Miguel Perozo ya olvidó cómo correr. Mantener el equilibrio es otra tarea que se le dificulta. Los síntomas de su esclerosis múltiple, invisibles para los demás, se reproducen cada día que la enfermedad avanza y él permanece sin administrarse su tratamiento, estado en el que se encuentra desde hace tres años.
El Ivss entregaba el equivalente a una dosis semanal para cada paciente. Al interrumpir el suministro, la alternativa es comprar el tratamiento en el exterior, pero para ello tendrían que gastar entre 7.000 y 8.000 dólares.
“Antes nos daban cuatro cajas por mes. En 2015 empezaron a dar tres. Después nos dieron dos cajas para dos meses y luego ampollas sueltas fuera de sus cajas, hasta que finalmente dejaron de darnos las medicinas. Nadie recibe tratamiento“, expresó Ingrid Lugo, vecina de San Antonio de los Altos, en el estado Miranda.
Para diagnosticar la enfermedad, las personas deben someterse a una resonancia magnética cerebral, a potenciales evocados (evaluación de las respuestas a estímulos sensitivos) y una punción lumbar. Sin embargo, las fallas en los hospitales de la red de salud pública, la escasez de insumos y el encarecimiento de la atención privada han impedido el diagnóstico y el seguimiento a la enfermedad.
Los integrantes de Acpem expresaron que el Programa Nacional de Pacientes con Esclerosis Múltiple también dejó de funcionar. Señalaron que antes acudían los lunes al servicio de Neurología del hospital Domingo Luciani de El Llanito, pero ahora cuando llegan no encuentran médicos.
Las personas han dejado de evaluar la progresión de esta enfermedad que afecta al sistema nervioso central. En muchos casos, el tiempo que acumulan sin medicamentos es el mismo que suman sin exámenes.
“Tenemos que hacernos, mínimo, una resonancia con contraste una vez al año para ver la actividad de la enfermedad, pero no hay contraste“, expresó Gretchen Hernández, habitante de Caracas.
Con información de efecto Cocuyo