Víctimas relataron torturas y ejecuciones extrajudiciales en la AN. A Carmen Bracho le faltaba el aire. Narraba el asesinato de su hijo, Miguel Castillo, ante la plenaria de diputados. Un guardia accionó su arma contra el joven a quema ropa el 10 de mayo de 2017 en una protesta antigubernamental.

“Quiero preguntarle a (Michelle) Bachelet si puede sentir el dolor de una madre a la que le arrancan a su hijo sano, profesional, con futuro. Que me diga ella como mujer y mamá que aquí no se violan los derechos humanos”, expresó ahogando sus lágrimas.

Acusó al fiscal de Nicolás Maduro, Tarek William Saab, de negarse a recibirla en su despacho. “Ni el defensor del pueblo (Alfredo Díaz) me recibe la correspondencia, ni siquiera me dan una copia certificada del expediente de Miguel”, condenó.

“Señores de la ONU, nos están matando, abran los ojos, ¿hasta cuándo?  Díganle a Bachelet que me llame y yo le digo lo que hicieron con mi hijo, ella es madre. Reaccione, no sea cómplice de este régimen”, sentenció.

Yuvelis Álvarez siguió en el derecho de palabra para relatar el asesinato de su hermana Jennifer Arroyo y su sobrina Valentina Arroyo de tan solo cinco años de edad en el sector Maca, en Petare.

“Mi hermana y mi sobrina fueron asesinadas por una OLP (Operación de Liberación del Pueblo) que se metió a mi casa y (…) es muy difícil porque, estando yo con mi hijo y mi mamá, ese cuerpo policial se metió rompiendo la puerta de la casa y llegaron lanzando disparos como locos”, su cara expresaba el terror de ese momento.

“Nosotros gritábamos que no dispararan porque estaba mi hijo, pero ellos igual dispararon fuerte diciendo que eso era un enfrentamiento cuando en mi casa solo vivimos mujeres. Me duele mucho porque era la única niña chiquita en la casa, tenía cinco años, mi mamá está destrozada. Cuando mi hijo me pregunta por su primita no sé qué contestarle”, expresó apoyándose en la diputada Delsa Solórzano.

En los balcones del hemiciclo de sesiones se escuchaba el llanto de familiares de presos políticos y de asistentes parlamentarios conmovidos por el relato.

El presidente encargado de Venezuela y de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, bajó la cabeza. La plenaria de diputados y los periodistas estaban consternados.

Yuvelis no pudo terminar su intervención. “No quiero seguir hablando sobre lo que pasó”, alcanzó a decir antes de bajar de la tribuna de oradores.

Militares torturados

Leonela Difurt, esposa del comandante Henry Medina, pidió auxilio. “A los militares detenidos los agreden brutalmente, les colocan bolsas con gas lacrimógeno en las cabezas, les han sacado muelas, uñas, las torturas han sido aberrantes”, afirmó.

Actualmente 180 militares están tras las rejas acusados de conspirar y ser traidores de la patria. Los detenidos tienen distintos grados desde mayores generales hasta sargentos y los centros de reclusión son Ramo Verde, La Pica, El Sebin del Helicoide y algunas celdas de la Dirección de Contrainteligencia Militar (Dgcim).

“En Ramo Verde hay más de 800 detenidos, mi esposo duerme en celda de 5 metros por 3 con 17 personas sin agua. ¿Pueden imaginar estar evacuando en esa celda con 17 personas sin agua?”, preguntó.

Difurt denunció que en algunas cárceles comenzaron a hacer remodelaciones para intentar borrar los rastros de sangre y de tortura ante la visita del equipo técnico que envío la alta comisionada para los derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet, al país.

“Las familias sufren porque se hacen allanamientos sin orden judicial, a los hijos de los presos les están dañando psicológicamente su desarrollo”, manifestó.

Pidió a los enviados de Bachelet visitar las cárceles y entrevistar a los presos torturados “si realmente están buscando la verdad”.

Los civiles también son víctimas de tortura. Ana María Da Costa, hermana de Vasco Da Costa alertó que el 23 de enero había en Venezuela 278 presos políticos y actualmente son más de mil.

“La persecución judicial se volvió un arma de destrucción de la disidencia. En la última captura de mi hermano estuve tres horas y media escondida oyendo los gritos de dolor de mis dos hermanos siendo torturados mientras mi casa era destruida”, dijo entre lágrimas.

“¡Libertad, libertad, libertad!”, repitieron como consigna los familiares de presos políticos en el hemiciclo y la directiva de la AN se puso de pie.

Con información de Efecto Cocuyo

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