Cuesta comenzar a enumerar la lista de los problemas que padecemos los venezolanos a diario. Y es difícil porque todos: la hiperinflación, la escasez, la parálisis del aparato productivo, las dificultades en los medios de pago, la caída de la producción petrolera, son tan solo una pequeña lista de problemas económicos que tenemos y que se han profundizado con el gobierno de Maduro.
¿Y cómo llegamos hasta acá? De la mano de un modelo económico que arrasó con la productividad de los venezolanos, despreció el esfuerzo privado, confiscó y controló, e hizo de la corrupción el comportamiento común en cada jerarca al frente de empresas y oficinas del Estado.
De las primeras políticas que aplicaron fueron las expropiaciones y confiscaciones. Con la excusa de unos supuestos bajos niveles de producción y nacionalizaciones se hicieron de cientos de miles de hectáreas productivas.
Entre 2002 y 2016 el gobierno expropió 692 empresas. Hoy, esas tierras no producen los alimentos que necesitamos y esas empresas en manos del Estado han quebrado. Cuando este modelo económico fracasado lo comenzaron a aplicar en 1999 había en el país 12.000 establecimientos industriales, y hoy tan sólo sobreviven menos de 4.000. Lo que ellos vendieron como una gran política para activar la economía y la productividad resultó, como se esperaba, en hambre, pobreza y corrupción en todo el país.
Simultáneamente aplicaron la política de controles de precios y a la producción. Iniciaron en 2003 y desde esa fecha han llegado a controlar hasta cuánto cuesta una canilla en la panadería. En 2011 ampliaron el control de precios, y además incluyeron el control a los costos de producción para que las empresas tuvieran una “ganancia justa”. Creyeron tener el derecho de marcar cuánto debía ganar cada empresa, cuánto debía costar cada producto que se vendiera, y cómo producirlo.
Según las propias cifras del BCV, desde que comenzaron la política de control de precios en 2003 y hasta diciembre de 2015 (cuando dejaron de publicar datos económicos), la inflación general fue de 4.804% y la inflación de alimentos acumuló 16.917%. ¿El resultado? Lo que tenemos hoy: comercios y empresas quebradas, anaqueles vacíos porque no se puede producir a pérdida y un pueblo sufriendo hambre y escasez.
Los venezolanos hemos escuchado un sinfín de excusas y culpables que el gobierno inventa para cada problema que se asoma. Durante 20 años han sido incapaces no sólo de manejar eficazmente la economía del país, sino que también se niegan en reconocer alguna responsabilidad de las calamidades que nos agobian.
Siempre han perseguido a quienes trabajan sin descanso por el país, a los que generan empleo aún en las peores circunstancias y la realidad nos ha golpeado muy duro a todos, menos a ellos que han llenado sus bolsillos con dinero público y se han construido una burbuja en donde se esconden de la tragedia que vivimos el resto de los venezolanos.
Nuestra economía colapsó y no hay que ser muy experto para darse cuenta: comercios cerrados en todas las ciudades y pueblos del país, el transporte público en pésimas condiciones, ciudades y pueblos enteros que pasan días enteros sin luz, calles y carreteras desoladas, empresas produciendo cada vez menos, familias que pasan meses sin recibir agua.
Venezuela no fue arrasada por una tragedia natural, nos cayó un llamado “Socialismo del Siglo XXI”. Lo que pasó y sigue destruyendo es el modelo económico basado en la confiscación, la corrupción, y el control.
Ahora el gobierno arremete contra el sector bancario del país, nuevamente en una operación que se inventa para supuestamente atacar el control de cambio y la circulación de efectivo en el país. Esta medida no hará más nada sino caotizar aún más la economía del país, los medios de pago, y el día a día de los venezolanos, pues muestras hay de sobra de cómo operan las empresas, oficinas y bancos que toma el gobierno.
A menos de un mes para poner en circulación el nuevo cono monetario, atacan a los bancos para responsabilizarlos de una política que los sabidos en la materia ya han advertido que será imposible de aplicar en el tiempo estipulado.
Aún no llegan los nuevos billetes, no se han podido cumplir las adecuaciones en la banca para poder distribuir los nuevos billetes y sacar de circulación los viejos, no se tiene capacidad logística para llevar los nuevos billetes a todos los rincones del país, no se tiene cómo movilizar 16 mil millones de billetes entre los nuevos y los que se deben sacar de circulación.
Recordemos el caos que se vivió en muchas zonas del país en diciembre de 2016 cuando se pretendió sacar de circulación el billete de BsF 100 que hoy sigue circulando como prueba de su fracaso económico. Siguen con el empeño de perseguir y controlar, es su naturaleza, y esto hundirá aún más nuestra ya golpeada economía.
Detrás de todas las acciones del gobierno hay un gran objetivo: arrasar con el país si es necesario para mantenerse en el poder. No les ha importado los millones de venezolanos que migraron buscando nuevas y mejores oportunidades, no les ha importado acabar con la producción en el campo, no les ha importado el cierre de industrias. Incluso, pareciera que les tuviese sin cuidado haber acabado con PDVSA, la gallinita de los huevos de oro.
Me atrevo a decir que han alcanzado su objetivo a medias, pues seguimos millones de venezolanos trabajando día a día, en diferentes espacios, para no dejar que nos roben el país. Los venezolanos aún y cuando el sueldo no nos alcanza, salimos a trabajar todos los días, porque creemos en el valor del esfuerzo y el trabajo diario. De nada han servido años de ataques y propagandas del gobierno, pues hoy los venezolanos reconocemos que es la empresa privada la que genera empleo, riqueza y estabilidad.
Nada de lo que aquí he expuesto y que vivimos a diario es justo para nadie. Tener la angustia de saber si podremos comprar comida para el día siguiente, si perderemos el empleo luego de aumentos de sueldos que no resuelven los problemas, si alcanzará el dinero para comprar la medicina que necesitamos, no es lo que debemos sentir todos los días los venezolanos.
Sabemos que nuestro país necesita un gobierno que genere confianza para invertir y producir, que sepa cuáles son las raíces de nuestros problemas y aplique las soluciones apropiadas, que no invente excusas sino que genere consensos para responderle a los venezolanos.
Esto no es posible con Maduro en el poder. Cada día que pasa al frente del gobierno nos aleja aún más de las soluciones. Nuestra tarea no puede ser nada más resistir, debe ser también oponernos a este gobierno que está acabando con el país.
Que todos los sectores nos organicemos efectivamente, oponernos todos los días a las decisiones que toman y nos perjudican, activarnos en cada rincón del país. Luchar por el país, porque su gran objetivo es acabar con nosotros, y no podemos permitirlo.
Alcanzar nuestro objetivo depende de todos nosotros y de la unión que supere cualquier diferencia, porque lo que está en juego no es poca cosa. Se trata de nuestra tierra y del futuro que queremos tener en ella. Por eso es absolutamente necesario tener una verdadera unidad y una sola posición frente al parapeto del 20 de mayo. Los venezolanos queremos rescatar el derecho a votar de verdad y que nuestra voluntad sea la que refleje el resultado final.
Tanto Henri Falcón como el resto de los partidos tenemos que agotar hasta el último esfuerzo en tener una sola posición y defenderla juntos. Oigamos al país grande, oigamos al mundo que apoya a los venezolanos, sólo juntos podremos lograrlo, separados será otro gran fracaso y el perjudicado nuevamente será el venezolano común.
¡Qué Dios nos acompañe en este camino para sacar a Venezuela de la oscuridad! ¡Nuestra Venezuela siempre valdrá la pena!