Pretender ignorar la crisis que se vive en el país es un acto de criminal y de profundo desprecio contra el pueblo. Son muchos los problemas que se han ido acumulando sin que el gobierno le dé solución a uno solo de ellos, en su lugar, su respuesta ha estado marcada por la burla hacia quienes más necesidades tienen. Decir que en «Venezuela no hay hambre sino amor», es sin duda una cachetada a la moral de nuestra gente, más aún para quienes se han visto forzados a hurgar entre la basura para no morir de inanición.
Palabras como las expresadas por la enchufada presidenta del fraude constituyente son una burla a la epidemia de hambre que se vive en nuestra Venezuela, pero que más podíamos esperar de una señora que dijo que Venezuela tenía capacidad para alimentar a tres países más con la producción interna.
Quienes mantienen por la fuerza el poder en Venezuela, le declararon hace tiempo la guerra al pueblo y en cada una de sus acciones lo que se evidencia es que se enfermaron por completo de las prerrogativas que ofrece el poder y se divorciaron de las realidades que nos afectan. Vale la pena recordarles que el poder es un préstamo de uso, y más temprano que tarde nuestro golpeado pueblo les cobrará las cuentas y con los intereses de tantos años de carencias y atropellos. El fraude constituyente solo agravará aún más la crisis, y es que el deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos avanza progresivamente, porque las políticas económicas de la mal llamada revolución han generado una serie de distorsiones, llegando al punto de tener la inflación más alta del mundo, calculada aproximadamente en 700% para finales de año y con unos niveles de desabastecimiento que rondan porcentajes superiores a 60% y hasta del 80% en el caso de los medicamentos.
Para que se sepa de la gravedad de lo que estamos hablando y de lo mal que estamos, solo en el mes de julio hubo una inflación de 26% en Venezuela, y ese número es superior a la inflación que se ha registrado en Perú en los últimos 10 años.
Según un reciente informe de nuestra Asamblea Nacional, la inflación acumulada en estos 7 meses de 2017 fue de 249%. Esto hace que lo que debería ser un simple día de compras de alimentos se convierta en una experiencia amarga, puesto que los precios experimentan aumentos a diario. Sólo de junio 2017 a julio 2017 hubo un alza de más de 17% en la Canasta Alimentaria Familiar. 1.443.634,25 bolívares cuesta que una familia de cinco personas se alimente durante un mes.
En solo un año la canasta alimentaria subió 296,7%. La situación es tan crítica e insostenible que se necesitan 14.1 salarios mínimos (97.531,56 bolívares) para que una familia pueda adquirir la canasta alimentaria, es decir, 48.121,14 bolívares diarios. Si nos fijamos solo en el almuerzo, el costo promedio de un almuerzo para un trabajador es de 9.600 bolívares, mientras que el monto del ticket de alimentación es de 5.100 bolívares diarios. Es decir, el ticket que debería cubrir el almuerzo del día de un trabajador, solo cubre el 53% de esa comida.
Mientras se siga hablando de que la inflación es una consecuencia que tiene asidero en ataques especulativos, incrementos de costos y aumentos de demandas no se va a solucionar el problema. Hay que tener responsabilidad y entender que la inflación no es otra cosa que el deterioro del poder adquisitivo del dinero y que en Venezuela ha sido una política continuada.
La situación de nuestra Venezuela es insostenible porque tenemos una economía en coma y quienes tienen secuestrado el poder no hacen nada para remediarlo, su único objetivo es permanecer en el allí a costa del hambre de los venezolanos. La necedad política de un modelo fracasado tiene a todo un país sumido en un precipicio sin fondo.
La narco cúpula que gobierna en Venezuela atacó y desarticuló el sector productivo nacional amparado en la bonanza petrolera más grande de toda nuestra historia. Hicieron de las importaciones subsidiadas un gran negocio de corrupción para acabar con el sector privado del país, con el único fin de su beneficio propio y mantener el control político.
El desastre económico nacional llegó a su punto crítico por una política que lejos de corregir los entuertos los ha magnificado en el tiempo. La limitación de ingresos y recursos provenientes del petróleo, sumado a la emisión de dinero inorgánico, ha agudizado aún más el deterioro del poder adquisitivo del pueblo, tanto que la pobreza extrema pudiera ubicarse al cierre de 2017 en más del 60%.
La tragedia de lo que estamos hablando significa, que si no se corrigen las políticas económicas, para finales de 2017 más de 18 millones de venezolanos no podrán satisfacer las necesidades básicas para vivir dignamente, lo que implica que se les hará imposible abastecerse de alimentos y muchos menos cubrir bienes y servicios.
Sabemos que tenemos delante de nosotros un futuro más incierto que de claridad, y que la incertidumbre del futuro pareciera un dado lanzado al aire, sin saber predecir cuál será el resultado al caer. Sin embargo, tenemos que mantener firme la esperanza, nuestra lucha nos ha permitido avanzar en muchos sentidos, y debemos seguir presionando hasta alcanzar el cambio que tanto anhelamos los venezolanos. Hoy es urgente que la movilización de calle y la presión social sea un espacio donde concurran todas las demandas políticas, económicas y sociales. Lo económico y social sumará mucha más gente porque esa es su prioridad. Es absolutamente normal que se haya dado un bajón en las movilizaciones, luego de más de 4 meses de esa intensidad, es normal que los venezolanos necesiten agarrar oxígeno para volver a la lucha. Mientras haya miles de problemas habrá miles de razones para seguir la protesta y la presión social.
No olvidemos que esta lucha empezó por cuatro razones importantes para nuestra Venezuela: abrir un canal humanitario para alimentos y medicinas, el respeto a la Asamblea Nacional, la liberación de todos los presos políticos y el cese de las inhabilitaciones, y unas elecciones libres y democráticas dentro del marco de nuestra Constitución. A ello luego sumamos el desarme de los grupos paramilitares y la negativa al fraude constituyente.
El Rey está desnudo. La Constituyente fraudulenta de Maduro para lo único que va a servir es para tratar de mantenerse a la fuerza, y eso los ha desnudado ante la opinión pública internacional. La Constituyente fraudulenta desnudó las intenciones de Maduro y su camarilla, todo lo quieren imponer por la fuerza. No hay razón, aunque a veces metan en su discurso la palabra paz, su única razón es la fuerza.
No permitamos que el rencor de quienes se saben perdidos nos hunda en su mismo desespero. Debemos mantener la cordura para evitar que el odio siga carcomiendo el corazón de los venezolanos. Conservemos nuestra esperanza intacta para que el bien triunfe.
¡Qué Dios bendiga a nuestra Venezuela! Seguimos!