“¿Cuáles son tus planes a corto, mediano y largo plazo? Tienes que responder con sinceridad”, se ha vuelto una frase sine qua non para Noraima López cada vez que hace una entrevista de trabajo. Como consultora de recursos humanos en una empresa comercializadora y con 35 años de experiencia en esta área, aseguró que “nunca había vivido nada así”: ver cómo paulatinamente cada vez más escritorios y cubículos se van quedando vacíos.
López y los gerentes de talento del país libran una lucha doble contra la crisis, la inflación que se come los sueldos de los trabajadores y la fuga masiva de currículos altamente especializados. Su empresa, dedicada al ramo de la venta de equipos eléctricos, empezó a sentir el problema de la migración de personal a partir de 2012. Tres años después, más plazas se quedaron vacías: solo en 2015 cinco ingenieros abandonaron la compañía.
Sustituir las vacantes también se ha vuelto una tarea titánica para las empresas venezolanas y López lo sabe bien. “Hace seis meses revisé más de 100 currículos y cuando llamé a algunos de los candidatos, 22 ya se habían ido del país”, contó. “Me voy en unos meses”, “ya estoy ejerciendo en Colombia” y “ya no estoy en Venezuela“, fueron solo algunas de las respuestas que recibió la consultora al momento de fijar una entrevista.
Rhina Gesia se ha desempeñado como gestora de talentos por tres años; sin embargo, ha trabajado en el sector bancario por más de 22 años y ha visto entrar y salir personal con mayor frecuencia desde 2015. La falta de sinceridad por parte de los trabajadores al momento de hablar sobre los planes a largo plazo es uno de los problemas a los que se enfrentan quienes trabajan con capital humano.
“En 15 días renuncio porque me voy del país”, es una de las tantas frases que ha escuchado Gesia de trabajadores que huyen de la crisis. “La gente normalmente no comenta que se va sino hasta último minuto. Hasta cuando tienen todos los papeles o hayan conseguido una oportunidad fuera”, dijo.
Las consecuencias de esa salida no solo dejan un puesto vacío en la oficina, sino también trabajo que queda sin completar o tareas que terminan recayendo en el resto del equipo si no se logra contratar a un sustituto con el perfil adecuado.
Una de las opciones que tienen las empresas para cubrir esa vacante que salió de forma inesperada, es ajustar el perfil de otros trabajadores al del empleado saliente. “Puede que no sea una persona con las mismas especialidades, pero la empresa invierte en ella a través de cursos o talleres para que pueda asumir esas tareas”, indicó Gesia.
Para Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas, el personal debe ser honesto y aclararle al empleador si su proyecto de vida está en Venezuela o en otro lado para evitar poner a las empresas en aprietos. Añadió que, aunque desde 2012 hay más profesionales buscando boletos que plazas de trabajo, el país aún tiene talento para soportar esta corriente de migración.
“Hay un mercado de trabajo muy dinámico. Así como unos se van, otros se quedan y son tan buenos como aquellos que se fueron. También hay que decir que muchos están regresando. Aquí todavía quedan muchos perfiles gerenciales”, aseguró.
Bolívares vs. divisas fuertes
Mientras las empresas venezolanas pueden competir entre sí mediante contraofertas para retener a su personal, la cosa se pone más difícil cuando se trata de una oportunidad en otro país y de ganancias en otras divisas. Convencer a alguien que ya tomó la decisión de irse, sea por una mala experiencia, por una oferta de trabajo en otro país o que simplemente va a probar suerte, resulta prácticamente imposible.
López recuerda los casos de dos ingenieros de la compañía enviados a un taller en el exterior: a uno le ofrecieron trabajo durante su viaje de negocios; el otro llegó a Caracas y decidido a irse en solo un par de semanas.
“No tenemos cómo competir laboralmente para hacer que las personas se queden en Venezuela. Ahí tienes que competir con una moneda dura”, afirmó Gesia. Cuando el problema es el país, no hay sueldo ni beneficio que valgan para quienes se marchan por la inflación, la inseguridad y la baja calidad de vida. Lo único que les queda a las empresas es reinventarse constantemente y trazar estrategias para proteger al trabajador que decida quedarse.
Algunas de las políticas de retención que han implementado las empresas en época de crisis son dar a los trabajadores créditos personales, pagos de educación para hijos o empleados, ofrecer pólizas de seguros atractivas y otorgar préstamos para vivienda o carro. Sin embargo, cada una en la medida de las posibilidades de la compañía y de su capacidad financiera.
Cubrir el pago de las nóminas se ha convertido en otra odisea para las empresas, especialmente tras los anuncios de decretos presidenciales sobre aumentos del valor de la Unidad Tributaria, el sueldo base o el bono alimenticio.
“Asumir estos pagos es muy cuesta arriba. Cuando estás empezando a recuperarte de los aumentos pasados, llega otro. Y la gente se está moviendo de una empresa a otra por 10 mil o 15 mil bolívares más”, advirtió López. “Les puedes dar entrenamiento en el exterior, aumentos semestrales, generar bonos e incentivos, pero la verdad es que algo que hoy cuesta 12 mil mañana te va a costar 20 mil”.
Fuente: Efecto Cocuyo
Fecha: 28 de febrero de 2017