A los pacientes operados y los que se mueren los suben y bajan por las escaleras del hospital Miguel Pérez Carreño, porque los 16 ascensores están dañados desde hace 10 días.
Esa situación motivó a los familiares de los enfermos a realizar una protesta interna. De hecho, Elio Sánchez se encadenó por espacio de una hora al frente de la recepción del hospital, porque su esposa que está en el piso 9 no ha podido ser trasladada hasta el hospital Clínico Universitario, donde la están esperando para realizarle con urgencia un examen de gastro.
La esposa de Elio tiene 20 días recluida en el servicio de Cirugía. La operaron de la vesícula, se complicó y fue dos veces más al quirófano pues le cortaron los tubos biliares y para corregir esa falla necesitan estudios especializados. «Tengo la orden de salida y el informe médico, pero no me autorizan a bajarla por las escaleras debido a su estado crítico». Está tratando de buscar apoyo con algún grupo de paramédicos a ver si pueden bajarla del piso 9.
Pero su situación no es la única. Todos los pacientes, incluso amputados, han tenido que subir y bajar las escaleras.
Jean Carlos Quiñones, enfermero, dijo que le tocó subir cuatro pisos con una paciente a la que le suspendieron la intervención, precisamente por las fallas de los ascensores.
Tras la protesta del señor Elio, personal administrativo le comentó que no tienen presupuesto para reparar los equipos. También le dijeron que el edificio tiene más de 50 años, lo que aumenta la vulnerabilidad.
En consecuencia, informó Quiñones, están suspendidas las operaciones electivas y hasta las de emergencia se han visto retrasadas.
Este problema lo que hace es incrementar la crisis humanitaria: en el Pérez Carreño no hay inyectadoras, no hay equipos para el cambio de las camas ni para vestir a los pacientes.
Quiñoñes, que está en un área de Traumatología, atiende a 40 pacientes, lo que habla claramente del déficit de profesionales.
Con información de Crónica Uno