El número cinco se ha vuelto cabalístico para Alessandro Dijacob. Fue esa la cantidad de años que tuvo que esperar para actualizar la tronzadora de su empresa. La vieja aún funcionaba, pero con lentitud y fallas que atrasaban la producción. 5% mensual de las ganancias era apartado para la reinversión que fue posible en 2007, cuando las cinco líneas de manufactura para fabricar autopartes estaban al 100% con una larga lista de pedidos de las cinco ensambladoras de vehículos instaladas en el país. Pero en mayo de este año (el mes cinco) solo le bastaron cinco minutos para tomar una decisión. El nuevo incremento salarial, decretado en ese momento por el Ejecutivo, lo obligó a vender por cinco millones de bolívares la máquina que tanto le costó comprar.

No tuvo otra opción. Con un flujo de caja cada vez más negativo no podía asumir el segundo aumento de sueldo en dos meses. Se trataba de 50% más que debía pagar en nómina mientras los niveles de producción pasaban de 30% a 10% de su capacidad instalada. Eran cálculos letales que se replicaban en cada una de las 644 pequeñas y medianas industrias (pymi) de la región.

Dijacob prefirió vender la tronzadora que tenía ya más de un año sin ser encendida que endeudarse. Sabe de otros empresarios con créditos bancarios, de los que se usaban en el pasado para reinvertir, solo para poder cancelar a su personal. Él evitó eso de cualquier manera, y con los cinco millones de bolívares que recibió pudo sobrevivir tres meses más.

En septiembre la crisis en la planta se agudizó. Otro aumento salarial fue decretado como un logro del Gobierno pero solo daba saldos negativos al sector industrial. No quiso salir de otra maquinaria para no descapitalizarse y tomó el camino más doloroso: La reducción de nómina. Tuvo que pensarlo una y otra vez. Prefirió no hacer una lista de nombres de trabajadores. Conversó con cada uno de ellos, eran 44 y debía prescindir de al menos la mitad para poder seguir con la compañía operativa. Logró negociar y reducir 55% la nómina. “Afortunadamente ellos entienden que no tenemos los ingresos para seguir manteniéndolos”.

Treinta mil empleos, equivalentes a 70% de la formalidad en la región, siguen en riesgo. Un porcentaje importante se ha perdido de acuerdo a Jonatan Aldana, presidente de la Cámara de Pequeños y Medianos Industriales y Artesanos de Carabobo (Capemiac), quien explicó que se ha acordado la salida de parte de la nómina de varias compañías y que esos cargos siguen vacantes, mientras que más de 50% de quienes han salido de las empresas se han dedicado a la economía informal.

Almacenes en cero

La fábrica de autopartes de Dijacob es una empresa familiar. Más de 50 años tiene funcionando en la Zona Industrial El Recreo de Valencia. En un galpón del que han salido piezas vitales para vehículos líderes en el mercado nacional. Hasta mediados de 2010 mantuvo un buen ritmo productivo. Las restricciones para la adquisición de divisas necesarias para que las transnacionales ensambladoras importen sus insumos redujeron progresivamente los pedidos desde 8,29% ese año, hasta 24,26% en 2013, 78,09% en 2015 y 90% en 2016, de acuerdo a los registros de la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez) y la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa).

Es una crisis repetitiva en cada una de las pymi de la entidad. Las 71 empresas que manufacturan productos con plásticos afiliadas a Capemiac, y las 94 metalmecánicas, han sido las más afectadas. Son grupos que dependen en su mayoría de materiales de las industrias básicas del Estado. Pero el suministro de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) y de la Petroquímica (Pequiven) ha caído en 90% este año. “Los inventarios están como máximo en 12%” alertó Aldana.

Pero solo algunas tienen suerte de cerrar 2016 con algo de insumos en sus almacenes. 30% de las compañías del sector envió a su personal de vacaciones colectivas decembrinas adelantadas por falta de materia prima. Y ninguna de ellas, que en números se trata de 193 plantas, sabe cuándo reanudará operaciones aunque lo tradicional es que lo hagan después del 6 de enero, esta vez esperaran hasta mediados de febrero para evaluar las condiciones económicas y factibilidad de encender sus máquinas.

En promedio las industrias afiliadas a Capemiac culminaron el año trabajando a 30% de sus capacidades. Pero sin el acceso a materias primas nacionales y sin las divisas requeridas para importarlas será cuesta arriba que en 2017 se tengan registros, al menos a los niveles negativos que en 2016.

Dólares a 10 y 600 no existen

Son una farsa. Las tasas oficiales de 10 y 670 bolívares no existen en Venezuela para los productores. “Los controles cambiarios no son buenos. En ningún país del mundo se ha visto un progreso económico con tres tipos de cambio”. La propuesta de Aldana es que se unifique y se dé la posibilidad real al empresario de obtener lo necesario para recuperar el aparato manufacturero.

La nulidad de la Ley de Precios Justos fue una petición desde su aprobación. Pero al no hacerlo la revisión se hace urgente. El problema está en el criterio de los costos que componen la estructura, porque en el diseño que establece el Gobierno se dejan de lado consideraciones contables y el costo resulta ser es más bajo y se ajusta al precio establecido. Pero es un engaño.

Para el presidente de Capemiac si no se toman decisiones rápidas las expectativas para 2017 son muy desfavorables. “Ya tenemos más de 10 trimestres en recesión económica con alta inflación y estancamiento de la producción, eso es estanflación, una fórmula terrible en la economía de cualquier país”.

En emergencia

No hay indicios de recuperación. Los últimos dos años de las más de 40 décadas de historia de progreso han acabado con el pulmón industrial del país. El 2016 le dio duros golpes. Es un paciente con pronósticos delicados. Las decisiones y medidas necesarias para su urgente reactivación no han sido tomadas. Se trata de un paciente en peligro de muerte.

Todo indica que ya no es lo mismo. La zona industrial de Valencia ha cambiado. El asfalto está desgastado. Fracturado por el peso de gandolas y centenares de vehículos que antes congestionaron el lugar. Las calles están desoladas, no hay flujo de despacho y carga de mercancía y productos terminados, y el número de quienes aún luchan por mantener sus puestos de trabajo se ha reducido dramáticamente en una crisis donde no hay cábalas posibles para revertirla. Dijacob lo sabe. Trata de evadir todo lo que implique el número cinco que en medio de todo este proceso se ha vuelto repetitivo y negativo para su empresa.

En números

-100 mil empleos directos generanlas pymi en Carabobo.

-Más de 200 mil personas de formaindirecta dependen del sector.

-En la región hay más de 10 mil pequeñas y medianas industrias.

-A menos de 30% de sus capacidades instaladas cerraron 2016 las pymi.

-70% del empleo formal de Carabobo lo generan estas empresas.

-90% cayó suministro de materia prima de empresas del estado.

Fuente: La Patilla/ El Carabobeño

Fecha: 27 de enero de 2017

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