Bajo la cuarentena por coronavirus, como la mayoría de los países del mundo, los venezolanos perecerían estar acostumbrados a la escasez después de siete años de crisis económica. Pero en las últimas semanas está ocurriendo algo sin precedentes: el país con las mayores reservas de petróleo del mundo y con las mayores instalaciones de refinación de Sudamérica está casi sin gasolina.
Señala una nota de de Fabiola Zerpa en Bloomberg, que los puertos de Pdvsa no han recibido importaciones de gasolina en más de cinco semanas, según personas familiarizadas con la situación y los datos de seguimiento de barcos compilados por Bloomberg
Desde que Estados Unidos impuso sanciones a Pdvsa hace 14 meses, los principales intermediarios han rehuido a seguir las relaciones comerciales, dejando a la petrolera estatal Petróleos de Venezuela buscando proveedores, según personas familiarizadas con el situación.
Pdvsa ha ofrecido intercambiar un barril de gasolina por hasta tres barriles de crudo entregados una semana después de que se descargue la carga. Los comerciantes más pequeños y menos experimentados han declinado la oferta, asevera Bloomberg.
Como resultado, hay una aguda falta de gasolina importada, sin solución a la vista. “Venezuela no tiene inventarios de gasolina, por lo que no puede hacer frente a una escasez”, dijo el consultor de energía Nelson Hernández.
Pdvsa cuenta con la mayor capacidad instalada de refinación de país alguno en Suramérica, con 1,3 millones de barriles diarios de capacidad. Las refinerías de El Palito de 140 MBD y la de Puerto La Cruz (192 MBD) se encuentran paralizadas desde el año 2018. La refinaría de Cardón (305 MBD) y la de Amuay (635 MBD) se encuentran paralizadas, con con sus plantas catalíticas y de alquilación, que son las que producen gasolina, fuera de servicio por problemas en el suministro de servicios industriales (vapor y agua de enfriamiento) para su funcionamiento, según personas con conocimiento consultadas.
La capacidad de refinación de PDVSA ha estado disminuyendo durante años debido al bajo mantenimiento, la corrupción y la fuga de cerebros. En septiembre de 2018, meses antes de que Estados Unidos impusiera sanciones al petróleo, las refinerías de Amuay y Cardon, las dos únicas que operaban, estaban trabajando al 24% de su capacidad conjunta instalada. En diciembre, estaban trabajando a menos del 10%.
La demanda de Venezuela ahora se ha reducido a unos 90.000 barriles diarios de gasolina y diesel, según el consultor Nelson Hernández, por debajo de los 350.000 barriles combinados de gasolina y diesel hace ocho años. Aun así, la demanda supera con creces la oferta.
Los médicos en todo el país se quejan que la falta de combustibles les impide cumplir cabalmente con sus trabajos en hospitales y clíncas.
Los productores del campo, supuestamente incluídos en el plan de racionamiento que instruyó el régimen, denuncian en las redes sociales las pérdidas de productos por la incapacidad de transportarlos a los centros de consumo.
Con información de La Patilla