En lo que va de año han fallecido dos pacientes debido a complicaciones de salud, derivadas de la mala calidad de la diálisis que reciben, al reducir el tratamiento a dos horas.
Desde hace 27 años, Leonor Villegas es paciente de hemodiálisis. Hace 22 años se convirtió en usuaria de la unidad de diálisis de Guatire, ubicada en la clínica San Martín de Porres.
Villegas es testigo presencial del deterioro de este recinto que actualmente alberga a 46 pacientes, quienes reciben tratamiento interdiario, en tres turnos.
A pesar de estar ubicada en una clínica privada, la unidad de diálisis de Guatire está adscrita al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), ente encargado de la dotación de los insumos necesarios, así como del personal de enfermería que allí laboran.
Sin embargo, ya no cuentan con un médico residente. Ni mucho menos un especialista. Los insumos dejaron de llegar con regularidad hace varios años.
“Tenemos que estar llamando, yendo y clamando para que nos envíen los requerimientos. No tenemos ni un tensiómetro, estamos a la buena de Dios”, exclamó Villegas.
A la par con su tratamiento de hemodiálisis, Leonor Villegas junto a otros dos pacientes renales Yenny Barrios y Tony Rodríguez crearon una fundación para llevar las riendas de la unidad de diálisis de Guatire.
Principales necesidades
De 16 máquinas en total, sólo funcionan seis, todas las demás están fuera de servicio. La falta de máquinas llevó a las enfermeras del turno de la mañana a aplicar sólo dos horas de tratamiento, cuando se requieren cuatro horas.
“Cuando la diálisis no dura el tiempo adecuado de cuatro horas, las toxinas de la sangre no son eliminadas y eso genera complicaciones. Por esa razón falleció recientemente el paciente Carlos Urbina”, detallaron.
Además de Urbina, este año murió otro paciente para totalizar dos fallecidos.
Les fueron donadas cuatro máquinas nuevas, pero no las han estrenado porque se requiere el reacondicionamiento de la unidad de ósmosis.
“El cuarto de ósmosis está en malas condiciones, el agua llega sin tratamiento a las máquinas de hemodiálisis y eso genera complicaciones”, resaltaron.
Asimismo, revelaron que no disponen de un tensiómetro, ni medicamentos, suplementos de minerales y vitaminas, analgésicos o antibióticos.
Las butacas están rotas y sucias. Los baños no están aptos para su uso porque no hay cloro ni desinfectantes y la basura está expuesta al lado de las máquinas.
A veces estamos en tratamiento, conectados a las máquinas, y las ratas y cucarachas nos pasan por encima. Queremos que alguien nos ayude”, suplicaron.
También hay casos de pacientes que residen en Barlovento, pero sólo acuden a dializarse dos días a la semana, por falta de dinero para costear el pasaje o porque no tienen qué comer.
Con información de El Pitazo