Venezuela parece condenada a seguir viviendo en riesgo de seguridad alimentaria este año, según estimaciones de Fedenaga, por el freno que ha tenido la producción de carne roja durante la cuarentena social, tras el decreto de precios acordados que el gobierno hizo público el 23 de abril.
La medida que fija los precios en dólar BCV en la cadena de comercialización de la carne, deja pérdidas del 37% por cada kilo de ganado en pié (animal vivo que sale de la finca) que es llevado hasta matadero, lo que representa una devaluación cantada en el sector.
Según la medida oficial, el precio referencial para el sector primario es de 1 dólar por cada kilo de toro gordo en pié, y de 80 centavos de dólar por cada kilo de vaca. Carlos Albornoz, presidente del Instituto Venezolano de la Leche y la Carne (Invelecar), explica que la diferencia por el valor entre ambos animales radica en la edad y la calidad de la carne.
El toro o novillo sale de la finca a los tres años de vida, su carne es más tierna que la de la vaca, que es llevada a matanza luego de varios partos y cumplir su ciclo productivo de leche. La devaluación comienza cuando en Colombia, país por donde penetran vías del contrabando y sale buena parte del ganado nacional, la carne bovina en pié es pagado en 1,5 dólares o 1,8 dólares. «Ese sería el precio real que debería tener la carne en el campo venezolano para no producir a pérdida», indicó Albornoz.
«Mientras los ganaderos compran alimentos balanceados, pagan el control sanitario e insumos para los animales a dólar paralelo, el gobierno obliga a vender a un dólar oficial que suele estar por debajo del precio que se maneja en el mercado», Dice Jorge Nuñez, director de Fedenaga, un detalle que no reconoció el oficialismo en los cuatro días de reunión que tuvo con seis gremios del sector cárnico y cuyo acuerdo fue rechazado por Fedenaga que agrupa a más del 90% de los ganaderos del país.
«Estamos viviendo un ensayo y error con los precios de la carne, por la poca seriedad que le da el gobierno al tema económico, que se maneja con base en aspiraciones ideológicas y particulares, y eso hace que el sector empresarial tenga muchísimas desventajas y haya desconfianza», alega Carlos Albornoz, haciendo referencia que los precios presentados para los distintos cortes de carne que se consigue en las carnicerías se fijaron en bolívares anclados al petro, algo que contradice el acuerdo inicial.
Según el Ministerio de Comercio Nacional, el precio máximo de la carne en frigoríficos, debe ser vendido en 675.344,21 bolívares, pero en mercados de Lara el valor que le dan está por encima, entre 760 y 800 mil bolívares se puede conseguir un kilo de bistec en comercios de Barquisimeto.
Mientras que en ciudades como San Cristóbal en Táchira, carnicerías comercializan el kilo de carne de primera como solomo y punta trasera en 850 mil bolívares, es decir, se requiere más de un salario mínimo fijado en 800 mil bolívares para adquirirla. «Los precios se deben regir por la oferta y la demanda, como en cualquier economía del mundo «, dijo Edgar Medina, presidente de la Asociación de Ganaderos del estado Táchira (Asogata), al destacar que la proteína no se puede anclar a ninguna moneda y por ende, la venta debe ser manejada por oferta y demanda.
«Tú no puedes anclar un precio por mucho tiempo cuando tienes una dolarización de facto en la economía y de pronto el dólar se dispara encareciendo todos los alimentos en un país donde la mayoría de las personas viven en pobreza extrema», soltó Jorge Núñez de Fedenagas. Las últimas estadísticas de este gremio, reflejan que sólo el 14% de la población puede incluir en la mesa la carne roja, el consumo promedio se desplomó al punto que cada persona puede comer tres kilos al año, unos 12 bistec en promedio. En 1998 Fedenaga calculaba que el consumo per cápita por habitante era de 27 kilos de carne.
«El consumo de carne se ha estancado en los últimos 45 días, por eso es que no ha variado mucho el precio en el mercado. Ha estado condicionado por varios factores. En el contexto de la cuarentena el casi nulo suministro de combustible en los campos influye en que el transporte de ganado no pueda llevarlos a matadero, eso retrasa la matanza. Dentro de las estructuras de costo incide todo, las fallas en el servicio de electricidad, agua potable, lo difícil de conseguir repuestos para maquinarias condicionan el funcionamiento de las unidades de producción», comenta Albornoz.
Indica que todos los productos que requieren para el engorde y control sanitario del ganado se importa o se paga en el mercado nacional, pero en esta última opción el valor puede llegar inflado, triplicando los costos en el mercado internacional. «Si se importa esos insumos hay que agregarle al costo de la producción de carne, marcadores de impuesto, desembarco, flete, pago de manejo administrativo. es decir, el ganadero se va descapitalizando y quedando sin musculo financiero, porque el gobierno prohibió hasta que la banca otorgue créditos al sector privado», expresó.
«Lo ideal para que las cosas mejores es que se sinceren los precios, y se vuelvan a dar garantías para la inversión privada. A corto plazo lo primero que debe hacer el gobierno es garantizar el combustible en el sector agropecuario y que nos deje trabajar». Es la conclusión a la que llega Hémber Meléndez, presidente de la Sociedad de Ganaderos del estado Lara, entidad que ocupa el quinto lugar de producción de carne en el país.
Con información de La Prensa de Lara