La lista de peticiones es larga y es que los pacientes renales insisten en la prioridad de recuperar estas unidades de hemodiálisis que se encuentran en 81% de operatividad, enfrentando principales fallas como falta de especialistas, sin suministro de medicinas desde el Seguro Social y un estimado en máquinas dañadas que estuvo en 38 hasta marzo de 2022 y se encuentra en 20 desde mediados de 2022. Esto repercute directamente entre 60 a 120 pacientes que deben tener la garantía de su riñón artificial interdiario.

Guiomar López | La Prensa de Lara 

La voz sigue en alto y sus pasos firmes, tanto que los pacientes renales conservan ese brío para exigir el derecho a la garantía del agua potable que suele ser ignorada en algunas unidades que sentencian a la impuntualidad de las sesiones ante la espera de la llegada de algún camión cisterna. Se trata de casos excesivos en espera y que por lo general termina de desplazar a los turnos y amenaza con sesiones que podrían ser menos de las tres horas acostumbradas por sesión. Un hecho que los separa aún más de la esperanza de retomar sus cuatro horas por cada turno.

Sin dejarse tumbar por el cansancio, han buscado respuestas en varias instancias y la más reciente fue en el Consejo Legislativo de Lara (CLEL), donde presentaron y discutieron un informe el pasado 5 de mayo de 2022 que desnuda a las siete unidades de diálisis. Según Héctor Daniel Colmenárez, diputado y presidente de la Fundación Amigos del Paciente Renal (Fundaprel), determinaron el 81% de operatividad con llamados a la recuperación del estimado de 20 máquinas que perjudica a más de 60 pacientes, así como el aprovechamiento de espacios y equipar con máquinas en aquellas unidades con mayor capacidad.

Consideran 854 pacientes atendidos en diálisis, quienes se distribuyen entre el 72,83% (622) en unidades extrahospitalarias y 27,16% (232) en aquellas tres hospitalarias. También revelan que solamente una cuenta con todo el recurso humano, porque la mayoría carece de especialistas como nutricionistas, psicólogos y trabajadores sociales. Situación que no permite tener a disposición el seguimiento nutricional y orientación psicológica, llevando a esperar por varios meses hasta lograr una cita en algún centro asistencial público o representar otro gasto en el presupuesto para las consultas en privado.

Otros puntos en deficiencias se tienen en la falta de tensiómetros, cuando son pacientes propensos a sufrir de hipertensión arterial, incluso con algunos testimonios de este tipo de recaídas por los «calorones» intensos que padecen en esas unidades sin aire acondicionado. El tema de la amenaza por la insalubridad también es tocado en aquellas sin la recolección del aseo urbano y con alrededores como focos de contaminación por el depósito de desechos, llamativos para roedores.

Por acciones
Cuando Colmenárez empieza a sacar la cuenta, se va antes de la pandemia por covid-19 y precisa que atravesaban deficiencia antes de 2020, pero terminan con más complicaciones entre las constantes denuncias de falta de mantenimiento de las máquinas en algunas unidades de diálisis y teniendo conocimiento de ciertos casos que se limitan al empleo de vinagre, debido a la falta del ácido acético. Confirma esa solicitud del informe presentado en el CLEL, que exige la sustitución de máquinas de alto flujo y convencional que no pueden ser reparables.

Carmen Padilla es otra paciente renal que lamenta el pasar de los años y con la mayoría sin contar con los especialistas. «Se debería contar con psicólogo, más aún para los nuevos ingresos o aquellos pacientes menores de edad», recalca de ese acompañamiento tan necesario para entender ese cambio de estilo de vida. No es fácil estar interdiario en diálisis, aceptar las reacciones de cada sesión y salir de la negación a esta enfermedad crónica, que también arrastra problemas a la familia.

Asumir la dieta y los nuevos hábitos alimenticios, también debe tener el seguimiento de nutricionista. Un aliado en ese intento por cumplir una dieta baja en sal y cuidadosa de las proteínas que debería tener la garantía del consumo de pollo y evitar los excesos en vegetales y legumbres.

Mientras con el trabajador social se mantiene al tanto de las condiciones socioeconómicas del paciente, considerando sus dificultades de traslados y demás limitaciones directas, porque la dependencia del riñón artificial le dificulta ejercer algún trabajo.

También lamenta que ese desgaste progresivo amerita de las consultas con cardiólogos. Siempre tienen el riesgo latente por los altibajos de la hipertensión arterial, una constante en esta enfermedad crónica. Son diferentes reacciones en esta pérdida de toxinas y se tienen casos de muertes conectados a la máquina.

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Con información de La Prensa de Lara

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