La mamá de Greyber llegó el domingo 4 de diciembre a Caracas. Venía de Tucupido, estado Guárico, a 320 kilómetros de distancia, para que su hijo pudiera empezar la quimioterapia para tratar su leucemia linfoblástica. Al llegar se encontró con que el hospital no ha tenido servicio continuo de agua durante las últimas tres semanas, por lo que en el servicio de hematología las consultas están suspendidas hasta solventar este problema.

No es la primera vez que su hijo tiene que retrasar su tratamiento. La recaída la sufrió hace un mes, pero no había podido empezar sus quimioterapias porque no conseguía Citarabina en ningún lado. Finalmente, el medicamento llegó del exterior: tuvo que reunir dinero entre toda su familia y amigos y comprarlo en dólares en Costa Rica.

Eso sumado a los cerca de Bs 10.000 que debe gastar semanalmente entre exámenes y otros insumos que no consiguen en el hospital. La doctora Marisol Zavahra contó que en el hospital, el Servicio de Química, encargado de los exámenes, volvió a arrancar este lunes luego de meses parado.

Zavahra explicó que durante las últimas semanas habían estado resolviendo con pipotes que llenaban en las pocas horas que llegaba agua a su servicio, pero que en esas condiciones no pueden seguir trabajando. Ella misma, la semana anterior, tuvo que comprar un botellón de agua mineral para poder lavar sus manos y cara, que le picaban por la toxicidad del medicamento usado en quirófano. Para este martes 6 de diciembre, tienen programadas 21 intervenciones y no saben si tendrán agua para realizarlas.

El mantenimiento de los baños es otra preocupación para los galenos. El servicio atiende entre 35 y 40 niños al día y hay un solo sanitario disponible. “Imagina niños que reciben de tratamiento 5, 6 o 7 gramos de metotrexato y tienen un solo baño para todos, y sin agua para bajarlo“.

Pero el agua no es el único problema al que se enfrentan en el servicio. La mayoría de los niños no pueden contar con recibir allí su tratamiento completo en el hospital. Todo el año han tenido grandes déficits de medicamentos para quimioterapia que desde agosto se han intensificado.

Actualmente lo que más falla son medicamentos como daunoblastina, doxorrubicina, asparaginasa, prednisona y citarabina, el que Carolina tuvo que comprar en el exterior para su hijo.

Ni siquiera cuentan con los insumos más básicos para entrar a quirófano. Hace dos semanas llegó una dotación de monos quirúrgicos y batas luego de que las madres trancaran la calle en protesta, pero María Rivero, la jefa del servicio, no sabe si sean suficientes para el mes de diciembre.

Hasta hace poco, una forma de sortear la escasez era la figura de “padrinos” que ayudaban a conseguir medicamentos e insumos para las mamás que lo necesitaban, pero la crisis los ha golpeado a ellos también. De la docena que eran a principio de año, ahora solo quedan unos cinco.

Sin embargo, eso no desanima a las doctoras, que hacen todo lo posible por poder atender a sus pacientes. “Hacen milagros” dice Carolina, mientras que Zavahra asegura que están dispuestas a recibir cualquier tipo de ayuda, por pequeña que sea, porque puede ayudarlas a salvar vidas.

FUENTE: EFECTO COCUYO
FECHA: 6 DE DICIEMBRE DE 2016

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