La promesa de lograr la soberanía farmacéutica vuelve a ser una utopía. En febrero se anunció la activación del segundo motor para producir medicinas, pero la empresa estadal Quimbiotec –encargada de la elaboración y comercialización de derivados sanguíneos y otros productos químicos y biológicos de alta tecnología– que reanudó su producción en febrero luego de cuatro meses paralizada por falta de divisas, solo logró manufacturar cinco lotes de albumina, factor VIII e inmunoglobulina hasta marzo porque los reactivos se vencieron. Otra vez la empresa estatal está paralizada.
“Mensualmente se producía 20.000 viales de albumina y esta vez se llegó a 10.000 en 2 meses”, precisó José Gabriel Pérez, miembro del Sindicato Bolivariano de Trabajadores de Quimbiotec.
A principios de julio la ministra para la Salud, Luisana Melo, aseguró que las empresas estatales estaban trabajando a su máxima operatividad. El sindicato de la empresa desmintió esas declaraciones y precisó que solo están distribuyendo los hemoderivados que se han importado de otros países.
En febrero, cuando se anunció la reactivación del Motor Farmacéutico, se prometió que Quimiotec produciría 9.000 unidades de albúmina, 5.000 de inmunoglobulina de 100 mililitros cada una, y 2.500 unidades de factor VIII semanales. Sin embargo, el sindicato alertó que sus reactivos estaban por vencerse y podrían afectar la meta. En estos momentos necesitan filtros y los reactivos para reiniciar la producción.
En 2015, la producción de Quimbiotec cubría 80% de la demanda nacional. Solo era necesario importar algún porcentaje de factor VIII, utilizado para el tratamiento de pacientes hemofílicos.
El declive comenzó en 2012 cuando el Ministerio de Ciencia y Tecnología pasó a tener la potestad de nombrar al presidente de la empresa y su directiva en vez de hacerlo el director del IVIC, como solía ser hasta ese momento. Se destituyó a la mayor parte de la gerencia fundadora.
El declive. De 2011 a 2014 la capacidad de atención que se reportó en las respectivas Memorias y Cuentas del Ministerio de Ciencia y Tecnología –ahora Ministerio de Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología– pasó de 88.538 pacientes a 62.260. Venezuela además exportaba hemoderivados, pero durante esos años se disminuyó de 5.200 unidades de albúminas exportadas a 2.000 en 2014. En agosto de 2015 cerraron la planta luego de 25 años de funcionamiento continuo.
Con el declive de la producción de hemoderivados afectó al menos a 70.000 personas al año que sufren 21 condiciones graves, crónicas y agudas.
Este año la mayor escasez se sintió cuando comenzaron a subir las estadísticas del Síndrome de Guillaín-Barré, presuntamente provocado por la epidemia del virus zika. Los pacientes con la enfermedad requieren hemoderivados para combatir la enfermedad que ocasiona debilitamiento de los músculos hasta alcanzar la parte superior del cuerpo, y puede comprometer la respiración y la actividad cardíaca.
FUENTE: EL NACIONAL