Desde el pasado 16 de marzo el estado andino entró en cuarentena, una de las medidas que tomó el gobierno de Nicolás Maduro para evitar la propagación de la covid-19 en el país. Para ese momento ya la región contaba con severas deficiencias en el servicio eléctrico, la venta de gas doméstico y una persistente escasez de gasolina que afectaba al transporte público y el comercio.
La cuarentena agarró a los tachirenses en las estaciones de servicio para surtir de gasolina sus vehículos, y en este tiempo han visto como arreciaron los apagones y disminuido, aún más, el suministro de combustible, que les ha trastocado la vida más que la pandemia del siglo XXI: los enfermos renales y oncológicos padecen aún más para poder hacerse los tratamientos que requieren, muchos agricultores han visto perder sus cosechas por no tener cómo sacarla o distribuirla, y ante la falta de transporte los ciudadanos tienen que caminar largos trechos para comprar alimentos y demás diligencias.
Desde el pasado 18 abril los comercios de los municipios tachirenses de Libertador, García de Hevia, Fernández Feo y Torbes solo pueden abrir de 8:00 am a 12:00 m. Esto, sumado a los apagones y cortes eléctricos frecuentes y a la falta de combustible en la entidad, ha afectado no solo a los comerciantes, sino a todos los tachirenses, quienes tienen aún más limitado el espacio para realizar sus actividades cotidianas.
La escasez de combustible no solo afecta el transporte público, también el trabajo en el campo y la distribución de alimentos, aun cuando estos forman parte de los sectores prioritarios. Como muchos emprendedores tachirenses, Jason vende frutas y verduras en un camión, la compra en el municipio Cárdenas. Ha tenido que comprar gasolina “por fuera” para poder trabajar, en las estaciones de servicio solo ha conseguido que le surtan cuando lleva la mercancía en el camión. Tampoco cuenta con el salvoconducto para conseguir combustible, porque no es “fijo”.
Con información de Tal Cuál