Se escuchaba del coronavirus a lo lejano, por allá en el continente asiático a final de 2.019 y se instala en Venezuela a tres meses de ese periplo que empezaba por el mundo. Las alarmas se encendieron y según los expertos, no fueron escuchadas para prepararse en el acondicionamiento del sistema de salud público que arrastraba el déficit de personal médico por sueldos tan bajos que no llegan a 7 dólares, falta de tratamientos e insumos hasta en 4%, deficiencias en infraestructura y el 80% de pacientes crónicos que terminaban contagiados de otras enfermedades. Fallas de información sin voceros de pertinencia sanitaria, datas cuestionadas de un débil cerco epidemiológico que ignoró a la academia científica y no apretó en cintura el cumplimiento de las medidas preventivas de bioseguridad.
El monstruo se levantó convertido en pandemia y los venezolanos lo conocieron de cerca desde el 13 de marzo de 2.020. La atención se fijó en Miranda por los primeros dos casos que eran una mujer de 41 años que estuvo de viaje por Estados Unidos, Italia y España y de un hombre de 52 de años que viajó a España. El susto empezó a correr y obligó la cuarentena obligatoria para los pasajeros del vuelo Iberia 6673 de los días 5 y 8 de marzo, donde llegaron los dos casos positivos. Para el 17 ya decretaron la cuarentena total a nivel nacional. Hoy ese virus proveniente de Wuhan, en China ha contagiado a más de 143 mil venezolanos y supera los mil 400 muertos, mientras tiñe al mundo con más de 118 millones de infectados, superando los 2.600 mil fallecidos y con la novedad de sus variantes, esas que lo hacen mucho más contagioso, cambiante y de síntomas agresivos.
«La salud sigue dando tumbes en Venezuela, va del timbo al tambo, cuando invitan semanal a la pandemia dura o light. Todo luego de un diciembre libre, tal como el episodio bíblico de Sodoma y Gomorra para que la gente haga todo lo que se le antoje, un Carnaval celebrado por todo lo alto y con más presencia de esta pandemia, que luego se lo endosan a repiques de otros países», denunció Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV), al recordar las intermitencias de la flexibilización desde el 1 de junio de 2.020, ya desde diversos esquemas y a riesgo de una especie de autodestrucción, al no considerar las consecuencias de los rebrotes en países más desarrollados y cuando tampoco se fomenta una regia campaña de conciencia para el cumplimiento de las medidas básicas de protección como el lavado de manos, uso correcto del tapaboca y distanciamiento social, cuando éste último ni aplica en el transporte masivo de unidades gubernamentales, con los pasajeros faltos de oxigeno ante el hacinamiento que triplica la capacidad de usuarios.
Con información de La Prensa de Lara