Además del acelerado envejecimiento del parque automotor, los vehículos venezolanos han sido víctima del deterioro debido a la calidad de una gasolina que no corresponde con los requerimientos de los fabricantes, una situación que ha llevado a los conductores a comprar supuestos «aditivos» poco funcionales y pagar costosas reparaciones.

Entre los muchos cambios que trajo consigo el 2020 para Venezuela, uno de los más notorios para la población venezolana fue el suministro de gasolina. Kilométricas colas, estaciones cerradas y el incremento de precios incluso hasta estándares internacionales, marcaron la diferencia. Pero la guinda del pastel fue la calidad del combustible.

Los conductores notaron inmediatamente que la gasolina que empezó a expedirse a mediados de 2020, después de aquella escasez que azotó al país desde abril hasta mayo y que culminó parcialmente con la llegada de cinco buques iraníes cargados con gasolina, tenía un efecto distinto en sus vehículos.

Las denuncias no tardaron en llegar. Algunos afirmaban que se evaporaba o que tenía un color y una consistencia inusual, otros que sus automóviles habían perdido fuerza, y algunos incluso acusaban al combustible de ocasionar fallas o dañar piezas enteras del vehículo.

Pese a la especulación y el revuelo causado por el estado de la gasolina, no solo más cara y difícil de obtener sino además de peor calidad, el gobierno de Nicolás Maduro jamás se dignó a ofrecer una respuesta. En su lugar, se afirmó que la situación del suministro de combustible en el país había regresado a la normalidad tras un «monumental» esfuerzo para superar las sanciones impuestas por Estados Unidos que dificultaban la importación de producto terminado e insumos para su manufactura localmente.

La «nueva» gasolina
Ante la ausencia de una aclaración oficial, trabajadores de la industria petrolera son quienes han esclarecido algunas dudas sobre las características del combustible que se expide en las estaciones de servicio del país.

Freddy Alvarado, trabajador del laboratorio de la refinería El Palito, explicó a TalCual que no es un problema específico de la gasolina proveniente de Irán, sino que este cambio en las características del combustible en todo el país obedece más bien a la situación de las refinerías venezolanas.

El combustible que se procesa en estos momentos no recibe el mismo tratamiento y no pasa por los mismos procesos químicos que en años anteriores. Esto se debe a que las plantas que producen la gasolina de mayor octanaje están paradas. La planta de alquilación de El Palito, capaz de producir gasolina con un índice de octanaje de 97, está parada.

La misma situación ocurre con plantas de las refinerías del Complejo de Refinación Paraguaná y la Refinería Puerto La Cruz, lugares desde donde se produce la mayor cantidad y la mejor gasolina del país.

Debido a estas fallas, a lo mejor que puede llegar la industria actualmente con cierta estabilidad es a un índice de octanaje entre los 80 y 83. Esto significa que se encuentra entre 11 y 8 puntos por debajo de la gasolina de 91 octanos; y entre 15 y 12 puntos por debajo de la gasolina de 95 octanos, las dos opciones que ofrecen las estaciones de servicio en Venezuela, adaptadas a las necesidades del parque automotor nacional.

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Con información de Tal Cual 

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