las iglesias, sino en las calles. Este 1 de mayo todos tenemos una razón para protestar. Y si el 23 de Enero y el 19 de Abril nos han servido como referentes, el 1 de Mayo no será menos en esta ruta hacia el cese de la usurpación. ¡Así que todo el mundo a la calle, que a este régimen tenemos que cambiarlo juntos y movilizados! Hay que persistir, no desistir, por más veces que hemos luchado, ¡hay que persistir hasta lograrlo!
Vamos venezolanos, ¡no nos rendimos! Tú mereces más, los trabajadores merecen más.
¡Dios bendiga a nuestra patria hoy, mañana y siempre!