Tener un familiar enfermo “en cama” es una situación crítica en cualquier lugar del país, pero para los zulianos es una realidad que se vuelve dramática, pues además de hacer hasta lo impensable por conseguir los medicamentos, se debe lidiar con frecuentes cortes eléctricos durante el día y la noche, fallas en el suministro de agua y gas doméstico.
Carlota Sierra, de 69 años, vive hace más de 30 con su esposo, Wilson Núñez, de 74 años, quien fuera líder de la comunidad y entrenador de fútbol de pequeñas ligas en la parroquia Manuel Dagnino, al sur de Maracaibo, antes de sufrir dos accidentes cerebrovasculares que lo dejaron postrado en una cama.
“Esto yo no se lo deseo a nadie”, inició su relato la mujer nacida en Colombia, pero criada en Venezuela. “Necesitamos tantas cosas que no sé por dónde empezar”, prosiguió, mientras sostenía un esqueleto de silla de ruedas donde pretendía darle el primer baño del día a su compañero, luego de un corte eléctrico de más de ocho horas.
Para Carlota, adquirir las medicinas que necesita su marido enfermo y comprar alimentos es lo más difícil. Confesó que solo viven de la pensión de ambos, es decir, Bs. 80.000 mensual. “Con eso compro una harina y un arroz, porque el salado vuela pajarito”.
Batallar con los cortes eléctricos se hace cuesta arriba cuando se tiene un enfermo en casa. La electricidad falla hasta tres veces al día, lo que en resumen se traduce a cuatro o cinco horas con servicio.