Abandonados por su familia y sin contar con apoyo del Estado más allá de una pensión irrisoria que no cubre es más elemental de sus gastos, los adultos mayores no escapan a la dura realidad que la peor crisis económica que ha vivido el país impone a todos los venezolanos. Es más, junto a los niños son considerados como la población más vulnerable de esta situación, por lo que contrariamente a lo esperado están lejos de disfrutar el merecido descanso después de años de trabajo.

Las muestras abundan por doquier, y según datos de organizaciones no gubernamentales dedicadas a atender sus necesidades, la cantidad de ancianos solos e incluso abandonados se ha incrementado de manera exponencial, dejando al descubierto otra cara de la diáspora de la que nadie habla y pocos se ocupan.

Isabel Quijada tiene 82 años y desde que enviudó hace 12 vive sola en su apartamento en Las Mercedes, Caracas. Tiene dos hijas, una de ellas reside fuera del país. No obstante su avanzada edad, considera que aún se vale por sí misma porque realiza todas sus diligencias sin ayuda de nadie.

Pero muy distinta es su situación desde el punto de vista financiero. “Soy profesora de ciencias sociales y durante años viví cómodamente con mi sueldo. Tengo una pensión del Seguro Social y soy jubilada del Ministerio de Educación, pero eso no me alcanza para nada”, dice.

Quijada considera haber trabajado durante años como educadora no le aseguró una vejez digna, ni siquiera por ser una privilegiada que recibe dos pensiones. “Mis hijas son las que me ayudan con una mesada, no sé que haría sin el apoyo que ellas me brindan”, dice.

Según Luis Francisco Cabezas, director de la organización civil Convite (ONG defensora de los derechos humanos), en Venezuela hay un sistema de seguridad social muy frágil, precario y que en realidad no protege. “La verdad es que la gente paga durante toda una vida un seguro social que al final de sus años no les garantiza prácticamente nada; más allá de una pensión que hoy equivale a cuatro dólares al mes, o menos. Eso es un problema”, dijo.

Sin una data oficial que permita medir el impacto que la crisis ha provocado en la población de mayor edad, el vocero de Convite asegura que el número de ancianos que han quedado solos tras la partida de sus familiares al exterior ha ido en constante aumento en los últimos años.

No obstante, junto a la ONG inglesa HelpAge, entre septiembre y octubre de 2019 Convite llevó adelante un estudio para detectar de manera rápida las carencias de los adultos mayores, lo que permitió una aproximación a lo que pudiera ser esa cifra. «Hicimos alrededor de 900 entrevistas a personas mayores en los estados Miranda, Lara y Bolívar, estudio que arrojó que 23% de los encuestados afirmaron que vivían solas. Eso más o menos da una aproximación a lo que pudiera ser la realidad», explicó en su momento el vocero.

Sin datos oficiales que permitan conocer a ciencia cierta la situación de orfandad del anciano venezolanos, los datos aportados por el estudio de Convite señalan que alrededor de 960.000 adultos mayores se han quedado solos a raíz del éxodo de sus familiares; ello si se toma como cierto que por crecimiento natural la población total mayor de 60 años supera hoy los  4,1 millones de personas.

Estas situaciones hace que el problema escale a otras dimensiones porque entonces los adultos mayores se ven en la obligación de asistir a organizaciones que preparan comida para los más necesitados. «En su mayoría son personas abandonadas, no por el hecho de vivir en la calle sino porque no tienen forma alguna de satisfacer sus necesidfades», asegura Luis Francisco Cabezas.

Entre las cosas que lamenta Convite, única ONG del país que trabaja con ancianos, es el abandono del Estado a su potestad de atender no solo a las personas mayores, sino a quienes son más vulnerables por temas de salud y que requieren una atención especial.

En la encuesta realizada por Convite se encontró que «97 de las personas consultadas dijeron que nadie nunca les ha preguntado nada sobre sus necesidades. Eso da cuenta de que están completamente excluido de la sociedad», revela Cabezas.

El director de la ONG detalla que el hecho de que los adultos mayores vivan solos trae implicaciones de seguridad, para su salud emocional y la preservación de la vivienda. “Creo que lo que más necesitan las personas mayores es soporte emocional, porque sus principales anclas se marcharon: sus hijos, sus nietos. Creo que allí es importante lo que se pueda hacer a nivel comunitario de crear grupos de apoyo, identificar casos de riesgo; es decir, personas con enfermedades que puedan necesitar asistencia. Esa es la mejora manera de ayudarles», comenta Cabezas.

Con información de Tal Cual

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