Médicos y enfermeros en el estado andino de Táchira, denuncian constantemente la falta de profesionales en los centros de salud y los bajos salarios que perciben. Esta situación se agrava en medio de la crisis sanitaria generada por el covid-19
En la actualidad el Hospital Central de San Cristóbal -principal centro asistencial del estado Táchira- cuenta con una nómina de 1.600 trabajadores. En el año 2011 contaba con 6.800 empleados (entre médicos, enfermeros, camilleros y obreros) según el registro suministrado por Melquiades Delgado, secretario general de la Federación de Trabajadores del Táchira (FetraTáchira).
El panorama dista de ser el ideal, la sobrecarga laboral y los bajos salarios son una realidad allí y en la red ambulatoria de la entidad andina. Eso, sumado a la emergencia sanitaria causada por la pandemia, representa una lucha constante por salvar la vida de los pacientes y cuidar la suya propia en medio de las limitaciones.
Entre el 28 de agosto y el 17 de septiembre de este 2020 fallecieron seis profesionales de la salud en la entidad andina por covid-19; entre ellos la presidenta del Colegio de Médicos, la doctora Nelly Núñez.
En todo el país los números también aumentan. Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV) afirmó que 22% de los fallecidos en Venezuela por el covid-19 son médicos, incluyendo a todo el personal sanitario la cifra asciende a 30%.
La organización no gubernamental Médicos Unidos de Venezuela cuenta con su propio registro y en él indica que 3 de cada 10 fallecidos por la pandemia en el país corresponden a personal de salud.
“La situación en Táchira tiene muchos panoramas. Con respecto al material de bioseguridad hemos tenido un apoyo constante de organizaciones no gubernamentales como la Cruz Roja y Acnur que han hecho que podamos trabajar con la debida protección”, dijo Karina Suárez, médica general del Hospital Central de San Cristóbal, en entrevista exclusiva para El Diario.
Este apoyo ha sido fundamental para mantener al personal de salud de la zona covid-19 protegido con los insumos de bioseguridad. Sin embargo, la situación no es la misma en todas las áreas del hospital.
En el área de emergencia u otras consultas que siguen llegando al hospital el apoyo no existe. A ellos no les dan cubrebocas ni guantes, el gel antibacterial es intermitente y sabemos que hay pacientes asintomáticos que pueden venir a consulta por otra patología y contagiarnos”, explicó Suárez.
Por ello el reclamo de los sanitarios al régimen de Nicolás Maduro, pues denuncian que hasta la fecha no han recibido apoyo de su parte.
“Por parte del gobierno no ha venido la ayuda y la Cruz Roja nos ha ayudado porque ve que el hospital ha demostrado responsabilidad en la atención del covid-19”, comentó.
Melquiades Delgado, secretario general de FetraTáchira y enfermero del Hospital Central, también denunció la falta de equipos de bioseguridad para todo el personal que allí labora. “El covid-19 lo puede dar a cualquier persona que no tenga las medidas, por eso se los tienen que dar a todos, desde el que limpia el bajante hasta el director del centro”.
Uno de los principales temores del personal de salud es llegar al límite de atención en el área covid-19. Médicos denuncian que el centro de salud no tiene la capacidad para atender la cantidad de pacientes positivos para coronavirus que han ingresado.
“A medida que van llegando los pacientes los van acomodando, porque no hay un plan establecido. Dos veces se han abierto de manera espontánea áreas para atender pacientes y ha sido un poquito catastrófico, pero ahí vamos”, añadió Karina.
No obstante, el hospital continúa trabajando sobre la marcha para tratar de atender a todos los pacientes que lleguen con síntomas. El planteamiento es recibir personas hasta ocupar el piso cinco.
“A ciencia cierta no sé cuántos pacientes son, pero yo pienso que 130 es la máxima capacidad. Si llegamos a tener ese número de hospitalizados el personal médico no se daría abasto”, enfatizó la especialista.
Deserción del personal de salud se agudiza
El déficit de personal en todas las áreas es evidente y es motivo de denuncia constante por parte del personal de la salud. Karina asegura que la situación es especialmente crítica con los enfermeros, pues no hay suficientes y se requiere atención constante para los pacientes con covid-19.
Actualmente por 28 pacientes hay dos médicos en un turno. Anteriormente había uno solo y es muchísimo trabajo. También por esa cantidad de pacientes hay tres enfermeros”, puntualizó Karina.
El salario mínimo de un médico o enfermero en el Hospital Central de San Cristóbal ronda los 800.000 bolívares mensuales, es decir, menos de dos dólares. Incluso hay denuncias de profesionales que aseguran percibir menos de 150.000 bolívares quincenales.
“¿Cómo puede subsistir una persona con ese sueldo? Por eso los hospitales se están quedando solos y Táchira tiene muy buen personal de salud pero, ¿quién va a trabajar con ese pago? Menos ahora con el miedo a contagiarse”, denunció Melquiades Delgado para El Diario.
El alto costo de los productos de la canasta básica en la entidad y la economía prácticamente dolarizada obliga a los trabajadores a buscar otras alternativas para generar ingresos en pesos colombianos o dólares y así solventar –en lo posible- sus necesidades prioritarias.
“Actualmente llegó el bono ‘Héroes de la Salud’ pero no fue para todo el mundo. Tengo amigos del área covid-19 que son médicos y no les ha llegado, así como otros que no trabajan en el área pública y sí les llegó”, agregó Karina.
Los enfermeros también viven las carencias en el primer centro de salud de la entidad y en reiteradas oportunidades han exteriorizado sus reclamos con la finalidad de hacerse escuchar.
“El gobierno acabó con el sistema de salud, acabó con los hospitales y también con la red ambulatoria. El sector salud en todo el país, y en este caso en Táchira, ha sido muy golpeado por el régimen de Nicolás Maduro porque no ha tenido dolientes”, reclamó Melquiades.
La recarga laboral es una de las consecuencias más evidentes de los bajos salarios. En el año 2011 había 125 trabajadores en el área de cocina del hospital para preparar los alimentos de los pacientes; ahora solo hay 15 personas que hacen el mismo trabajo.
“Aquí el más perjudicado es el paciente que viene buscando asistencia médica al centro de salud”, añadió el enfermero.
Para ayudar a solventar el problema de atención, especialmente en las áreas críticas, la fundación Juan de Dios asumió el pago del personal de enfermería para poder incorporar más trabajadores.
“Antes había, por ejemplo, dos enfermeros de guardia en un piso y ahora hay tres o cuatro en total”, agregó Melquiades.
Pruebas rápidas limitadas para casos específicos
Las pruebas rápidas en el Hospital Central deberían aplicarse a todas las personas que llegan a triaje respiratorio, pero son escasas. Por ello solo son aplicables a pacientes hospitalizados y a personal de salud.
“De allí que tengamos que dar un subdiagnóstico, los registros en el país no pueden ser fidedignos cuando no tenemos suficientes pruebas moleculares. La prueba rápida no es suficiente”, dijo Karina.
Sin embargo las pruebas PCR (reacción en cadena polimerasa) no llegan en el tiempo esperado, estas demoran entre tres y 15 días. Incluso existen pacientes que fallecen y nunca llega el resultado de su prueba molecular.
“Hemos exigido que se descentralice la realización de esas pruebas, en Táchira tenemos personal capacitado para hacerlas. Actualmente la cantidad de pacientes con neumonía es exorbitante y eso tiene una razón, se llama pandemia. El sistema de salud no está capacitado para atender a estos pacientes”, comentó.
Karina además explicó que los médicos que integran la red sanitaria de la entidad andina no saben cómo atender a los pacientes. Reclama que el régimen de Nicolás Maduro debió prepararse mejor para combatir la pandemia.
Otro factor que genera malestar en los sanitarios es la implementación de medicamentos para tratar el coronavirus cuya eficacia no está comprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Hace poco salió el informe de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI) en el que se refutan medicamentos como la hidroxicloroquina. En los Centros de Diagnóstico Integral lo siguen usando para tratar pacientes”, acotó.
Sobra voluntad pero faltan recursos
Una vez que el paciente llega a la carpa de triaje respiratorio, instalada a las afueras del Hospital Central de San Cristóbal por parte de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) hace varias semanas, se le hace una evaluación inicial.
De evidenciarse dificultad respiratoria moderada o severa, el paciente debe esperar hasta que haya un cupo libre en el área de aislamiento del centro de salud. Mientras este espera en la carpa cuenta con un concentrador de oxígeno que trabaja con energía eléctrica y si esta llega a fallar la persona se queda sin oxígeno.
Hay días que apenas llega el paciente está la cama disponible pero otros días se debe esperar que den de alta a otra persona. También nos ha tocado correr a buscar bombonas para poder suministrarle el aporte de oxígeno a los pacientes”, manifestó Karina.
La ambulancia del hospital no funciona actualmente, la zona de pacientes con coronavirus cuenta con solo siete ventiladores y las sillas de ruedas son escasas y necesarias para movilizar a los pacientes desde la carpa hasta las instalaciones del centro de salud.
“La sociedad médica consiguió filtros de agua para poder hidratar al personal. La sociedad civil nos ha apoyado con comida para trabajadores del área covid-19 y eso nos ayuda”, acotó.
Los municipios no escapan de la precariedad
La población de San Juan de Colón, en el municipio Ayacucho, al norte del estado Táchira, cuenta con el Hospital Doctor Ernesto Segundo Paolini y allí también se atienden casos de covid-19.
Claudia Ramírez, pediatra de este centro de salud, conversó en exclusiva con el equipo de El Diario respecto a la situación de la pandemia en la zona y las dificultades que se han presentado para atender personas sospechosas o positivas por coronavirus.
“Es una situación nada fácil, nos llegó el virus y San Juan de Colón no escapa de la realidad que padece el resto del país. Pero a pesar de eso no se ha perdido la mística, se ha demostrado esa generosidad que tiene nuestro personal de salud”, indicó Claudia.
En Ayacucho también llega la ayuda de Unicef por medio de insumos y equipos que, de cierta forma, contribuyen con la mejora de la emergencia sanitaria que vive el país.
“Estos aportes son limitados y tenemos que ahorrar al máximo los recursos para evitar contagiarnos, ahora mismo no tenemos mascarillas N95”, dijo.
En este centro de salud tipo tres se atienden a pacientes con condición leve y hay un área de triaje habilitada. Sin embargo, hay deficiencias notables como la falta de pruebas rápidas, inoperatividad del equipo de radiografía de tórax (indispensable para paciente con covid-19) y problemas para hacer una hematología.
“Aquí los pacientes los hemos manejado por criterio clínico y sospecha de diagnóstico. Son muy pocos los que han tenido una confirmación con prueba molecular”, añadió la doctora.
Hablando del personal de salud ocurre lo mismo que en otros centros de salud de la entidad andina. Éstos no son suficientes y en consecuencia la recarga laboral es evidente.
“Desearíamos que los médicos tuvieran descanso adecuado, su reposo y disminuir las cargas en cada uno; pero necesitaríamos más personal y para ello es importante el incentivo económico para trabajar”, expresó.
De igual forma, la movilización del personal que labora en ese centro de salud se ve afectada porque el transporte es escaso. Ademel precio de un bidón de combustible es considerablemente superior al de un salario mínimo.
La ambulancia no está operativa y tenemos que depender de las de Protección Civil San Cristóbal que por la demanda de pacientes no están disponibles todo el tiempo”, indicó.
Con información de El Diario