La vocera del Sindicato de Maestros del Distrito Capital, Griselda Sánchez, advierte que más de 50% de los maestros no están yendo a las escuelas; situación que se ha vuelto grave pero de la que no existen cifras porque muchos profesionales no renuncian sino que simplemente abandonan el cargo.
No hay razones para celebrar. Las neveras están vacías, los zapatos están rotos, la ropa está deteriorada y la precariedad se instaló en casa. El día del maestro en Venezuela llega con docentes que andan día a día con el peso de la necesidad sobre sus hombros, con salarios míseros, sin poder mantener su hogar y sin tener respuesta de un gobierno que, aunque dice proteger a la clase obrera y trabajadora, los ha ignorado.
La crisis país ha obligado a muchos profesionales de la educación a salir de Venezuela o dedicarse a tiempo completo a otro oficio que les genere mayores ingresos para sustentar sus hogares; aunque otros siguen en sus labores movidos por pura vocación.
Lejos de celebrar, el gremio se unirá en protestas de nuevo, como lo ha hecho desde hace dos años, para exigir al régimen de Nicolás Maduro reivindicaciones salariales. Otros docentes pasarán el día sorteando las peripecias que se volvieron parte de la cotidianidad por el colapso de los servicios públicos, ya sea buscando internet o incluso a la espera de que llegue la luz en sus hogares para intentar enviar las tareas a sus alumnos y, medianamente, cumplir con el modelo de educación a distancia que se puso en marcha en el territorio tras la llegada del coronavirus.
Las cachapas dan más
Dubraska Marcano vive en la parroquia Caricuao de Caracas. Es maestra de preescolar y simultáneamente vende cachapas por su zona para poder tener algo más de dinero y la estabilidad económica que su sueldo como docente no le genera. Considera que la calidad de vida del maestro empeora con el avanzar de los días.
Aunque admite que lo que gana como maestra no le alcanza para nada, dice a TalCual que no abandona su profesión porque es su pasión. La joven con apenas dos años de ejercicio asevera que no educa por dinero sino por vocación.
«Cuando empecé a estudiar la situación de los bajos salarios ya existía, muchos docentes se quejaban por eso. Aún así yo decidí estudiar educación no por el dinero sino por la satisfacción de dar al país lo que necesita: mejores seres humanos, profesionales y gente apasionada por lo que hace. Venezuela necesita matemáticos, médicos y eso solo puede ser posible con educación», enfatiza.
Marcano, de 24 años de edad, relata que para poder impartir clases de forma virtual ha tenido que adquirir un internet privado para tener mejor conexión. También visita las casas de los estudiantes que sabe tienen muchas dificultades, ya sea imposibilidad para acceder a computadoras y teléfonos o con temas específicos, aunque esto signifique gastar más de su sueldo solo en pasajes, porque así como tiene estudiantes que viven cerca de su comunidad hay otros que no.
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Con información de Tal Cual