Leonardo Rodríguez, presidente de la Red de Casas Don Bosco —que trabaja en beneficio de los niños en situación de calle— dijo que todos los días a sus centros llegan muchachos a comer, a bañarse, a lavar sus ropas y que durante esas jornadas aprovechan, junto con los psicólogos, para conocerlos más.
“Ese trabajo nos ha ayudado a detectar que, ciertamente, están dentro del ámbito de explotación laboral”.
De hecho, indicó, en el último trimestre del año pasado se notó un aumento de 40 % más de los niños, niñas y adolescentes en situación de calle.
En todo un año recibían (solo el municipio Chacao) entre 40 y 60 muchachos. De enero de 2017 a septiembre cerraron con una población de 42 y durante el último trimestre la cifra se incrementó 40 %, con casi 60 jóvenes.
«Y lo que los está empujando a las calles es la comida. Cuando comparo esa situación con el 2009, las causas eran otras, se hablaba de explotación infantil, maltrato, violencia doméstica, pero ahora es la falta de acceso a los alimentos”.
Adicionalmente, la edad promedio de los niños que llegan a las casas de la red ha bajado.
En 2009 el promedio era de 15 y ahora bajó a 11 años. “Incluso hay niños de siete, de seis años y adolescentes de 15 que llegan con un niño de año y medio o dos bebés en los brazos. Cosa que no había visto. Es impresionante y para eso no estábamos preparados en las casas Don Bosco”.
Rodríguez se enfocó en hablar de los casos registrados en la sede del municipio Chacao, sin embargo, señaló que la misma situación se repite en las 10 casas que tienen en todo el país, con el agravante de que en zonas como Puerto La Cruz hay un añadido funesto: la prostitución infantil.
“El principal problema aquí es que las autoridades, los organismos competentes, están desarticulados y han perdido la capacidad de proteger a los niños. Existe un consejo de protección, pero no tiene la capacidad para dictar medidas, en consecuencia, los niños están expuestos a situaciones crueles. Están trabajando, dejando las aulas, pidiendo en los semáforos, recogiendo cartones, y eso los aproxima a los actos delictivos, pues se agrupan en pandillas. Ya en diciembre tuvimos unos episodios por los alrededores del CCCT, las bandas rodeaban a los peatones y los asaltaban con picos de botellas”.
El defensor de DDHH acotó, además, que en Venezuela aumentó la edad punible a 14 años, entonces se hace habitual ver a un adolescente de 13 cometiendo delitos y los consejeros de protección no pueden hacer nada.
“Ahora sucede que no tienen necesidad de trabajar porque resuelven robando, pidiendo o se benefician con alguna misión. La respuesta del Gobierno ha sido nula frente a este problema y lejos de crear una estrategia acertada se inventó la Negra Hipólita, cuyos funcionarios cuando los abordan [a los niños] les caen a palos y les ponen polvo picante, luego los llevan a una casa del Idena donde les meten miedo y los amedrentan”.
El DATO
La profesora Alejandra Ball, coordinadora regional de Fe y Alegría, informó que en Monagas la crisis social y económica está llevando a los muchachos entre 15 y 17 años a dejar las aulas, para irse a las minas.
“Estaban desertando para trabajar como colectores de una buseta o para irse con los papás como albañiles. Ahora se están yendo a las minas. Esto es reciente y es un porcentaje muy bajo, pero es alarmante. Es una situación complicada”.
Publicado por Crónica Uno
26/02/2018