Los pacientes con COVID-19 en el Zulia prefieren quedarse en casa por miedo a morir en un hospital. Un marabino emprendedor se contagió a pesar de hacer sus entregas a domicilio con las medidas de protección. Aquí su historia.
Usar tapaboca, guantes y rociar alcohol en su cuerpo no fue suficiente para Pedro, como prefirió ser llamado por miedo a represalias, pues hace tres semanas perdió el gusto y comenzó a sentir dificultad para respirar. El miedo inmediatamente se instaló en su casa ubicada en el sector El Milagro, al norte de Maracaibo, pues se había contagiado por COVID-19. Pedro confesó que se negó rotundamente a ir a un hospital: “No me quería morir, porque si en los hospitales no hay nada, menos en un hotel”.
Pensó en buscar ayuda con un amigo médico, pero no lo hizo y por la sintomatología dedujo que se había contagiado de coronavirus al igual que su familia.
Luego de quedar desempleado a causa de los saqueos durante el apagón general de marzo de 2019, usó sus ahorros, 200 dólares, para montar un puesto de comida rápida en su casa.
Siempre me cuidé desde que comenzó esto. Yo mismo hacía las entregas a domicilio, en bicicleta a zonas cercanas, mientras las mujeres de la casa me ayudaban a preparar las hamburguesas, pero me llegó la mala hora”.
Siete personas comparten la humilde casa de dos habitaciones. En tres días, su esposa, sus dos hijos, su madre y su hermana con su esposo, y otra pequeña de ocho años, comenzaron a mostrar síntomas. “Nos dio fiebre, dolor de cabeza, en los huesos, mucho malestar, perdimos el gusto, el olfato y nos dio mucha tos. Solo yo me estaba ahogando”.
Pedro aguantó “los días más amargos de su vida” y confesó a Cronica.Uno que pensó que no sobreviviría. Un intento por ponerse de pie le fue suficiente para entender su gravedad.
“El día ocho que me pude levantar de la fiebre, me senté en mi cama y caminé al baño, apenas a cinco metros, y cuando me devolví se me fue la respiración, entré en pánico. Ahí es donde te acordáis de todos los santos y queréis que te ayuden. El corazón me latía rápido y yo no esperaba nada bueno. Pero Dios metió su mano y mi familia pudo conseguirme oxígeno para sobrevivir, entendí que no me podía levantar. Lo que hice fue usar un envase para hacer mis necesidades en la cama mientras mis pulmones se reparaban, no podía agarrar aire profundamente porque me daba tos, no podía estornudar, sentía que mis pulmones tenían un límite”.
Pedro confesó que prefirió pasar la enfermedad “encerrado en su casa” que asistir a algunos de los hospitales en Maracaibo. El miedo a sentirse “preso y sin medicinas, esperando la muerte” lo mantuvieron reacio, aun cuando recibió amenazas de sus vecinos de denunciarlo al consejo comunal.
Yo le puse un candado al portón, y ahí me quedé, como si no hubiera nadie en casa”.
“Asintomáticos no deben ser hospitalizados”
Florencio Cudde, infectólogo, fue tajante: “En los hospitales no cabe un alma más. Tú te enfermas gravemente, te vas para un hospital y las probabilidades que tienes de morir, por la falta de todo, son muy grandes. Ahorita no te salva ni el dinero”.
El especialista explicó que solo se debe hospitalizar al que lo necesite, pero no a todos los casos positivos.
El aislamiento institucional es inhumano, no es digno de la persona. Porque no se puede, en aras de ningún bien, quitarle la libertad a una persona de esa manera”, insistió.
Dijo que los pacientes piden discreción a los médicos porque no quieren que nadie se entere. “Dejan de ir a los sitios donde se hacen despistajes masivos por el temor, y eso es cuchillo para su pescuezo. La gente no sale por temor, porque si sale la prueba positiva los metan presos, por decirlo de alguna manera, y más si estás asintomático”.
Cudde, que atiende a varios pacientes con Covid-19, insistió en que el aislamiento de los asintomáticos debe ser voluntario y domiciliario. “Pacientes que presentan síntomas leves a moderados, podrían ser tratados en su casa, siempre y cuando el personal médico que lo va a atender, garantice que va a estar aislado”.
Esta semana Pedro y su familia se consideran sanos. Sin embargo, admitió que se quedó sin capital ni ahorros para continuar con su negocio. Gastó un poco más de 300 dólares en medicamentos y comida para sostenerse durante su tiempo en aislamiento.
“Lamentablemente con todo esto quedamos en cero, porque era eso o no salíamos con vida del COVID, entonces no entiendo como aún hay gente que no logra entender, que están ciegas con este gobierno, que sin los cuidados y medicamentos necesarios la gente no puede sobrevivir, se va”.
Una economía irrecuperable
El futuro del estado Zulia, otrora próspero, está venido a menos y como comentan hoy en reuniones de condominio o colas para surtir gasolina en las que tampoco se cumple el distanciamiento social: “Lo que viene no pinta bien”. Tal como refiere Pedro, muchos optarán por irse, tanto personas como comercios.
Para Ricardo Acosta, presidente de Fedecámaras Zulia “este país estaba ya en cuarentena, en cuidados intensivos y llegó la pandemia a ponerle respirador, esa es la realidad de la economía que tenemos. Parece asombroso, pero estamos sobreviviendo”. Las cifras apuntan a que 20 % de las empresas en el Zulia no podrán recuperarse de la pandemia.
Estamos hablando de unas 7000 empresas que podrían cerrar, o en el mejor de los casos terminar de migrar o mutar al área digital. Esas son las dos opciones que tenemos y ojalá puedan mutar y no desaparecer”.
Fedecámaras refiere que el sector más afectado son los servicios, como es el caso del hotelero que “lleva tres meses de pérdida”. Se calcula, que al menos 500 trabajadores de hoteles han quedado desempleados en la región.
Elvira Pradeli, presidenta de la Cámara Hotelera del Zulia dijo que la mayoría de los empresarios de esta rama están pagando nómina con sus ahorros. “No tenemos la certeza de cuándo nos van a entregar los hoteles. Algunas empresas han comenzado a pensar en pagar solo el bono de alimentación, porque la nómina es insostenible con la prórroga de un mes más de estado de emergencia”.
Con información de Crónica Uno