Tres presos que permanecen recluidos en los calabozos de la policía Municipal de Urdaneta en el sector Cúa Vieja de la parroquia Nueva Cúa están a punto de morir de tuberculosis.

La situación se complica porque otros detenidos pueden contagiarse con esta enfermedad, que en 2018 cobró dos víctimas en este reclusorio, de acuerdo a lo informado por una fuente del citado organismo de seguridad.

Sorlinda Gallegos, pariente de uno de los reos afectados, denunció que desde la sede policial se han hecho trámites ante el Ministerio de Interior Justicia y Paz y el de Asuntos Penitenciarios, así como en la fiscalía del Ministerio Público, a fin de que se les conceda un beneficio humanitario a estos tres hombres, pero no se ha recibido respuesta.

Dijo además, que es importante que los tres enfermos se aíslen para evitar una epidemia en este centro de reclusión, donde además hay casos de desnutrición, hepatitis y amibiasis.  “No sólo el resto de la población penal está en riesgo, también lo están los funcionarios y los vecinos que habitan cerca”, acotó Gallegos.

Hacinamiento

En los calabozos de la policía Municipal de Urdaneta en Cúa Vieja, el hacinamiento es notorio. Un total de 71 presos están divididos en cinco celdas, que fueron construidas hace más de dos décadas para albergar a un máximo 20 detenidos.

En el espacio no hay ventilación; tampoco agua y mucho menos un lugar donde hacer necesidades fisiológicas. La mayoría de los internos tiene años esperando ser trasladados a una de las cárceles del país.

Según se pudo conocer en la sede principal de la policía Municipal de Urdaneta, ubicada en la urbanización Santa Rosa de Cúa, están detenidas siete mujeres. Una de ellas tiene cáncer en etapa terminal. También está a la espera de una medida humanitaria.

Con información de El Pitazo

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