Entre los niños fallecidos por la difteria en el último mes, las grandes colas en la espera de vacunas y la desesperación de las familias para adquirirlas, las opiniones de los ciudadanos son mixtas.
Este fin de semana algunos puntos en Puerto Ordaz ya no tenían la tan necesitada vacuna, como fue el caso del ambulatorio de Castillito, tampoco el de Los Olivos, ni en el Centro de Diagnóstico Integral (CDI). Los centros de salud estaban cerrados, así que muchos tuvieron que esperar de nuevo al lunes.
Una niña de 6 años y un niño de 8 murieron este mes en el estado Bolívar, a causa de la difteria y la impaciencia se hace notar en las calles, sobre todo en madres y abuelas.
Una de ellas es Elizabeth Perdomo, abuela de una niña, quien despacha su negocio en el mercado municipal de la UD-145, en San Félix.
Perdomo es sobreviviente de cáncer de mama desde hace tres años. Conseguir medicinas no es lo mismo, o por lo menos es lo que percibe. Siente que no solo la epidemia de difteria aumenta la ansiedad en las familias, sino también la carencia de insumos en los hospitales que disminuye las posibilidades de que cualquier niño sobreviva.
Ella, como muchos otros, culpa la falta de higiene en las calles por el brote de difteria: por las aguas contaminadas y la basura en cada esquina de Ciudad Guayana.
Cuando Perdomo fue a vacunarse esperó desde las 7:00 de la mañana hasta las 12:00 del día para recibir su dosis. Aunque algunos alegan que la inyección ocasiona fiebre, la mujer solo sufrió de dolor en el brazo. La cantidad de personas que vio ese miércoles, preocupadas por la enfermedad, la tomó por sorpresa.
¿Cuál es la causa?
“Esta ciudad está sucia, parece que no tenemos alcalde. La basura, el mal ambiente en el que vive el país, seguro fue lo que ocasionó el brote”, se quejaba Perdomo.
Yitzelys Ramos es madre de un niño de dos años. Las muertes por causa de la enfermedad la angustian bastante. “Siento que la basura y las fallas en la alimentación generan estas condiciones”, expuso.
Ramos admite que no se siente segura ante el brote. Pudo vacunarse en una jornada efectuada en su trabajo, pero aún falta su hijo.
Neriannys Fajardo, que paseaba por el mercado de la UD-145, necesita que las autoridades realmente se pongan al tanto de lo que pasa. La frecuente opacidad de las entidades del Estado la molesta.
Fajardo, que también es madre (de un niño de 5 años), está dispuesta a aguantar una cola de tres horas para vacunarse con su hijo. Todo para no formar parte de los casos ignorados y negados por las instituciones del Gobierno y algunos hospitales.
La madre tuvo hospitalizado a su hijo en el Uyapar, por paperas. El menor no puede recibir la vacuna aún por las bajas defensas que tiene, según le comunicó un especialista.
Su visita por el hospital la dejó boquiabierta, y también preocupada por las precarias condiciones que posee el centro de salud, incapaz, según opina, de asegurar la vida de algún niño enfermo.
FUENTE: CON INFORMACIÓN DE LA PATILLA
FECHA: 10 DE OCTUBRE, 2016