En Lara no hay espacios para tratar el cáncer. Este mes de septiembre el Servicio Autónomo de Oncología (SAO) cumplirá dos años parado por el daño de equipos y las carencias estructurales de un edificio que, hasta mediados del 2015, era vendido como una institución modelo en el país y que dejó a unos 750 pacientes sin un lugar para la aplicación de quimioterapias o radioterapias.
Mirla Castro, exjefa del Servicio de Radiología del SAO, ha denunciado en reiteradas ocasiones el deterioro en el que se encuentra el área especializada, pues las autoridades en lugar de recuperar uno de los centros públicos más importantes del estado, ha permitido que la crisis arrope un espacio que es clave para salvar vidas.
«La realidad es la misma que la de hace tres meses o un año», dice con resignación la doctora cuando se le pregunta el estatus de la institución. «A nadie le duele el SAO. Nuestros pacientes oncológicos no tienen dónde aplicarse tratamientos», continúa.
Con la paralización del SAO los más afectados son los enfermos de bajos recursos. Según cifras que maneja la Organización Lara Entera por la Salud (OLES), hasta el primer trimestre del año habían muerto 15 pacientes oncológicos por la no aplicación de tratamiento. Esa es una cifra alarmante, y más si se toma en cuenta que en el año 2014, el promedio de muertes trimestrales era de 7 u 8.
«Es cuando menos llamativo ver la evolución en negativa de las estadísticas de mortalidad en el estado. Cada vez hay más personas muriendo por cáncer porque no hay cómo tratar la patología. Lamentablemente hemos llegado al punto en el que, tener un resultado negativo en biopsia se ha convertido en una sentencia de muerte», señala el oncólogo Mariano Jiménez.
Lo que más preocupa a médicos y pacientes es ver la postura silente de las autoridades, pues nadie se preocupa por recuperar un servicio que colapsó hace un par de años y que parece haber sido olvidado en el tiempo.