Una lata de leche de 1.800 grs se puede conseguir pero a un precio que representa más de un mes de salario mínimo
No hay cola en la entrada de ninguno de estos locales para comprar comida. Ni en los supermercados del centro y sureste de Caracas, ni en la tienda por departamentos que recién inauguró su área de alimentos y bebidas, ni en los galpones del Plan de Alimentación Complementario regidos por el Gobierno Nacional. Todo el que quiera puede entrar, eso sí con un bolsillo blindado porque cualquier producto que vaya a comprar está fuera del alcance de una persona que perciba uno, dos y hasta tres salarios mínimo.
Los alimentos se muestran relucientes con etiquetas que señalan su origen importado y algunas ni siquiera tienen identificación en español. Las marcas foráneas llenan los anaqueles de locales en medio de la cotidianidad caraqueña aunque a la hora de pagar dé la sensación de estar en un hipermercado norteamericano o en un bodegón de exquisiteces brasileñas, con marcas europeas y hasta productos que llevan etiquetas en chino. Comida hay, lo que desapareció fue la capacidad de compra.
Con olor a dólar
María Eugenia Santos observa una y otra vez la etiqueta con el precio. Levanta una caja de cereal y luego levanta el paquete de galletas y los compara. No está de vacaciones en Aruba pero comenta que es la sensación que le da, a juzgar por un viaje que hizo hace tres años cuando vio algunos de estos productos en los supermercados de allá. «Recuerdo que en ese viaje le compré estos mismos cereales a mis hijos y no costaban ni un dólar. Pero aquí no puedo comprar nada, imagínate nada más la caja de cereal de chocolate supera los 7.000 bolívares, y se lo comerán solo, porque no quiero saber el precio de la leche».
En esa tienda ubicada en Sabana Grande, a pesar de ser una de las más grandes de la franquicia, no había leche en polvo, ni líquida, para ese momento. Azúcar, pasta, cereales, galletas, yogurt, refrescos, jugos y cervezas llenaban el espacio. Pero los consumidores aseguran que durante los días de inauguración sí se podía conseguir leche en polvo en presentación de 1.800 gramos pero con un precio de Bs 32.000, lo que representa el pago de todo un salario mínimo mensual y aún faltarían 5 mil bolívares para poder llevarse la lata de leche a casa.
Es martes en la mañana y hay mucho movimiento de personas que recorren el piso principal de una importante tienda por departamentos que recién estrenó la venta de alimentos y bebidas. La mayoría dice que entró por curiosidad porque desde afuera pueden ver los anaqueles repletos con variedad de productos pero la dinámica se repite con frecuencia: entran, recorren los estantes, ven los precios y siguen hacia otras partes de la tienda. Esa abundancia de comida no se traduce en las cajas con consumidores llevándose los productos.
Ahora encontrará todo en un solo lugar. Te presentamos el nuevo departamento de #alimentos, donde encontrarás una variedad de comestibles pic.twitter.com/GEZ7Luos7J
— Traki (@TRAKIenganchate) 14 de octubre de 2016
«Los productos son muy costosos para la mayoría así que los ven y los dejan en el anaquel. Pero aunque no lo parezca, muchas personas, más de lo que se cree, sí se los llevan porque el producto está allí, sin hacer cola, sin pagárselo a los bachaqueros –en eso coinciden muchos que no quieren nada con los bachaqueros–», explica una de las cajeras que se limita a comentar lo que ha observado.
Muchos de los productos que se ofrecen en esta tienda no son alimentos principales de la cesta básica y, según los vendedores de la tienda, son precisamente esos los que tienen menor salida porque las personas los pueden conseguir en otros locales a menor precio pero cuando en la oferta hay pasta, arroz o azúcar, a pesar de los precios, duran poco tiempo en los anaqueles.
«El precio de la pasta aquí está más o menos igual que en supermercados y hasta en las panaderías que también empezaron a vender pasta importada normalmente», comenta Dianaly Mendoza, quien ha comprado en dos oportunidades varios productos en esta tienda desde que comenzó a funcionar el departamento de alimentos y bebidas.
En un recorrido por dos panaderías y tres supermercados ubicados entre Santa Mónica, Los Chaguaramos, la avenida Victoria y la avenida Fuerzas Armadas se pudo encontrar suficiente oferta de pasta y azúcar, ambos productos importados. La pasta en presentación de medio kilo, en la marca italiana más económica que se consigue cuesta 3.200 bolívares, lo que significa un gasto de 12.800 bolívares solo en dos kilos de pasta.
El azúcar en una presentación de 5 kilos se puede conseguir entre 9.000 y 11.000 bolívares. «El azúcar ya la puedes conseguir hasta en las farmacias porque para ellos es mejor vender la importada al precio de (dólar) paralelo porque igual se vende», dice Luis Armando Perdomo, comprador en un supermercado en Los Chaguaramos.
Para los consumidores, la relación de qué es barato y qué es caro quedó desdibujada por el efecto de la inflación. Por ejemplo, una presentación de azúcar de cinco kilos en 11.000 bolívares, significa 2.200 bolívares por kilo, que cuando se traslada a los precios que se consiguen en el comercio informal se convierte en que un kilo de azúcar está entre 3.500 y 4.000 bolívares; por tanto los 11.000 bolívares que se pagan por un solo producto se traducen en una oferta «más barata».
Pero si se calcula el precio del producto en ambas tasas de dólar (Dicom y paralelo), el alimento termina costando el doble del precio en el cual se vende ese producto originalmente en dólares, incluso si se compra en línea.
Imagine que puede darse el lujo de hacer mercado a través de una página web para evitar la peregrinación de conseguir los alimentos. Si hace una búsqueda a través del portal de compras Amazon, por ejemplo, puede conseguir pasta vermicelli en una presentación de un kilo en 8,99 dólares, que si se calcula a precio de dólar Dicom (tomando la referencia de 600 bolívares) sería aproximadamente 5.300 bolívares por el empaque de un kilo.
Algo similar ocurre con el azúcar: tres paquetes de un empaque de 1,8 kilos (5,4 kilos) se pueden comprar en 13,18 dólares, que si lo convertimos a la tasa de dólar Dicom serían 7.900 bolívares, y aún estaría a un precio menor de lo que se consigue en los establecimientos de la ciudad.
El 16 de octubre, el Gobierno Nacional anunció, con menos pompa que lo que tuvieron los Clap, el lanzamiento del Plan de Abastecimiento Complementario, que, en palabras de Daniel Aponte, Jefe de Gobierno del Distrito Capital, “es un mecanismo complementario que nos va a permitir, junto a los Clap, poder llegar a más familias caraqueñas. Son productos importados que no son regulados pero sí tienen un precio muy por debajo del que ofrecen los bachaqueros”, y para ese entonces, aseguró, que estaba garantizada la cantidad de productos que ofrecían hasta diciembre.
En principio se activaron siete galpones de venta en la capital. La idea surgió a partir de lo que ocurre en el estado Táchira con la comercialización de productos importados, por lo que el Gobierno hizo convenios para importar alimentos de primera necesidad, un poco más económicos de lo que se consiguen en establecimientos o en el comercio informal pero no regulados.
Durante la mañana del miércoles 9 de noviembre, en el galpón ubicado en Antímano, pocos compradores entraban y salían del lugar. Un funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana que lo custodiaba, le advertía desde la entrada a todo el que llegaba que solo había aceite y granos. Nada de harina de maíz, pasta, arroz, café, azúcar, jabón o toallas sanitarias de las que aparecen en la lista que está en la puerta.
–¿Y cuándo llegará la comida?–, preguntan dos señoras que tienen tres días pasando por el galpón para ver qué había llegado.
–Estamos esperando, vamos a ver si llega la otra semana–, le responde una de las vendedoras que custodia los bultos de arveja, lentejas y caraotas rojas que están entre 1.700 y 1.800 bolívares por kilo.
Ninguno de los encargados estaba autorizado para declarar cuándo llegaría un nuevo cargamento de alimentos para abastecer los galpones y ofrecer mayor cantidad de productos.
Aunque los precios están en promedio entre 1.000 y 2.000 bolívares, por debajo de lo que cuestan esos mismos productos en el comercio informal e incluso en mercados municipales o supermercados, una persona que quiera comprar alimentos de la cesta básica en los galpones tendría que disponer de 11.250 bolívares por siete productos si se lleva un solo empaque de 1 kilo o presentaciones de menos cantidad (arroz, azúcar, caraotas negras, harina de trigo, margarina, pasta dental y papel higiénico).