Caminar, usar transporte superficial, pedir cola e incluso cambiar la rutina o posponer visitas son las opciones que han encontrado los ciudadanos para evitar usar lo menos posible el Metro de Caracas por temor a presenciar más fallas como la del sábado 17 de agosto, cuando se descarriló un tren, o apagones que paralicen el sistema y los obligue a caminar por las vías.

Los problemas en el sistema subterráneo no dejan de ocurrir y se presentan todos los días. Tan solo hasta el mes de julio, la ONG Familia Metro registró 11.050 fallas de distinto tipo.

Marisela Piñera, quien trabaja de lunes a viernes en el Centro Lido de El Rosal, manifestó que ha optado por caminar desde Plaza Venezuela hasta su lugar de trabajo “para ahorrar pasaje, llegar a tiempo” y porque le da “miedo” quedarse encerrada en uno de los trenes. Tal práctica la está haciendo desde que ocurrieron los primeros apagones, en marzo.

Consultada en los alrededores de la estación Chacaíto, Marisela aseguró que utiliza el Metro solo cuando es estrictamente necesario: “cuando hay mucha cola para agarrar camioneta y estoy muy cansada para caminar, uso el Metro. Menos mal que son dos estaciones nada más”, dijo.

Para quienes trabajan en Caracas y viven en zonas cercanas como Guarenas, Guatire, Vargas, Altos Mirandinos y Valles del Tuy, el panorama es más complicado, especialmente aquellos que laboran hasta la noche.

Otros han tenido que idear planes alternativos en caso de que el Metro, por cualquier razón, suspenda sus servicios.

El precio del pasaje en el transporte superficial, que fue recientemente aumentado a 800 bolívares por el gobierno de Nicolás Maduro, es la principal razón por la que  los ciudadanos aún siguen usando el Metro de Caracas, pese a los riesgos que esto podría conllevar. «Ya nada es seguro. Camines, corras, uses Metro o no, lo que uno quiere es llegar a su casa y dejar el caos atrás», exclamó una señora en la estación La Hoyada.

Con información de Crónica Uno.

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