Nesmer Gordones tenía 15 años de edad y un hepatocarcinoma, la forma más común de cáncer de hígado. Falleció el miércoles, 5 de septiembre, en la emergencia del hospital de niños J.M. de los Ríos, en Caracas, tras a una ardua lucha contra el agresivo tumor y contra la escasez de medicamentos.
El quinceañero residía en el estado Monagas y era paciente del servicio de Oncología del hospital pediátrico. Estaba hospitalizado en la emergencia y presentaba icteria, color amarillento de la piel, por la afección que tenía en el hígado.
Sin embargo, debido a la severa escasez de tratamiento oncológico en el país, Nesmer solo pudo recibir contadas quimioterapias este 2018 y no llegó a completar sus ciclos.
Sus familiares se volcaron a las redes sociales para buscar el Regorafenib, fármaco utilizado para tratar el cáncer de hígado. Lograron ubicarlo en Colombia, pero los tres ciclos de tratamiento que requería el adolescente tenían un costo de 1.900 dólares, una suma inalcanzable para la familia.
Los días previos a su muerte, los allegados a Nesmer buscaron morfina, a través de los servicios públicos de las redes sociales, para aliviar el dolor del adolescente. Consiguieron algunas dosis, “pero sufrió mientras esperaba a que llegaran”, afirmó una fuente interna.
La escasez de antineoplásicos —drogas que impiden la formación, crecimiento y desarrollo de tumores malignos— se ha agudizado en el hospital de niños este 2018.
Padres de pacientes de las áreas de Oncología y Hematología denuncian que, desde mediados de abril, la campana de flujo laminar (equipo en el que se preparan las quimioterapias) está inoperativa.
Centros de salud han facilitado sus instalaciones a los galenos del J.M. de los Ríos para preparar las mezclas. Sin embargo, la falla en el equipo ha ocasionado retrasos en el suministro de tratamiento a los niños y adolescentes que reciben atención en el centro de salud.
Con información de Efecto Cocuyo