Jóvenes en La Guajira venezolana se debaten entre asistir a la escuela y dedicarse al contrabando de gasolina en la frontera con Colombia.
Álvaro, un joven de 13 años residente de Paraguaipoa (La Guajira), explica que se gana la vida sacando combustible de los vehículos que encuentran estacionados entre las 8:00 am y las 6:00 pm, junto a otros adolecentes, así lo reseña el diario estadounidense The New York Times y explica que los nombres de los niños fueron cambiado para proteger sus identidades.
“La primera vez que tuve que chupar de la goma para sacarla de un carro fue horrible, se me quedó todo el sabor en la boca. Daba igual lo que comiera, todo me sabía a eso. Ya me estoy acostumbrando. Como cereal y se me quita el sabor”, comentó Álvaro, quien lleva muy poco en el negocio.
El aumento de este negocio en la zona se debe a que el calor extremo impide cualquier actividad agrícola y ganadera, porque las tierras son totalmente áridas. Además, la poca variedad de actividades comerciales aumenta los índices de pobreza en la entidad.
Junto a Álvaro están otros dos adolecentes, Yoel de 17 años y Ronaldo de 16 años relatan como realizan esta actividad en la que llevan casi una década.
Eso es normal, uno mete la manguera en el carro, agarra y normal… Uno no siente nada. Bueno, a veces, depende del tanque que carga el carro. Si viene muy caliente, ahí uno sí siente el olor”, dijo Ronaldo
Agregó que no se preocupa por las consecuencias físicas de trabajar con combustible de forma irregular. “Uno no piensa en si le hace daño o no a la salud, en qué le puede pasar en la garganta, boca, estómago. Algunos van al médico. Yo no he ido a nada, uno ya está acostumbrado. Uno piensa en vender y agarrar los cobres (dinero)”
Por su parte, Yoel justificó porque comenzó en la venta de gasolina. “Para comprar lo que uno necesita, ropa, zapatos… Quería los cobres míos. Y sí se hace plata, y ahora más, ojo. Un día bueno se ganan doce mil, quince mil bolívares diarios, aparte de los gastos. La cosa es vender, vender, vender”.
Ronaldo, para aclarar porque inició en el contrabando, explicó que su mamá (con la que no vive) lo sacó de la escuela porque no tenía dinero para comprar uniforme y útiles.
“Estoy con mi abuela, ella no trabaja. Depende de mí el dinero de la casa. Llevo seis mil, cuatro mil al día Mi abuela me regañaba porque cuando me sacaron de la escuela no iba a la calle: ‘Vete, sal, nos estamos muriendo de hambre’, me decía. Por eso empecé”.
Neida González, responsable de la Escuela Bolivariana Luis E. Palmar de la entidad, asegura que en el colegio hay alumnos entre 32% y 50% de deserción escolar: hay 178 alumnos registrados en su centro y solo acuden entre 90 y 120.
Gonzales señaló que la mayoría de los niños abandonan la escuela para vender gasolina y los pocos que asisten solo van para recibir la merienda proporcionada por el gobierno nacional.
Fuente: El Nacional
Fecha: 12 de febrero de 2017