“Cuesta 7.663 bolívares el kilo”, es la respuesta que dan los vendedores de charcutería cuando se les pregunta por el precio del queso amarillo de una de las marcas que más se encuentra en los establecimientos. Ante el asombro de los consumidores, los vendedores sacan las piezas de las neveras y las muestran, pues en el empaque está marcado el monto en el que debe venderse al público.
La semana pasada el mismo queso amarillo se podía conseguir en 4.690 bolívares; es decir, que en menos de 7 días el producto tuvo un alza de 63%, según encargados de panaderías, frigoríficos y supermercados en el centro y este de Caracas.
“La mercancía sube con mucha frecuencia y eso que nosotros podemos vender, incluso, un poco más económico de lo que se marca el empaque porque compramos directo al fabricante. Si le compráramos a los mayoristas tendríamos que vender más caro”, dijo Manuel Camacho, encargado de un frigorífico en Los Ruices.
Los comerciantes detallan que el queso amarillo más económico se vende en 5.000 bolívares, en promedio, y a comienzos de año no llegaba a 3.000 bolívares. Los productos a precios regulados no se ven en las neveras. “Todo sube; con el queso blanco pasa igual y con los jamones”, agregó Camacho.
En los negocios el kilo de queso blanco duro oscila entre 3.500 y 4.500 bolívares, dependiendo del lugar que se visite. Mientras que la pechuga de pavo se expende desde 5.120 bolívares, y los paquetes de salchichas de 24 unidades se comercializan en 3.500 bolívares. El jamón serrano supera los 9.000 bolívares y la mortadela más barata asciende a 1.900 bolívares.
Menos ventas. El incremento en los precios de la charcutería ha hecho que se modifiquen los hábitos de consumo. “Antes compraba un kilo de queso y otro de jamón cada 15 días; ahora es imposible porque el aumento de los precios es exorbitante. Estoy comprando solo un cuarto de cada uno y me olvidé del jamón serrano, de los chorizos y del salchichón”, afirmó Rocío Cárdenas, mientras esperaba para pagar en una panadería en Montecristo.
En la casa de Joselyn Correa, en Catia, la situación es distinta. El aumento de precios hizo que sacara el jamón y el queso de la dieta. “Ahora hasta la mortadela es un lujo. La arepa me la como solo con mantequilla y eso cuando tengo la suerte de conseguirla”, dijo cuando hacia una cola para comprar en un supermercado de los Ruices.
“Evidentemente por lo caro de la mercancía las ventas han mermado. Si antes podía vender tres cajas de queso blanco en una semana, ahora solo estoy vendiendo una. Nosotros entendemos lo que pasa porque como consumidores tampoco podemos pagar estos precios”, explicó el encargado de un frigorífico en La Candelaria, que prefirió no ser identificado.
FUENTE: EL NACIONAL