Hablar de miles y millones, como se acostumbraba antes del 2008, fue una realidad que cambió cuando se aplicó la reconversión monetaria en el país, y con ello, se redujeron tres ceros. Sin embargo, a 10 años de este paso, en el léxico venezolano regresaron los miles y millones producto de una inflación sin tregua superior a 2.000% al cierre de 2017, según la Asamblea Nacional.

Analistas coinciden en que faltó un programa macroeconómico que acompañara al nuevo cono. Salir de la hiperinflación puede implicar otra reducción de ceros como en Brasil y Argentina.

El rezago del nuevo cono monetario, creado bajo el nombre de “bolívar fuerte”, quedó en evidencia en 2017 cuando el alza de precios, sin precedentes en Venezuela, terminó por hundir los beneficios de la conversión: mayor estabilidad de la economía, simplificación de las transacciones bancarias y ayudar a controlar la inflación.

Esto ha llevado a que las especies monetarias de 2, 5, 10 y 20 bolívares (equivalentes a los 2 mil, 5 mil, 10 mil y 20 mil bolívares de los “viejos”), cayeran en desuso porque muy pocos establecimientos los quieren aceptar. Mientras que el precio de un kilogramo de carne asciende a 250 mil bolívares, lo que en antaño sería un valor insospechable de 250 millones de bolívares.

El economista Rodrigo Cabezas, quien era ministro de Finanzas en ese entonces, sostuvo que la reconversión tuvo un impacto positivo a corto y mediano plazo, en cuanto al manejo del presupuesto, dado que las magnitudes utilizadas resultaban complejas y dificultaban la contabilidad; aparte, facilitó las transacciones en el mercado.

Cabezas, no obstante, apuntó que la variable para explicar si un cono monetario se sostiene o no, es el comportamiento relativo de los precios. “Fue en el 2013 cuando entramos en una vorágine inflacionaria y se le quitó el poder adquisitivo al cono e hizo obligante nuevas unidades monetarias”, indicó.

El analista financiero, Jesús Casique, recalcó que, aunque se está atravesando por una hiperinflación, en los años previos también se manejó una tasa inflacionaria con un promedio anual de 20% y 30%, y la cual iba debilitando el bolívar. “Entre enero de 2008 y diciembre de 2015, la inflación acumulada llegó a 2.257,9%, de acuerdo con datos del Banco Central”, recordó.

Es decir, que sólo en un año, el año 2017, se sumó una inflación tan grande como la de 7 años juntos (2008 al 2015).

Mientras que la pérdida del poder adquisitivo de octubre de 2016 a noviembre de 2017 se ubicó en 60%, especificó.

Impacto del control cambiario

Para Iván Cañizales, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de LUZ, el Gobierno debió emprender un conjunto de medidas que acompañaran la reconversión, previendo la devaluación de la moneda.

“La restricción cambiaria es lo que ha llevado a una distorsión con respecto al dólar y ha acelerado la depreciación del bolívar. En aquel momento, el Presidente tuvo que facilitar el acceso a las divisas, salida de capital extranjero, adecuar el valor de conversión para los productos que se exportaban”, expuso.

La sobreevaluación de las divisas, incluso, ha influido en el repunte del dólar “paralelo”, cuyo precio llegó a los seis dígitos, y por consiguiente, vuelve más atractivo poseer dólares, en lugar de bolívares, sean fuertes o no.

¿Otra reconversión a la vista?

Esta situación es similar a la que experimentaron países con hiperinflación, donde las monedas perdían valor rápidamente y los ciudadanos no querían tenerlas. En los casos de Brasil y Argentina se aplicaron cinco y cuatro reconversiones, respectivamente, sin resultados positivos; incluso, se procedió a cambiar la moneda.

Cabezas aseguró que cualquier salida a la crisis económica venezolana acarreará la posibilidad de una nueva reconversión; sin embargo, aclaró que esto no se traducirá “ipso facto” en estabilidad para la economía. “Para esto se necesita un programa macroeconómico que se aplique, la rentabilidad fiscal que le acompañe y el manejo acertado del tipo de cambio”, puntualizó.

José Ignacio Guarino, profesor y corredor de bolsa, también insistió que la crisis no se resuelve con un cambio de la moneda o reducción ceros, sino con medidas económicas estructurales severas pero no drásticas para los sectores más vulnerables de la sociedad.

Una acción urgente, en la que coincidieron los economistas, es frenar la emisión de dinero electrónico por parte del Banco Central para financiar un déficit fiscal por encima del 10% del PIB.

“Mientras que el ente emisor no detenga la doble monetización, el problema seguirá y la inflación subirá”, alertó Casique, quien acotó que esto, además, agrava la escasez de efectivo.

Por lo tanto, cuanto más tiempo se esperen las acciones para detener el alza de los productos, la conversión se acercará más a la experiencia que pretendía evitar y que el BCV documentó en el libro La Reconversión monetaria de Venezuela en 2008: “En medio de una tendencia marcadamente alcista de los precios, se introducen monedas y billetes de mayor denominación y las de menor denominación pierden sentido, ya que se tienen que utilizar muchas unidades para adquirir un bien”.

Con información de Panorama

04/01/2018

Ir a la barra de herramientas