En conmemoración a los educadores que en plena dictadura de Juan Vicente Gómez decidieron enseñar sin atender a ninguna ideología, cada 15 de enero se celebra en Venezuela el día del docente. Hoy los retos económicos y sociales de impartir educación en el país son muchos, especialmente cuando se trata de educación pública. El deterioro de los servicios públicos incide en la inasistencia de los muchachos a clases, también se suman el déficit de maestros y las carencias afectivas de muchos niños dejados atrás.
Muchos maestros y profesores como Luisa Pernalete siguen apostando para transformar la educación, desde la resiliencia y conscientes de las carencias que enfrentan los niños. En esa perseverancia, Olga Ramos, especialista de planificación educativa, insiste en que el Estado debe respetar la profesión.
En septiembre de 2018 la Asamblea Nacional decretó la emergencia educativa, al tomar en cuenta los educadores que han migrado de Venezuela por las malas condiciones de la profesión docente. A finales de 2019 la Unidad Democrática del Sector Educación (Udse) reportó que el año había estado caracterizado por la violación al derecho a la educación. Este 15 de enero, los maestros venezolanos atraviesan más problemas que nunca.
“Defender el derecho a la educación” cuando el país atraviesa una emergencia humanitaria compleja. Ese es el primer reto del docente que subraya Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz de Fe y Alegría y Premio Monseñor Pellín 2019.
Pernalete dice que la “escuela está amenazada, sin alumnos ni maestros”. Desde el año 2015 hasta diciembre de 2019, 50% de los docentes venezolanos han migrado de las aulas de acuerdo con la Udse. Sin embargo, se teme que a partir de esa fecha haya habido más renuncias, ya que muchos no se reincorporaron a las aulas en enero. Fe y Alegría tiene déficit de 3.000 maestros. Solo en una escuela de la red hubo 23 renuncias en la primera semana de enero, informó Pernalete.
Para garantizar que mejore la educación los docentes deben exigir un salario digno para todos los trabajadores públicos y el funcionamiento de los servicios como transporte agua, electricidad y gas. Pernalete considera que esto constituye el segundo reto para la educación en Venezuela. De acuerdo con ella, los maestros deben estimular su creatividad y trabajar para frenar la inflación y no limitarse a las luchas exclusivamente gremiales, como el aumento del salario.
“Tenemos que reinventarnos en medio de las dificultades. No hay ningún elemento de la crisis humanitaria compleja que se vaya a arreglar el próximo lunes. Ni los servicios, ni el efectivo, ni el transporte” dijo.
Proteger a la comunidad educativa
El rol que asumen los maestros ante la crisis es el de proteger la emocionalidad de los niños y asegurarse de que los alumnos sigan asistiendo a su formación. Según la Udse, la exclusión escolar en Venezuela aumentó en 2019 del 40 al 50%.
El primer aspecto lo valora como muy importante, debido a los niños que han quedado al cuidado de terceros, los llamados “dejados atrás”. Para finales de 2019 Fe y Alegría contabilizaba 10.000 niños dejados atrás en 176 colegios, 1 de cada 5 según Cecodap.
“Es una doble orfandad para el niño porque se queda sin papá ni mamá … el maestro necesita capacidad (de atención psicológica) para lo que no fuimos formados”.
Además, la pedagoga hace un llamado a sus colegas a “generar anillos de protección para los maestros”.
“Tenemos que estar atentos con nosotros mismos, hay que trascender nuestras propias preocupaciones para preguntarle al otro qué le pasa, si lo vemos mal”.
Olga Ramos: “Los retos los tiene la educación”
Para Olga Ramos, especialista en planificación educativa, existe un mito de que la profesión docente es una especie de apostolado.
“La profesión docente es una profesión y no un apostolado, no podemos pretender que los docentes hagan un excelente trabajo por vocación, deben tener una recompensa” dijo.
Ramos explicó que los problemas de la educación no son de competencia exclusiva de los maestros, sino que son retos del Estado y del país.
En la actualidad, los maestros tienen muchas exigencias. Con un escaso salario desde 300.000 hasta 600.000 bolívares hasta el último mes, apenas ganan de 5 a 10 dólares mensuales. Estudios de la Udse concluyeron que en 2019 el docente solo podía adquirir 5% de la canasta alimentaria personal, por lo cual muchos tienen que realizar actividades económicas alternativas a la educación para poder abastecerse.
“Un buen salario no depende del maestro, el maestro tiene luchas sindicales, pero no son los que fijan el contrato. Nosotros como sociedad somos los que debemos exigir que tengan un contrato con salario digno”, puntualizó Ramos en un ejemplo.
Además de su salario, el entorno en el que trabajan no está en condiciones adecuadas. Las escuelas públicas presentan problemas de agua, el servicio de alimentación escolar es casi inexistente y la infraestructura está deteriorada. En lugar de concentrarse en estos problemas, los supervisores circuitales de las zonas educativas dan “muy poco acompañamiento” a los docentes. En palabras de Ramos, solo supervisan la fidelidad de los profesores al partido de gobierno.
Ramos también invita a los maestros a “reestructurar su organización” para exigir junto a la sociedad por sus derechos.
“Hay gremios que están trabajando para rescatar la profesión docente, pero hay profesores que no pertenecen a los gremios. Si no están de acuerdo con las organizaciones sindicales, que se organicen con la comunidad y que exijan calidad”, dijo.
Ramos insiste en que es responsabilidad de toda la ciudadanía exigir que al salir del bachillerato los jóvenes estén bien formados como ciudadanos capaces de producir, convivir y votar.
“Tenemos que exigir que la profesión sea bien respetada.”
Con información de Efecto Cocuyo