Investigadores, docentes y pedagogos señalan que en el documento de reforma curricular no hay una fundamentación pedagógica y metodológica que permita hablar de un diseño de plan de estudios propiamente dicho ni en las resoluciones 0142 y 0143 que oficializan el Proceso de Transformación Curricular (publicadas en Gaceta Oficial 41044) ni en los documentos previos presentados por el Ministerio de Educación en los cuales se desarrollan las orientaciones generales de la propuesta.

La preocupación de los especialistas es que si el proceso debe ser implementado de inmediato en un año escolar que ya comenzó, con una programación y una metodología de trabajo que no estaba ajustada a la resolución, muchas decisiones y ajustes quedan a juicio de cada docente o de los directivos porque hay vacíos en los criterios para las evaluaciones de algunas materias –por ejemplo las que forman parte de los Grupos Estables– o en los métodos de trabajo para las nuevas dinámicas de clase.

Los profesores reiteran como parte de sus dudas si la agrupación por áreas implica que un mismo docente debe impartir todas las materias que se unieron o si el grupo de maestros que dan esas materias deben reunirse para trabajar en conjunto cómo se va a evaluar ese proyecto.

También cuestionan si las materias del Grupo Estable inciden en la prosecución o si un alumno puede reprobar alguna de esas áreas y pasar de igual manera al año siguiente.

Nacarid Rodríguez, docente del doctorado en Educación de la Universidad Central de Venezuela e investigadora de currículo, gestión escolar y formación de docentes, señala que un diseño curricular debe tener un fundamento pedagógico serio que permita establecer si se trata de un modelo por competencias o por procesos, o por estándares, o si hay un desarrollo por metas o cuáles serán los perfiles de los egresados: “Al no haber claridad sobre el modelo, tampoco se sabe cuáles serán los logros para saber hacia dónde va y qué va a dominar ese joven egresado tanto en contenidos como en valores”.

Rodríguez revisó los documentos del Ministerio de Educación desde 2015 sobre este proceso (se presentaron cuatro versiones) y observó que son indicaciones organizativas para las escuelas, pero no propiamente un diseño: “Hay ideas rescatables, pero muchos planteamientos están desfasados. La integración por áreas es un concepto viejo en pedagogía, pero son métodos muy difíciles de poner en práctica. Hay que ver hacia dónde se está moviendo el mundo y, por ejemplo, tener un libro único es un atraso”.

La especialista en Educación de la UCV agrega que un diseño curricular no puede estar apegado a documentos como el Plan de la Patria porque es un lineamiento que se acaba a corto plazo y un currículo debe ir más allá de un período específico.

“Hay una insistencia en que son los docentes quienes hacen el currículo y en realidad eso sería lo mejor que puede suceder porque se formaría con el criterio de muchos docentes; sería bueno que una escuela proponga sus propias metas y que todos participen, dado que eso implicaría que los docentes van a impartir lo que ellos consideren y no necesariamente lo que está allí definido”, enfatiza Rodríguez.

Conceptos vacíos. La opinión de Carlos Giménez, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Centrooccidental Lisandro Alvarado e investigador del sistema escolar público en Venezuela, apunta a que la resolución es una simplificación de lo que debería ser un diseño curricular: “Los estudiantes de bachillerato van a estar cien años atrás de las tendencias mundiales. Parece que el gobierno cree que estamos en la Guerra Federal y que Zamora anda por ahí”.

Giménez recuerda que en 2007, cuando se planteó la reforma anterior, se reunió con autoridades del ministerio para presentar una propuesta en la cual el bachillerato se reducía a tres años porque el aprendizaje es más precoz debido a las posibilidades digitales y luego dos años dedicados a la preparación prevocacional y ocupacional.

“El bachillerato en Venezuela lidia con graves problemas como la deserción y repitencia, el embarazo precoz, las drogas, que forman parte de la realidad, y eso no se resuelve con la agrupación de asignaturas o mezclando un pasticho ideológico”.

Le preocupa que no se aborden pedagógicamente problemas de contenido: “Desaparecen los parámetros de exigencia para dar paso a algo que llaman la batalla por la repitencia y la deserción como si se tratara de un problema militar”.

Giménez destaca que al revisar el área de ciencias sociales no hay valores musicales, científicos, deportivos o literarios.

“El currículo se sustenta en los héroes militares, no hay héroes de la ciencia, de la cultura o de la literatura. No están los héroes civiles que construyeron este país”, y hace énfasis en que esta es una oportunidad de abrir un debate nacional profundo sobre las condiciones de la educación: “Las universidades han sido muy tímidas. Tienen que tomar medidas, ir más allá de presentar documentos. Esto es un problema de la sociedad en todos sus ámbitos”.

Fuente: El Nacional

21 de enero de 2017

Ir a la barra de herramientas