Trabajadores del Ministerio de Hábitat y Vivienda del estado Carabobo no solo deben vivir con precariedades económicas porque el salario es insuficiente hasta para costear el gasto de pasaje para acudir a laborar, sino que la sede de esta institución ubicada en el norte de Valencia se encuentra en precarias condiciones: no cuentan con baños que funcionen, mucho menos aires acondicionados, y el mobiliarios está obsoleto. Tampoco tienen material de oficina: hojas de papel bond, bolígrafos, fotocopiadoras, entre otros.
Por lo menos 600 trabajadores se ven afectados por la situación, 100 que laboran en la oficina principal y 500 adscritos a Petrocasa, así lo informó Ezequiel Tejera, coordinador regional del Sindicato Nacional de la Vivienda del sector Público, quien precisó que el salario mensual que devengan es de entre 450.000 y 550.000 bolívares.
Asimismo, indicó que exigen que el salario sea anclado al petro, tal y como lo había prometido Nicolás Maduro, en septiembre de 2018, cuando aseguró: “El nuevo sistema económico del Programa de Recuperación Económico tiene un factor de corrección de acuerdo con las variables para que cada venezolano tenga su sueldo anclado al petro”.
Resaltó que muchos trabajadores que viven en zonas foráneas deben pagar hasta tres pasajes para poder llegar a sus puestos de trabajo, lo cual pulveriza el salario porque cada traslado tiene un costo mínimo de 3000 bolívares.
Tejera subrayó que aún se mantienen en sus puestos de trabajo porque reciben el beneficio de la bolsa de comida.
El dirigente sindical recordó que hace tres semanas el ministro Ildemaro Villarroel realizó una inspección en la sede Carabobo y se comprometió a reparar los baños; además, ofreció materiales de construcción para los trabajadores, y hasta la fecha no han visto cumplidas las promesas. En el Ministerio de Vivienda y Hábitat hay trabajadores con más de 15 años de servicio y no han recibido el beneficio de adjudicación de vivienda.
Tejera junto con sus compañeros de trabajo alzó la voz también para exigir los beneficios para unos 300 jubilados de esta dependencia gubernamental, a quienes les eliminaron el seguro de hospitalización y no tienen cómo hacerse control médico.
Miger Díaz nunca imaginó, hace cinco años cuando empezó a trabajar en el Ministerio de Vivienda y Hábitat en Carabobo y se trasladaba con su moto, que iba a tener que llegar caminando a su lugar de trabajo. La razón: la crisis económica fue pulverizando su poder adquisitivo.
Manifestó que para hacer frente a la crisis económica ha optado por desempeñar otras labores y así conseguir un dinero extra que lo ayude a llevar el sustento a su hogar: “Aquí me ha tocado aprender a ser ‘mago’ para estirar la plata. Y mato ‘tigres’. Yo arreglo computadoras”.
Con información de Crónica Uno