A pesar de la cuarentena que se vive en el país, los trabajadores de oficios como la plomería y zapatería, han tenido que romper las restricciones y salir a las calles para intentar llevar comida para sus casas, pero muchas veces se regresan con las manos vacías y el cuerpo adolorido por tener que caminar y caminar muchos kilómetros de regreso a casa.
Paso hasta tres días sin llevar el pan a la casa y me alimento una sola vez al día para poder estirar lo poquito que tengo», comentó Armando Reyes, plomero, quien cuenta que pese a que su oficio es bastante buscado este último mes ha sido muy difícil para él y su familia.
Aunque las medidas que ha implementado el Gobierno nacional para que las personas no salgan de sus casas y se protejan del coronavirus, muchos comerciantes informales han salido a las calles a buscar el pan de cada día, pues al no tener un salario mensual o el beneficio de las bolsas CLAP, los ha obligado a no quedarse encerrados en sus viviendas.
Para Juan González, su sustento en plena crisis económica y emergencia sanitaria, es diario, debido a que trabaja como albañil. Relató que a pesar del riesgo de contagio por coronavirus sale todos los días de su casa, ubicada en la vía hacia El Manzano y camina hasta el centro de Barquisimeto, unos 9 kilómetros aproximadamente, para poder llegar hasta la casa en donde está construyendo una pared.
El único escudo contra el COVID-19 que tiene Juan, es un tapaboca que le hizo su esposa, detalla que puede durar en el recorrido «casi una hora y media y al final de la tarde de regreso a mi casa espero una cola o si no, me regreso caminando nuevamente». La situación de Juan es igual a la de varias personas que trabajan de forma independiente.
En las calles de Barquisimeto se ve a las personas con sus puestos de venta de chucherías, café o a los plomeros con sus máquinas para destapar cañerías, cada uno con una misma meta, llevar el pan a la mesa de sus hogares. LA PRENSA consultó a un grupo de trabajadores informales y aseguraron que todos se deben cuidar del virus, pero que la «cuarentena no les quita el hambre».
«Los trabajos que tenía acumulado los he sacado, por eso es que estoy sobreviviendo un poco, sabemos y entendemos que estamos en una crisis sanitaria, pero no puedo quedarme en la casa porque si no, no como», aseguró Nerio González, mientras reparaba un zapato, oficio que tiene desde hace más de una década.
Los trabajadores han tenido que cambiar la forma de sus pagos, pues ahora también hacen trueques con sus clientes. Una de las opciones es que la persona les puede pagar con algún producto de la cesta básica y así no se van a sus casas con las manos vacías.
Además otra de las opciones que se está viendo mucho en las calles de la ciudad, es que también reciben dólares y pesos como pago.
Con información de La Prensa de Lara