Un día sin servicio eléctrico equivale a una semana de trabajo perdida para un comerciante. Dos días sin luz equivalen a 15. Bajo esas amenazas trabaja el sector comercial en el país, con excepción del estado Zulia y la región andina, donde la falta de luz se prolonga por más tiempo. De 2013 a 2019 el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) registra una pérdida de la actividad comercial que se ubica en 66 %.

El presidente de la asociación, Felipe Capozzolo, advirtió durante una rueda de prensa, que “no se ha superado el problema eléctrico”. Agregó que mantienen conversaciones con los gobiernos locales para mejorar las condiciones, en ese sentido, dijo que el sector quiere tributar, pero en la misma medida contar con las garantías para trabajar.

Cada vez que el servicio eléctrico se interrumpe genera un impacto en el consumidor, asegura Capozzolo, quien explica que las prioridades cambian y se distorsionan los patrones de consumo de la población. “La gente no va a comprar un par de zapatos, sino más comida por temor a quedarse sin luz”, dice.

El vocero subraya que urge un cambio de política económica, pero también en los servicios públicos. Desde que en marzo se agudizó la falta de luz, los comerciantes han tenido que comprar plantas eléctricas y proveerse de servicios que antes eran proporcionados por el Estado. El gasto de estos equipos también se traslada a los costos de producción.

En lo que va de año en el estado Nueva Esparta se inauguraron 18 tiendas triple A, donde se consiguen artículos de lujo o de primera línea; sin embargo, cuenta Capozzolo, que en la avenida Santiago Mariño, donde se ubica uno de los bulevares más emblemáticos de la isla, de 200 comercios que existían ahora solo quedan ocho abiertos.

“El comercio se está volviendo cada vez más elitesco. Algunos productos como equipos telefónicos aumentan en un mes 100 %. En el interior del país solo aquel que tiene capacidad para comprar una planta eléctrica puede abrir un negocio de retail, y ya no está pensando en la mercancía que va a ofrecer, sino en la capacidad que tiene para proveerse de sus propios servicios”, explica el representante gremial.

En el caso de los establecimientos que venden víveres estos no pueden mantenerse sin aplicar menos de 30 % en el margen de ganancias. Capozzolo señala que antes había este tipo de negocios y se manejaban con 7 %, 8 % o 10 %, de margen, pero explica que en la actualidad esto no es sostenible.

Con información de Crónica Uno

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