Desde finales del mes de julio, los pacientes registrados en la dirección de salud del municipio Lamas, no reciben el tratamiento que debería suministrar el programa nacional de salud respiratoria del Ministerio para la Salud, lo que puede incidir en la reactivación de bacilos y en la recaída de los enfermos.

En abril de este año, Guillermo Suárez comenzó a sufrir de sudoración por las noches, tos persistente y una abrupta pérdida de peso. Luego de varios exámenes, incluyendo la prueba de esputo, los diagnósticos daban negativo para tuberculosis. Sin embargo, los síntomas persistían, así que decidió acudir a una consulta privada con un especialista neumonólogo para descartar la presencia de una enfermedad que siempre estigmatiza a quien la padece pero que no discrimina cuando contagia.

Su temor y el de su familia se agudizaron cuando las pruebas resultaron positivas, así que a partir de ese momento solo se imponía la obtención del tratamiento que, en el caso de Venezuela, es suministrado por el programa nacional de salud respiratoria del Ministerio para la Salud (MPPS), a través de sus redes asistenciales y ambulatorias en todo el país.

De acuerdo con las directrices para el despistaje, diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis en pacientes con indicación de terapias biológicas, de la coordinación nacional de salud respiratoria del MPSS, “al diagnosticar un caso de tuberculosis debe iniciarse el tratamiento totalmente supervisado lo más pronto posible, es decir, el enfermo recibirá los medicamentos bajo observación directa del personal de salud del establecimiento, una vez al día y de forma simultánea. El tratamiento debe ser descentralizado, los más cercano posible a la residencia o trabajo del paciente, para garantizar la administración del tratamiento ambulatorio supervisado”.

Guillermo Suárez vive en Santa Cruz de Aragua, capital del municipio Lamas, ubicado en el centro-oeste del estado Aragua, con un poco más de 30.000 habitantes y de tradición agrícola. En el principal centro de salud del municipio fue registrado para iniciar el tratamiento gratuito, que según la norma nacional tiene una duración de 6 meses y medio e incluye cuatro medicamentos: pirazinamida, etambutol, isoniacida y rifampicina que deben ser suministrados de lunes a viernes de manera supervisada.

Una de las características del tratamiento supervisado efectivo es la flexibilidad y, por ello, el ministerio se planteó como objetivo adecuar la atención a las necesidades de los pacientes y no a las necesidades del servicio, lo que significa que los enfermos de tuberculosis registrados en el municipio deberían contar rigurosamente con el suministro del tratamiento.

Pero desde el pasado 31 de julio, Suárez no ha podido cumplirlo, pues el centro asistencial del municipio no cuenta con las dosis de los medicamentos requeridos.

“La excusa que nos dieron en el ambulatorio de Santa Cruz es que no disponen del tratamiento, por el cambio del nuevo ministro y de las firmas”, denuncia su hermana, Sandra Suárez, quien escuchó esa misma respuesta en la dirección regional de salud a donde acudió en búsqueda de una solución inmediata para ayudar a su hermano.

Y aunque una funcionaria de segunda línea le suministró el medicamento para cubrir esa semana, y además se comprometió a que las dosis correspondientes a la segunda fase del tratamiento estarían disponibles en los días siguientes, Guillermo Suárez lleva más de 10 días sin recibir los medicamentos que el Gobierno está obligado a suministrarle a los enfermos de tuberculosis, y cuyo esquema de tratamiento gratuito tiene una eficacia probada de 99 % y es recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La OMS señala que la mejor prevención contra esta enfermedad es el cumplimiento estricto del  tratamiento normado y supervisado de acuerdo con la estrategia DOTS (siglas en inglés para el sistema de tratamiento por observación directa) y del TAES (tratamiento acortado estrictamente supervisado), con la que se puede disminuir el periodo bacilífero y prevenir al paciente de las resistencias haciendo que sea menor la mortalidad. La pérdida del seguimiento del tratamiento aumenta la morbilidad y la mortalidad, favorece la transmisión de la infección e incrementa la resistencia a los medicamentos antituberculosos, según la OMS.

La coordinación nacional de salud respiratoria del MPSS reflejaba en el 2010 que, en Venezuela, la tasa de incidencia de casos nuevos de tuberculosis en el último quinquenio se mantenía alrededor de 22 por 100.000 habitantes, y la tasa de mortalidad reportada en el año 2008 era de 2,3 por 100.000 habitantes. Pero el pasado 21 de junio de 2018, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó un informe sobre la situación sanitaria de Venezuela, en el que señala que el número de casos de tuberculosis aumentó entre el 2014 (6063) y el 2016 (7816).

“Según informes preliminares del 2017, se han registrado 10.185 casos, con una tasa de incidencia de 32,4 por 100.000 habitantes, la mitad en el Distrito Capital y otros cuatro estados”, refiere el informe de la OPS.

Varios casos de tuberculosis son diagnosticados en consultas privadas y muchos de ellos no aparecen en los registros sanitarios oficiales que aún siguen censurados por el Gobierno, pese a que cada vez son más frecuentes.

“En la consulta hemos diagnosticado entre 3 a 4 casos de tuberculosis en una semana”, advierte una neumonóloga de Maracay, quien prefirió mantener su nombre en reserva.

En Aragua, la advertencia sobre el repunte de la tuberculosis no es nueva. En 2017, el propio Juan Dávila, secretario de salud del gobierno de Aragua y presidente de Corposalud, admitía que al menos 35 de 700 presos recluidos en la cárcel de Alayón en Maracay padecían tuberculosis.

En octubre del mismo año, el diario el Clarín de La Victoria, registraba unas declaraciones del doctor Rogelio Reyes, médico especialista en neumología encargado del servicio en la Clínica Popular de Especialidades Médicas Padre Lazo, en las que aseguraba que en el eje este del estado Aragua, principalmente en el municipio Bolívar, se registraba una mayor incidencia de casos de tuberculosis.

“Hasta hace algún tiempo, 90 % de los pacientes sospechosos de estar afectados por esta enfermedad que llegaban a cualquier centro de salud del eje este, eran remitidos casi que de inmediato al hospital de el Algodonal en Caracas, para su diagnóstico preciso y si era necesario, para su tratamiento”, declaró el médico en su momento.

Es difícil precisar las cifras de enfermos de tuberculosis en Aragua. Al igual que en el resto del país, el Ministerio de la Salud mantiene su política de censura que impide acceder a las estadísticas y registros del boletín epidemiológico.

Por ello, la persona afectada puede tardar en buscar atención médica, con el riesgo de contagio a lo largo de un año, entre 10 y 15 personas por contacto directo. Precarias condiciones sanitarias, desnutrición, hacinamiento y pobreza son los factores que han contribuido al resurgimiento de esta enfermedad en Venezuela, que tiene cura siempre que los pacientes dispongan de los medicamentos necesarios y que estos se tomen correctamente.

Con información de Crónica Uno

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