En San Cristóbal los ciudadanos compran al día los alimentos que van a consumir, de manera que los extendidos y persistentes cortes eléctricos no dañen la comida que requiere refrigeración.
«Con los cortes eléctricos se ha dañado bastante comida, me ha tocado botarla. Me ha tocado mantener la nevera vacía. Voy comprando lo que voy necesitando», dijo Carlos Morán, estudiante universitario.
Contó que ha tenido que desechar hortalizas y frutas dañadas, porque al no garantizarse la cadena de frío, se pudren.
La estatal de energía eléctrica, Corpoelec, dispuso de un cronograma de cortes por 12 horas diarias entre el 19 y el 25 de abril.
Sin embargo, 24 días después los apagones persisten con duración variable.
En muchas zonas residenciales cuando no hay electricidad tampoco hay agua porque no hay manera de bombear el líquido a los hogares.
«No puedo lavar, me toca tener los platos sucios y extender los días de limpieza porque los cortes (electricos) son bastante largos», agregó.
De acuerdo con cifras del Monitor de Servicios del Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), una hora sin electricidad en Venezuela representa perdidas por poco más de 35 millones de dólares en la producción.
Con información de El Pitazo