La hija del piloto aeronáutico venezolano Rodolfo González, -conocido como «el aviador»-, Lissette González, relata la experiencia vivida con el caso de su padre que fue el primero de una serie que ya alcanza 10 de las personas presas por motivos políticos que han fallecido estando en custodia del Estado venezolano y cuya más reciente edición corresponde al general Raúl Baduel. Ella advierte que creer que el país se divide entre buenos y malos impedirá una reconciliación

Tal Cual 

La muerte del excomandante del Ejército y exministro de la Defensa Raúl Baduel es la más reciente de presos por razones políticas que fallecen bajo la custodia del Estado venezolano durante la gestión de Nicolás Maduro, una lista que comenzó el 13 de abril de 2015 con el deceso de un piloto venezolano de 63 años, capitán de aviación civil, llamado Rodolfo González y apodado “el aviador”.

En ese listado de personas figuran entre otros, el capitán Rafael Acosta Arévalo, quien murió en 2019 a causa de las golpizas de las que fue objeto en prisión, desplomándose frente al juez en su audiencia de presentación; el concejal Fernando Albán, quien falleció un año antes luego de caer de uno de los pisos más altos del edificio sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), y el indígena pemón Salvador Franco, quien murió en el centro penitenciario de El Rodeo, en el presente año, de un fallo respiratorio, cuando tenía orden desde 2020 para ser trasladado a un centro de salud.

Son 10 familias que han quedado enlutadas luego de vivir el calvario que significa que su familiar sea apresado, sin que se logre demostrar comisión alguna de delito y, en muchos casos, documentados por diversas ONG, sometidos a violaciones de DDHH por los tratos que reciben en prisión.

Lissette González, socióloga e hija de “el aviador” asegura que las condiciones en las que permanecen los presos por razones políticas actualmente son peores que las que vivió su padre entre 2014 y su muerte en 2015 y que, además, la situación derivada por la pandemia de covid 19 ha agravado la situación de las personas que se mantienen privadas de libertad, pues los familiares se han visto impedidos de poder visitarles y atender requerimientos.

Sin embargo, y a pesar de la saña de la que fue objeto su padre y la que conoce de otros como él, la activista por DDHH es firme en negarse a deseos de venganza y advierte que la visión maniquea de una lucha entre buenos y malos es perjudicial para la población y evita que eventualmente se logre la justicia y la reparación de daños a víctimas y familiares, pues hay mal y bien en cada sector y lo importante es que salgan a la luz las verdades de los hechos.

“Cuando recuerdo las historias que pasaron en El Helicoide, que mi papá no podía salir a tomar el sol, o que había guardias que lo hostigaban, también sé que, en medio de esas injusticias, había funcionarios del Sebin que se preocupaban por él. Y en el tribunal, estoy convencida de que la jueza estaba allí dictando bajo presión las medidas que al final dictó. Por supuesto que habrá unos malos malvadísimos que darán las órdenes, pero de resto hay gente buena, y si no comprendemos esto no vamos a llegar al centro de la injusticia”, advierte en entrevista realizada vía telefónica.

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